Cuenta Jonas Vingegaard que durante la pasada campaña le realizaron entre 60 y 70 controles antidoping. Todos fueron negativos. Una hoja de servicios sin mácula la del bicampeón del Tour. Eso es al menos lo que se intuía. O se sabía. Salvo por un tachón que brilla como un neón en una carretera secundaria en plena noche.
Parpadea en la memoria del danés el recuerdo de un control que no pasó en el momento preciso. Lo realizó dos días después y lo pasó sin problemas. Sin embargo, el recuerdo de aquello le castiga el descanso y dice que piensa en ello para que no le vuelva a suceder. Es un recordatorio. Algo así como el célebre “lo siento mucho, no volverá a ocurrir”.
Vingegaard reveló el desvelo en una entrevista al diario danés Ekstra Bladet. “Definitivamente es algo en lo que pienso después para asegurarme de que no vuelva a suceder”. Se avergüenza Vingegaard de aquel involuntario pasaje que no sitúa en el tiempo, pero que le genera desasosiego e incomodidad.
Se confesó sobre el episodio a modo de acto de contrición. El relato del bicampeón del Tour respecto a ese día sin fecha exacta, pero que le remueve la conciencia, se enmarca dentro de la tradición del despiste y de las casualidades.
El olvido del danés
Según expone, el olvido del móvil y el mal funcionamiento de un timbre aislaron al danés de la prueba y de los emisarios de la UCI que acudieron a testarle. “Había dejado mi teléfono móvil en la cocina y luego el timbre no funcionó. Intentaron llamarme y estaba claro que era imposible contestar”, relata Vingegaard, que realizó el test dos días después sin problemas.
“Por supuesto que no está bien. Te hacen la prueba allí, pero por supuesto, no es bueno tener una prueba perdida sobre ti”, subraya el danés en la entrevista, donde versó largo y tendido sobre el dopaje.
“Había dejado mi teléfono móvil en la cocina y luego el timbre no funcionó. Intentaron llamarme y estaba claro que era imposible contestar”
Subraya Vingegaard en la conversación sobre el test que no realizó cuando se le requería que “no quiero ocultarlo, pero como ha sucedido, sigo pensando que es importante hablar del pasado. Porque si lo escondes debajo de la alfombra, queda claro que a la gente todavía no le importa si todo el mundo hace trampa”.
"No tomo nada", dice Vingegaard
El campeón del Tour, que tiene como objetivo obtener su tercera corona consecutiva en 2024, enfatiza que él está limpio y amplía el radio al pelotón. “No tomo nada, y no creo que el resto del pelotón lo haga tampoco. Como puedo ganar el Tour de Francia dos veces sin tomar nada, también creo que los demás tampoco toman nada”.
La afirmación es muy osada sabiendo que el dopaje continua presente, si bien parece anclado en ciclistas de segunda fila, lejos de las luminarias del WorldTour.
“No tomo nada, y no creo que el resto del pelotón lo haga tampoco. Como puedo ganar el Tour de Francia dos veces sin tomar nada, también creo que los demás tampoco toman nada”
Para el danés “es una pena” que el ciclismo padezca por su pasado, repleto de episodios de dopaje. Las trampas no han desaparecido. Que no se detecten no implica que no ocurran. Curiosamente, su compañero de equipo, Michel Hessmann, ha dado positivo.
El dopaje es el rayo que no cesa, pero no es un asunto tan poético como la obra de Miguel Hernández. Generalmente supura engaño, mentiras y sordidez. “Si hablas de ello, creo que hay más posibilidades de que no hagas trampa. Tal vez sea una forma de evitar que esto suceda en el futuro”, expone el danés.
A favor de los controles
Para el bicampeón del Tour, adaptarse al modelo actual de controles sorpresa o al pasaporte biológico que fija unas pautas más difíciles de esquivar además de los test durante la competición, no es demasiado complicado.
“No creo que sea tan difícil”, añade, refiriéndose al cumplimiento del sistema de paradero, donde los ciclistas deben proporcionar franjas horarias diarias para estar disponibles para las pruebas. “Siempre hay que recordarlo. Es una molestia, pero cuando estoy en casa, no es tan difícil”.
En el discurso que sostiene el danés, el aumento de los controles para la detección de sustancias prohibidas en el ciclismo es “algo bueno”, aunque asume que existen ángulos muertos y puntos negros.
Comprende que dado el historial del ciclismo es lícito dudar sobre el relato de estos tiempos porque la historia del ciclismo está llena de proclamas de inocencia que se iban por el desagüe cuando se cotejaban con las pruebas. En la época salvaje del ciclismo, la famosa EPO Golden Age, los maravillosos años de los tramposos, nadie se dopaba hasta que se demostró que existía una plaga.
Armstrong nunca dio positivo
Conviene recordar que Lance Armstrong, vencedor de siete Tours y dopado convenientemente en todos ellos como reconoció posteriormente, es el epítome del adagio que sostiene muchos de forma cínica: “Si no hay positivos es porque no hay dopaje”.
“Es bueno hacerse pruebas todo el tiempo. Ayuda en cierto modo. Todas las pruebas son negativas, pero en cierto modo suena vacío porque hace 20 años también se hicieron pruebas”, reconoce el danés.
“De alguna manera los ciclistas todavía pueden hacer trampa, así que no quiero decir simplemente, como lo hacían en los viejos tiempos, que soy el ciclista al que más se le hacen pruebas. No doy positivo. Hicieron algo en aquel entonces, y la gente definitivamente creerá que los ciclistas lo volverán a hacer”, desgrana Vingegaard, que sabe que la bruma de la duda rodea de forma perpetua al ciclismo.
El caso Hessmann
De hecho, Michel Hessmann, que corre en su equipo, se enfrenta a una sanción de cuatro año por dopaje tras dar positivo por un diurético. El alemán alega que fue una alimento en mal estado el que propicio el positivo. En caso de que pueda demostrar que esto fue así su sanción se vería rebajada a dos años.
Vingegaard también mostró su opinión respecto al positivo de Hessmann. “No sé cómo llegó a su cuerpo”, comentó antes de establecer uno de los miedos de todo ciclista: una ingesta accidental de algún producto contaminado. “Creo que el mayor temor de todo ciclista es que lo contraigas a través de algún alimento o algo que comes, y de esa manera dar positivo sin que tu intención haya sido hacer trampa, pero aun así lo ingresas en tu cuerpo”. Conviene no despistarse.