ierre Bonet est magnifique. Al comando de un grupo de no menos de 60 personas, saca adelante cada año una de las citas destacadas por pelotaris y clubes que miran por sus críos. Para estos, la experiencia francesa destacará entre todos los recuerdos de cuando éramos chavales”. Y claro, siendo los presentes quienes en el futuro vistan las zamarras de las dos selecciones más potentes de la pelota vasca internacional, importará -les irá en el gen- lo que unos y otros consigan en la cancha, pero, y ese es el mandamiento en el que se cierran todos los demás, según dice Orlando Gaviña, presidente del Club de Pelota Adurtza, “valoramos por encima de todo la cohesión del grupo, la conexión entre cada uno de sus integrantes, la experiencia familiar y la convivencia entre todos, porque la cita en Pau es frontón y mucho más. Ese es el objetivo número uno y fundamental”.

En Pau, los últimos 14 años, con dos años por medio de pandemia y parón, se cita lo más destacado de la herramienta joven. Los chavales de 11, 13, 15 y 18 años que juegan a cuero, lo mejor de la paleta a ambos lados de los Pirineos. A la Fiesta de losJóvenes de Bearne, la Section Paloise, club local en el que conviven el rugby, la esgrima, la natación y el judo, la pelota vasca reclama su protagonismo para preparar un encuentro que resultará inolvidable. El último, el pasado mes de abril, del 20 al 24, con participación del Tenis Pamplona, una selección de pelotaris guipuzcoanos “que completamos con algunos de nuestros chavales”, dos equipos del Larraina, otro club navarro, el Amaya pamplonés, una representación de la pelota de Isla Reunión, del sur del Índico, al este de Madagascar, chavales muy fuertes y atléticos -“con barba y mucho músculo los mayores... llamaban la atención”-, “Les Barbarians”, grupo seleccionado de entre los chavales de la zona y algunas otras selecciones regionales de Francia. 300 deportistas y medio millar de participantes entre pelotaris, entrenadores, responsables y familiares, porque, en la fiesta, “participamos todos, la disfrutamos todos”.

Bonet, responsable de pelota del club, necesita de un grupo experimentado a su lado, grande y capaz, para controlar el maremágnum que supone la presencia de tanto chaval, unos pocos días, en torno a una competición de pelota que se celebra en su ciudad. La muchachada y el acompañamiento se alojan en residencias de estudiantes repartidas por la zona. Comen y cenan, todos juntos, en la parte trasera del frontón largo; los menús se elaboran de antemano y, hasta los vegetarianos tienen la oportunidad de elegir el suyo con antelación, ¿verdad Aroa?

Aroa Torres, junto a Aketza Herrero, Aitzol Ayucar y Javier Viterihan llevado al grupo con brazo de hierro y pies de plomo y han terminado más que satisfechos de la experiencia y del comportamiento de los críos, 16 en total, entre ellos tres chavalas -Adurtza es el único club que contó con participación femenina- que, como todos los demás compitieron en una única modalidad; paleta cuero. Iratxe Gil, Maddi Ugarte y Amaiur Ayucar entraron con buen pie en la vorágine que quizá marque su vida deportiva. Por primera vez, el grupo expedicionario vitoriano estuvo dirigido por una mujer, Rafi Rodríguez, máxima responsable de los 45 miembros del club, feliz por la experiencia “y dispuesta a repetir si hiciera falta”. El marido y presidente del club, Orlando Martínez de la Fuente, sólo pudo disfrutar de la fiesta los dos días del fin de semana; “tocaba trabajar, ¡majo!”. Tomás Lacalle fue el primer responsable del grupo alavés. Su magnífica relación con los pelotaris y clubes de la zona, donde tuvo la oportunidad de jugar muchas veces cuando era joven, “nos abrió las puertas para participar”, reconoce Orlando. “El objetivo no es ganar sino conocer gente que juega a lo que tú juegas y hacer amigos y pasarlo bien fuera y dentro de la cancha”, repite Tomás, que conoció a los organizadores, los invitó al social que cada año organiza Adurtza por Navidad, y ayudó luego a “disponer una quedada anual en la que los chavales aprenden a ganar, a jugar en equipo y, sobre todo, a disfrutar y conocer el deporte de otra manera, a engancharte casi de por vida”.

La actividad es frenética a partir de las nueve de la mañana. Los chavales únicamente paran para comer, para seguir con la pala hasta las siete de la tarde. Terminada la jornada toca pausa, descanso, y “lo que depare la jornada antes de dormir”. Dicen que los nuestros, numerosos y ruidosos, “también suelen competir para pasarlo mejor que los demás. Con la marcha que gastan los críos, y nosotros, que nos dejamos ir un poco”, reconoce Lacalle, “lo pasamos genial”. El grupo nunca llega al límite. Está controlado. Cuando acaba la actividad de los pequeños, a partir de las 21:00 horas, les llegó el turno a los entrenadores, que se montan el Corta/Tour. ¡Lo que disfrutaron Viteri y Aketza a esas horas! Entonces, eran los chavales quienes ocupaban su sitio en la grada, apoyando, aprendiendo... disfrutando siempre.

La competición pura y dura consiste en tres tipos de pruebas: formato quiniela, el tour classic a sets y la Coupe du Jambon -ibérico, por supuesto-, modalidad en la que toman parte todos los pelotaris del equipo que van sumando según les vaya en su partido. Se juega a doble vuelta y terminan, por eso de la presión del momento, los mayores, cuando está en juego la pata del cerdo.

El mundialito francés es un canto a las relaciones, una oda a la participación, un ensayo general de prácticas y modelos de entrenamiento, un trabajo en grupo y en común donde el pelotari mejora su técnica y afina la empatía y el compañerismo. Además de los trofeos a los diferentes campeones, entrenadores por un lado y pelotaris por otro, votan a los que han destacado a nivel técnico y en el aspecto personal. Eneko Frías, Beñat y Naroa Zulaika han sido algunos de los nuestros que más votos sumaron en este perfil. ¿Tout cela est beau, n’est-ce pas?