Aprovechando el parón de las selecciones, Lara González (Donostia, 29 años) se encuentra descansando unos días en Calella de Palafrugell, un bello enclave costero de la Costa Brava. Ella es más de escapadas cercanas, como a La Rioja, reconoce, pero en este antiguo pueblo de pescadores se ha encontrado con una amiga y jugadora de baloncesto del equipo Cadi la Seu. La base donostiarra está tranquila, relajada, descansando al borde del mar. En su reciente etapa zaragozana, Lara empezó a ser conocida con el apodo de ‘Garra’ González por el sello que ha marcado su carrera deportiva: lucha, pundonor y constancia. “Además de esa entrega que toda jugadora debe tener, el compañerismo sería otra de mis características”, añade. Simpática y cercana en el trato, dentro de la cancha se transforma y se caracteriza por la intensidad y regularidad que le está llevando a completar, asegura, su “mejor” temporada en su puesto de base en el IDK Euskotren en la Liga Femenina Endesa. Hasta el día de la entrevista, el club guipuzcoano que entrena Azu Muguruza acumula cuatro victorias frente a solo dos derrotas, un saldo más que positivo en el que González ha tenido una actuación destacada. Ella sobresale más por su aportación colectiva y presión defensiva, que por lo que muestran los promedios generales al final de cada partido. “Soy una Lara renovada, con más carácter, estoy más asentada”, explica. “Para mí lo importante no es meter 10 o 20 puntos. Ese no es mi rol ni mi juego. Soy una jugadora defensiva”, dice. Entonces, ¿qué hacemos con las estadísticas personales que registran puntos, asistencias y rebotes? ¿Dónde quedan? “Yo no miro estadísticas. No quiero saber nada de las estadísticas”.

Lara es conocida por el apodo de Garra González por su carrera deportiva de lucha, pundonor y constancia

Su paso por el Casademont Zaragoza, donde ha pasado las últimas dos temporadas, le ha dejado una profunda huella. En la capital zaragozana se encontró con un público volcado que se contaba por miles, la gente la reconocía por la calle, el equipo conquistó la Copa de la Reina en el pasado mes de abril tras tumbar a Perfumerías Avenida (55-51) en una final muy apretada… “Han sido dos años maravillosos”, recuerda, “en los que me he sentido una mañica más. Todo el mundo me ha tratado súper bien y he vivido experiencias que, igual, quedándome en el IDK, no las hubiera vivido”. De este fructífero periodo en tierras aragonesas se ha marchado “impactada” por la forma en que la “gente vive el baloncesto”. “Había veces en que se juntaban hasta 5.000 o 6.000 personas en el pabellón. Te das cuenta de que puedes llegar a ser un referente para niños o niñas y eso es algo espectacular”.

Familiar y sencilla

La actual jugadora del IDK ha vuelto al equipo donde debutó en la máxima categoría femenina en la temporada 2012-2013. Tenía 17 años. Después de “200 partidos y pico jugando en la élite” habla y actúa como una veterana, y no ha llegado aún a los 30. Vive en Trintxerpe, Pasaia, en un piso de alquiler que comparte con una compañera del club. Su vida es sencilla. Se junta con su cuadrilla para cenar habitualmente en casa de alguien, de vez en cuando sale a tomar algo con las del equipo para hacer piña y estrechar lazos, pasa tiempo con su pareja y la perra… Ahora que ha vuelto a Euskadi puede disfrutar de la compañía de su familia, un bastión en su vida personal. Lara González ha completado la carrera de ADE en la UPV y su futuro pasa por crear su propia empresa o trabajando en el departamento financiero de una empresa, en todo caso, lejos de una cancha. Los números, si son fuera del baloncesto, sí que le tientan.

Triple

Pasado y futuro. Empezó jugando a baloncesto con 6 años tras comprobar que el fútbol no era lo suyo. Luego pasó al Easo Basket. ¿Aún te queda mucha cuerda? “Dudo que esté otros diez años jugando, pero si me dices cinco años no te diría que no”, vaticina. 

Salarios. En la máxima competición de clubes femeninos está pendiente la mejora en las condiciones de trabajo. “Tienes que tener un plan B, porque hay muy pocas jugadoras con un sueldo normal y corriente”, cuenta la jugadora donostiarra. El club se encarga del alojamiento.