En los torneos de eliminatorias siempre hay un único ganador y eso significa que el resto de participantes deben morder el polvo en algún momento. Sin embargo, caer eliminado no es siempre sinónimo de terminar con un mal sabor de boca y eso es lo que le ha sucedido a la selección española femenina de balonmano, que tras quedarse fuera a primeras de cambio en la primera ronda del Mundial juvenil disputado en Macedonia, ha conseguido darle la vuelta a la situación y alzarse con la Copa Presidente.

Se trata de un premio de consolación que se otorga al mejor equipo de los que no han logrado clasificarse para la fase final y, aunque no tiene el mismo valor que lograr una medalla, sí demuestra el buen trabajo realizado por el combinado nacional, que ha conseguido reponerse y superar al resto de los 17 equipos que han competido en la Copa Presidente. Y parte de ese mérito la tienen los dos representantes alaveses que han conformado el cuerpo técnico de la selección. Por un lado, el experimentado Juan Luis Arnedillo, técnico adjunto a la Federación Española de Balonmano, y, por otro, Rakel Varela, que ha ejercido como delegada de la selección juvenil femenina. Junto a ellos han participado también dos jugadoras vascas, que han acudido al torneo en representación del Zarautz: Ugatzi Manterola y Miren Gárate.

España entró en el Mundial como equipo invitado, pero su aventura fue corta al caer en un grupo exigente con dos selecciones muy poderosas como Francia y Hungría. Tras ello, logró imponerse con solvencia a Argentina, a la República Checa y a Uruguay para lograr alcanzar la final de la Copa Presidente, en la que se vieron las caras con Montenegro. Esta vez el choque estuvo más igualado, pero las hispanas se llevaron de nuevo el gato al agua por un resultado 26-20. El desenlace fue feliz, pero deja la sensación de que podían haber llegado más lejos de estar en un grupo más asequible.