- Más allá de cualquier análisis técnico-táctico, de cuestiones estadísticas, la clasificación del Real Madrid para los cuartos de final de la Liga de Campeones entra en el capítulo de partidos para el recuerdo del club blanco y del fútbol internacional por lo inesperado y hasta casi irracional por todo lo que ocurrió en el momento que Karim Benzema pulsó el interruptor de la magia.

El París Saint Germain y todo su multimillonario proyecto, reforzado para esta ocasión con la llegada de Leo Messi como estandarte, con Achraf Hakimi, con Sergio Ramos, que ya disponía de una relación de primeros espadas, entre ellos Neymar, cabalgaba a lomos de un inconmensurable Kylian Mbappe por el Santiago Bernabéu. Ya en la ida, en el Parque de los Príncipes, el cuadro del argentino Mauricio Pochettino había podido sentenciar. En el segundo partido su puesta en escena estaba también por encima a la del Real Madrid.

Se llevaban 150 minutos de eliminatoria con superioridad parisina no reflejada en toda su medida en los marcadores de ambos partidos, aunque el 2-0 para el PSG en el global parecía definitivo. El Real Madrid, caía víctima del fulgurante Mbappe. Benzema es un 9 con alma de 10. Mucho más que un delantero al uso. A lo largo de su carrera ha dejado retazos casi impropios de las características que le sitúan en el olimpo internacional.

Por ejemplo, lo hizo ante el meta del Bayern Sven Ulreich y sobre todo lo hizo en la final de la Champions ante el Liverpool ante Loris Karius para desnivelar el partido. Frente al PSG volvió a hacerlo. Fue a presionar a Gianluigi Donnarumma, considerado a tenor de los últimos galardones el mejor guardameta del mundo. Y encontró el premio. El conjunto galo reclamó falta de Benzema, pero el colegiado dejó seguir. El balón golpeado por el italiano fue a parar a Vinicius, que sirvió a Karim el 1-1.

El 9 blanco había apretado el interruptor. El encuentro y la eliminatoria dio un giro absoluto. El Real Madrid, reforzado por el vigor que dieron Eduardo Camavinga, Rodrygo Goes y Lucas Vázquez, y liderado por un excelso Luka Modric, se comió al PSG, que se diluyó de forma absoluta. El Bernabéu se encendió y apareció la magia de las citas más históricas. Equipo y afición comenzaron a creer tanto como a hundirse los parisinos.

Un equipo que dispone de una pléyade de estrellas como Leo Messi, fichado para alcanzar por fin el título, Neymar, el propio Mbappe -el único que realmente lo siguió intentando-, Verratti, Di María.... se disolvió como un azucarillo, desapareció y como tocado por los dioses creció el Real Madrid para completar la remontada y la clasificación con dos nuevos goles de Benzema entre el delirio de la afición blanca y la decepción de los hinchas parisinos que no habían dejado un solo segundo de cantar desde la grada del Bernabéu.

El interruptor de Karim lo cambió todo en el Bernabéu, donde no se remontaba un gol desde hacía veinte años o donde no se revertía un marcador adverso desde que un triplete de Cristiano liquidó al Wolfsburgo de Julian Draxler -de nuevo víctima ayer- y con un 3-0 revirtió el 2-0 sufrido en la ida. había sido víctima del ADN del Real Madrid en la Liga de Campeones. El equipo blanco ganó por 3-1 con dos tantos seguidos en el tramo final de Cristiano Ronaldo y Marcelo que completaron otra remontada, pero de dimensiones absolutamente inferiores. Lo volvió a experimentar el conjunto parisino, pero en su máxima expresión. El botonazo de Benzema apagó la luz francesa.