Lección estratégica de Red Bull. Amanecía el Gran Premio de Mónaco bajo unas circunstancias extremas. La lluvia arreciaba. Las calles monegascas relucían como el mar, proyectando reflejos. El estado del trazado obligó a arrancar la carrera con más de una hora de retraso y con una salida lanzada tras el coche de seguridad. Las derrapadas se sucedían pese a los neumáticos de lluvia. Ferrari defendía la condición de la parrilla de salida. Charles Leclerc abría camino por delante de Carlos Sainz, ambos holgados hacia lo que se intuía como un doblete. El monegasco fabricó en apenas una docena de vueltas casi cinco segundos de margen. El madrileño mantenía a raya a Sergio Pérez y Max Verstappen, tercero y cuarto, sin opciones de progresar, a la zaga de los Ferrari.

En un contexto de incertidumbre sobre la evolución del estado de la pista, Red Bull jugó primero sus cartas. Mandó a Checo Pérez al garaje para montar gomas intermedias de lluvia en lugar de extremas. En la primera vuelta el mexicano rodó 7 segundos más rápido que los Ferrari, que al visitar el box se vieron superados por Pérez, nuevo líder. El mexicano acaba de firmar un doble undercut. Genial maniobra.

La rapidez en el secado del asfalto propició que en un intervalo de apenas seis vueltas, Pérez, Leclerc y Verstappen pararan en dos ocasiones, primero para montar gomas mixtas de lluvia y después para calzar neumáticos lisos. Sainz, por su parte, fue directo a por los slicks. La elección de los tiempos en los cambios impulsó a Red Bull. Si Pérez había adelantado a los dos Ferrari, Verstappen hizo lo propio con Leclerc. El monegasco no daba crédito. “Sin palabras. No podemos hacer esto”, diría Leclerc, que por segunda vez consecutiva rodaba con la victoria en su monoplaza y la perdía irremediablemente; en Barcelona ocurrió por un fallo técnico y en Mónaco por error estratégico. Esta vez había descendido al cuarto puesto, a la espalda de su principal rival en la lucha por el campeonato.

Mientras, Sainz lamentaría el hecho de toparse con un doblado tras realizar su único pit stop. “Fuimos pacientes con los neumáticos de lluvia, tomamos la decisión correcta de pasar a los secos y una terrible vuelta de salida detrás de un coche que se había quedado atrás me costó la victoria”, describió el madrileño, no sin razón.

El caótico comienzo de la carrera tuvo su prolongación en forma de un accidente de Mick Schumacher, que partió en dos su Haas. En consecuencia, apareció un safety car virtual, seguido un coche de seguridad en pista y más adelante la bandera roja. Esto provocó que la carrera no alcanzase las 77 vueltas previstas. En el giro 32 se relanzó la prueba con el safety car abriendo el paso y por delante restaban casi 40 minutos de tiempo para cerrar el gran premio, lo que a la postre significaría alcanzar las 64 vueltas totales en el Principado.

Para afrontar este tramo final, los Red Bull apostaron por neumáticos intermedios lisos, mientras que los Ferrari presentaron duros. El comportamiento de las gomas podría resultar decisivo. “No ha sido fácil mantener a Carlos a raya”, advirtió Pérez, que vio desfallecer sus gomas y empezó a rodar tres segundos más lento que sus mejores cronos, generando un tapón que permitió que los cuatro primeros clasificados llegaran a correr en el estrecho margen de 1,7 segundos. Parecía un convoy. Pero el ratonero trazado no brinda oportunidades de adelantamiento. Las opciones pasan por forzar errores ajenos. Y ninguno pecó.

Ahí estuvo el ejemplo de Lewis Hamilton, que acabó desquiciado a rebufo de un Fernando Alonso que protegió su séptima posición como gato panza arriba. El Alpine era una fortificación inexpugnable para el Mercedes. Por sexta vez de siete posibles, Hamilton, que fue octavo, terminó por detrás de su compañero de filas, un George Russell que acabó en quinta posición.

“Ha sido un poco de locos con la lluvia, pero hemos hecho un gran trabajo como equipo con la estrategia”, celebró Verstappen, que confesó que extender su ventaja en el campeonato era “algo que no esperaba”. El neerlandés fue tercero, por delante de Leclerc, cuarto. La renta de Verstappen en el liderato se eleva de 6 a 9 puntos. Aunque, visto lo visto, Mad Max cuenta con una nueva amenaza. Se llama Checo Pérez y está a solo 15 puntos en la general. Si no hubiera recibido órdenes de dejarse adelantar en Barcelona, podría estar a solo un punto de su compañero. Quizá esta conquista, la primera del curso y tercera en la trayectoria del mexicano, marque un antes y un después. Tal vez el escudero busque el trono.