- La temporada 2021-22, finalizada oficialmente el domingo en Valencia, ha vuelto a dejar un sabor de boca agridulce en los araskizales y no porque no se haya dejado de ver buen baloncesto en Mendizorroza, sino porque ha vuelto a ser una temporada plagada de irregularidades como consecuencia de tantos aplazamientos de los encuentros por el covid-19.
No se le pueden achacar por razones obvias todos los altibajos del juego del equipo a la emergencia sanitaria, pero el Kutxabank Araski ha sido el club más perjudicado de la competición con hasta cinco aplazamientos. Y si a eso se le suma los problemas en el inicio de la campaña con varias jugadoras lesionadas, lógicamente complica mucho la posibilidad de obtener cierta regularidad. Las vitorianas llegaron a jugar hasta siete partidos en apenas 21 días para recuperar todos los duelos pendientes. Una situación que no resulta fácil después de tener hasta dos semanas de inactividad.
Con todo, se han alternado las luces y las sombras en el juego del Araski a lo largo de la temporada. Eso sí, hay que resaltar que el equipo que dirige Madelén Urieta jamás ha perdido su identidad. A pesar de haber tenido partidos más flojos en lo que a su rendimiento se refiere, las vitorianas nunca han dejado de luchar hasta el final y han mostrado siempre ese carácter que tanto les identifica.
El Araski ya inició la temporada con más sobresaltos de los normales. Y es que Izaskun García, llamada a llevar el timón junto a Asurmendi, sufrió a las primeras de cambio unos contratiempos físicos que le obligaron a estar apartada de las canchas varias semanas. Una lesión que propició, a su vez, una de las noticias más positivas para el club alavés, es decir, el regreso de Arrate Agirre al primer plano. La canterana, junto a Atkinson y Dongue, ha sido con diferencia de lo mejor del equipo.
La exterior vitoriana no solo suplió a la perfección a la vizcaína, sino que por momentos fue la mejor en su posición gracias a su intensidad, anotación y buena dirección. En concreto, ha promediado 5,6 puntos, 2,1 rebotes, 1,7 asistencias y 1,2 robos por partido. Incluso en ciertos momentos estuvo sola ante el peligro debido a la ausencia de Asurmendi, pero aun así Arrate nunca se amedrentó y demostró que tiene nivel más que suficiente para competir en la máxima categoría del baloncesto español.
Hay que recordar que Agirre decidió echarse a un lado en el 2018 para poder centrarse en su ámbito laboral, ya que compatibilizar trabajo y deporte resulta casi imposible. Sin embargo, la canterana -ante la necesidad del equipo- regresó este curso para socorrer a sus compañeras. La vitoriana, licenciada en Dirección de Empresas, ejerce como profesora de Economía. Además, ha compatibilizado por momentos los entrenamientos en el primer equipo con los del filial, donde ha jugado estas últimas temporadas en Primera Nacional.
Del mismo modo hay que destacar a las dos mejores jugadores del Araski: Tanaya Atkinson y Leia Dongue. La exterior estadounidense y la pívot mozambiqueña han sido incluidas varias veces en el mejor quinteto de las sucesivas jornadas gracias a sus buenas actuaciones.
Al margen de sus espectaculares números -Atkinson logró 16,4 puntos y 5,7 rebotes de media por los 14,5 tantos y 6,4 capturas de Dongue-, ha sido el carácter de ambas lo que les ha llevado a ganarse el cariño de todos los araskizales. Ambas jugadoras, a las que el Araski intentará retener por todos los medios de cara a la próxima campaña, han tirado del carro cuando peor pintaban las cosas y con su buen baloncesto se han logrado grandes remontadas.
La irregularidad vivida por el Kutxabank Araski es la misma que le ha llevado a sufrir derrotas abultadas, no solo en referencia al resultado sino también en cuanto a las sensaciones. Por momentos, el equipo se ha mostrado muy débil sobre la cancha y eso le ha llevado a perder encuentros bastante dolorosos, como al principio de campaña en Mendizorroza por 57-93 ante el Estudiantes o el 59-90 de la penúltima jornada también en casa ante el Ensino lucense. Pese a ello, también es una evidencia que el equipo ha exhibido la fortaleza de saber levantarse siempre y luchar hasta el final.
Los objetivos perseguidos desde el arranque de la temporada no se han cumplido. Y es que el Araski se ha quedado sin disputar tanto la Copa de la Reina como los play off por el título liguero. Un resultado que hace que las conclusiones no terminen de ser positivas a la hora de hacer el pertinente balance.
Lógicamente siempre quedará la incógnita de qué habría pasado si no hubiera habido tanto bache en el camino y el equipo hubiera podido tener cierta regularidad. Aun así, en el deporte no merece la pena hablar de situaciones hipotéticas y las cosas se han dado como se han dado y deben aceptarse, ya que en el baloncesto también afecta el factor suerte.
Al final, el Araski acumula ya, por unos motivos u otros, dos temporadas sin clasificarse entre las ocho mejores. Con los buenos fichajes que se realizaron en verano, los aficionados se ilusionaron esta vez con la posibilidad de volver a entrar en la pelea por el título. El deporte son rachas y a pesar de la avería que ha sufrido en el motor con problemas técnicos ajenos a ellas, el club aspira el próximo ejercicio a regresar por sus fueros, ya que nunca ha perdido su identidad de lucha ni su carácter. Y es ese mismo gen es el que le ayudará a intentar competir nuevamente por todo en el futuro.