Tras firmar una temporada de ensueño en las filas del MiniGlorias, donde ha destapado una notable voracidad a la hora de ver puerta, Abde Rebbach se muestra ambicioso de cara al futuro que se le presenta en el Alavés. No en vano, desea dar cuanto antes el salto a la élite profesional después de quemar a un gran nivel las sucesivas etapas en el fútbol base. El talentoso extremo argelino, que el próximo 11 de agosto cumplirá 24 años, repasa en DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA su última temporada en el filial –donde firmó 16 dianas y se ganó su presencia en el primer equipo debido a una cláusula existente en su contrato– y rememora sus vivencias en Argelia, la tierra que le brindó ese estilo de fútbol tan desequilibrante que desea ofrecer a Luis García Plaza.

“Quiero demostrar que valgo para el primer equipo”

¿Qué tal se encuentra en estos primeros entrenamientos?

–Muy bien, estoy a gusto con mis compañeros. Se nota el cambio del filial al primer equipo en aspectos como la intensidad y la fuerza. Las dos primeras sesiones, por ejemplo, fueron muy duras con mucho ejercicio físico y ahora nos empezamos a centrar en la técnica y la táctica. Siempre tienes esos nervios de llegar aquí, ver otro ritmo y nivel, saber que eres nuevo en el primer equipo. A ver cómo voy a estar con ellos pero cuando te sueltas eres uno más.

Aunque la plantilla no está configurada totalmente, ¿qué le parece el equipo que se está conformando?

–Se está mezclando gente joven con veterana y eso es bueno para el equipo. Los jóvenes tenemos hambre y los que llevan más tiempo en el primer equipo nos ayudan en todo momento con sus consejos.

¿Le ha sorprendido algún compañero hasta ahora?

–A Salva Sevilla le solía ver en el Betis y nunca me imaginaba que iba a poder entrenar con futbolistas como él. Es muy cercano, todos los compañeros lo están siendo y eso siempre ayuda.

¿Y qué tal Luis García?

–Es un entrenador que está siempre encima de nosotros preguntándonos qué tal estamos, es muy atento con los futbolistas. Para los que venimos de abajo es una ayuda extra el no tener un entrenador que pasa de ti porque de esta forma notas que te da confianza.

¿Qué expectativas tiene para la próxima temporada?

–Yo quiero ganarme la confianza del entrenador desde el primer día, seguir aquí y demostrar que valgo para el primer equipo. La etapa del filial ya la he pasado por edad y por juego. Mi única intención es quedarme, no he pensado ninguna opción que no sea eso. Puedo aportar mucho, me gusta el regate, me considero veloz y después tengo esa chispa para el uno contra uno. En cuanto al gol, me falta un poco todavía pero alguno de falta sí que he metido (ríe).

¿Se veía alguna vez entrenando con el primer equipo?

–Posibilidades tenía pero era difícil pensar que acabaría jugando aquí. Cuando estaba en el Aurrera, di un salto en juveniles y ahí empecé a explotar un poco. En el Sani el primer año me sentí muy bien entrando al play off y metiendo varios goles. Jugué un año más en el Sani para dar con garantías el salto al filial y en ese aspecto el club siempre ha confiado en mí, por eso yo siempre estoy agradecido. Tenían un plan dibujado conmigo y hasta ahora se ha cumplido.

Ha sido uno de los protagonistas del ascenso del filial, ¿necesitaba completar una temporada así tras su lesión de tobillo?

–Desde luego, el primer año con el filial fue duro y la lesión me interrumpió mucho. Cuando empiezas a ver el fútbol desde fuera, te das cuenta de cosas que hacías y las intentas cambiar. Me lesioné al minuto contra el Bilbao Athletic cuando empecé muy bien la temporada con dos goles en tres partidos. Estuve cinco meses fuera hasta volver a finales de marzo y estuvimos con un bajón increíble. En la segunda temporada, al venir de una lesión, tenía muchas ganas de demostrar. Era mi única oportunidad y había que aprovecharla como fuese.

¿Le sirvió para motivarse y asumir más riesgos esa cláusula de que si lograba 15 goles jugaría en el primer equipo?

–Al principio cuando firmé la cláusula pensaba solo en meter goles pero me dí cuenta que llevaba 10-12 partidos con dos goles cuando pude haber metido muchos más. En ese momento entendí que sin mis compañeros yo no podía meter goles y que yo solo no puedo contra todos. Maduré, empecé a cambiar el juego y eso me llevó a completar una temporada muy buena. Había que cambiar el chip y después se notó en el juego, metí en cinco partidos seguidos. De todas formas, la cláusula no era sí o sí para estar en el primer equipo, sino para sentir que el club me daba esa confianza.

¿Se sintió uno de los líderes del filial a las órdenes de Seligrat?

–Sí, por veteranía asumí ese rol para que el filial ascendiese. En un equipo sin líderes cada uno puede hacer lo que quiere, juega a lo suyo y había que sacar tres-cuatro jugadores para hablar en el vestuario y demostrar que íbamos a ascender sí o sí, que no podíamos seguir en esa categoría y que no nos podía ganar nadie. Hubo un momento durante la temporada que tuvimos malos resultados porque íbamos a campos que estaban mal para el fútbol que hacíamos pero después acabamos genial. Aunque hubiese equipos duros, sabíamos que por calidad no había nadie como nosotros y eso se ha visto en el campo. A mí me gusta hablar dentro del campo, si estoy callado es que no estoy bien, algo me pasa. Siempre me gusta hablar para estar motivado. Ahora con el primer equipo también me sale solo el hablar dentro del campo, es algo que no puedo controlar porque si no hago eso no estoy bien, me viene de dentro.

¿Se ve ya cerca de poder debutar?

–Sí que soy consciente de eso pero más que pensar sobre eso realmente quiero hacerlo. Yo me veo capaz de debutar por todo lo que trabajo y me encantaría hacerlo en Mendizorroza delante de nuestra gente. Es un sueño para cualquiera de los jóvenes.

¿Siente que pudo haberlo hecho la campaña anterior?

–El año pasado creo que sí que pude estar ahí pero por tema de edad no se pudo. Hasta los entrenadores me decían que era una pena no poder subir por la ficha, pero creo que sí que podría haber ido con el primer equipo. Al menos a una convocatoria y después que el entrenador decidiese. Ir con el primer equipo a una concentración ya cambia las cosas y ves que el esfuerzo de todos los años ha llegado. Si sigue todo igual, estoy a un mes de poder cumplirlo.

Llegó como un adolescente a Gasteiz, ¿cómo recuerda sus primeros días aquí?

–Vine con 12 años a Vitoria y los primeros años fueron muy duros, no sabía el idioma y estaba prácticamente solo. No vine aquí con mis padres, estuve con mi tío y de alguna manera me refugié en el fútbol. Empecé un par de años en el Iru-Bat, que al vivir en Salburua estaba cerca de casa, luego otros dos al Ariz, tres de juveniles en el Aurrera llegando a jugar en Tercera y después llegó la llamada del Alavés.

Ese fútbol tan particular le viene de las calles de Blida, ¿no?

–Sí, totalmente. Allí se juega en la calle todo el día, desde que bajas a la mañana hasta que llegas a la noche estás jugando a fútbol en los barrios. Ahí no importa la edad, viene uno más mayor o más pequeño y da igual, es fútbol callejero. Cuando llegué a Vitoria también bajaba a la calle a jugar al fútbol para olvidarme de todo. Si no entrenaba iba a algún campo. Sí que es cierto que desde Argelia no traes el físico que puedes ganar aquí con los años pero lo que es la técnica me nació allí.

¿Cómo vive el apoyo que recibe por las redes sociales?

–Para mí, es algo completamente nuevo y me sorprende ver tantos mensajes a gente que comenta porque no estoy acostumbrado a eso. Antes sí que abría el móvil, recibía mensajes de mis amigos y poco más. Eso anima porque dices ‘esta gente ve en mí algo que yo no veo’ y da muchas fuerzas para seguir trabajando. No me gusta estar enganchado al móvil porque, si estás todo el día haciendo caso a comentarios, te puede dañar pero yo estoy muy agradecido porque hasta la fecha no he recibido nada malo.