Un recuerdo en la retina: el 10 de agosto de 2012, Danel Elezkano (1994), con apenas 18 años, recorría Zaratamo y hablaba de cómo pensaba que iba a ser su vida deportiva, de los sueños, del carné de conducir, que se acababa de sacar el teórico y estaba esperando para rematar el práctico, y de Aste Nagusia de Bilbao. Aquel joven no sabía todo lo que iba a vivir en una década en la pelota a mano profesional y en la vida. Eran fiestas en su localidad natal. Calentaba Lorenzo en la Iglesia de su santo, en su día. Luego, como todos los cursos, le rodaron las perseidas por las mejillas.

El paréntesis se puede contar con datos: dos empresas, dos txapelas del Parejas (2019 con Rezusta y 2021 con Zabaleta), cientos de partidos... Pero la esclavitud numérica, sin alma, esconde la realidad: “Si le hubieran contado a ese chaval que iba a ganar dos txapelas en Primera, no se lo habría creído”. Entonces, eran solamente sueños. Han pasado diez años desde aquel día. El 18 de agosto cumplirá una década desde su estreno. Fue en la segunda edición del Torneo Aste Nagusia de Bilbao. Y después, toda una carrera por delante. Una historia en las manos. 

"Los primeros años está bien llevarse un golpe"

“El sueño de cualquier niño es poder jugar algún día en profesionales, pero siempre he sido consciente de lo difícil que es dar el salto. Hay que tener una pizca de suerte y yo la tuve. Una vez que debutas, sueñas con ganar alguna txapela. He tenido la suerte de hacerlo. En diez años he aprendido mucho y espero que me quede más”, sostiene el delantero de Zaratamo, que le daría un consejo a su yo del pasado: “Que disfrute”. “Cuando las cosas van bien y estás haciendo lo que realmente te gusta, hay que disfrutarlo. Muchas veces, cuando estás bien, no reparas en lo afortunado que eres y cuando te vienen las lesiones, es cuando te das cuenta. Eso es lo único que podría decirle”, admite Elezkano II.

Danel Elezkano, en 2012, antes de su debut. Autor Juan Lazkano Juan Lazkano

Más todavía, cuando el vizcaino ha pecado siempre de una gran autoexigencia: “Eres joven y quieres demostrar todo lo que entrenas durante la semana. Todos queremos hacerlo lo mejor posible desde el primer día. El salto es grande, cuando debutas nadie te regala nada y los primeros años está bien llevarte algún golpe”. 

“Soy feliz jugando a pelota y voy a entrenar con la misma ilusión que el primer día"

Una década: un parpadeo, diez aleteos de un colibrí, un chasquido de dedos. Una centella. “Es lo normal cuando haces lo que te gusta”, sentencia Elezkano II, quien concreta que “soy feliz jugando a pelota y voy a entrenar con la misma ilusión que el primer día. Hay momentos malos; sobre todo, cuando llegan las lesiones, pero estoy contento por cómo me han ido las cosas”. 

La mejor txapela 

Las preguntas sobre sus recuerdos son obligadas. “He tenido muchos momentos: buenos y malos. El día del debut, sin duda alguna, siempre estará ahí. Recordaría algún partido del mano a mano, las dos finales del Parejas que gané y también la que perdí, que hicimos un buen campeonato. En esos momentos, me di cuenta de que mucha gente me apoyaba”, sostiene el zaratamoztarra, quien reflexiona que “esos partidos son especiales porque está toda tu gente en el frontón. Aunque, por encima de todo, me quedo con el apoyo que he recibido en los malos momentos, como las lesiones o cuando me quedé fuera del Parejas (en 2020, habiendo sido el campeón en curso)”.

"Me quedo con el apoyo que he recibido en los malos momentos, como las lesiones o cuando me quedé fuera del Parejas"

“Para mí eso vale más que cualquier txapela. Por ejemplo, el día siguiente de quedarme fuera, ver la pancarta de apoyo en Dima fue duro, pero a la vez, tal vez, de los instantes más bonitos que he vivido”, remacha Danel. En las situaciones adversas, Elezkano II reconoce el soporte de su entorno. “Mi familia, Aitor Erauzkin y Volker Tarnow –sus preparadores– han estado a tope conmigo siempre, pero más si cabe cuando he estado lesionado y pasándolo mal”, evoca. 

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Debutó siendo apenas un chaval con Asegarce –ahora Baiko– y en 2016 se incorporó a la disciplina de Aspe. Ha llovido mucho. “He tenido muchos técnicos, rivales y compañeros y todos me han influido. Estuve con Mikel Etxegia en aficionados y en Asegarce coincidí con Salva Bergara. En las primeras campañas me tocó jugar contra manistas veteranos; por ejemplo, Arretxe II, Iza o Apraiz. Aprendí mucho de ellos. En Aspe, Jokin Etxaniz es con el que más tiempo he estado”, disecciona. Pasará San Lorenzo y llegará Aste Nagusia, torneo que juega como titular. Entretanto, el 18 de agosto soplará diez velas profesionales. Y Danel seguirá su camino. Con honestidad. Con sacrificio. Quedan páginas por escribir.