uando Manex Salsamendi se presenta, con nombre y apellido, nadie puede imaginar que nació en Río Branco, la capital del Estado de Acre, en el norte de Brasil. Pero es así. De aita vasco y madre brasileña, la familia decidió marchar a Errenteria cuando la criatura apenas tenía dos años, para finalmente asentarse en la localidad navarra de Isaba. Ahí creció y ahí comenzó el idilio de Salsamendi con la nieve. Fue en el Club Pirineos del Roncal, a menos de diez minutos de su casa de entonces, donde empezó su carrera deportiva, esa que le ha llevado a disputar en Pekín, y con apenas 19 años, sus primeros Juegos de Invierno. Así, el joven esquiador se encuentra en la capital china disfrutando de su primera cita olímpica. Y lo está haciendo defendiendo los colores de Brasil. Porque la doble nacionalidad de Salsamendi le permitió escoger con quién competir y finalmente se decantó por la selección sudamericana. Una elección de la que no se arrepiente puesto que gracias a ella puede decir que es un atleta olímpico sin haber llegado aún a la veintena. “Siendo sincero, si compitiera con España actualmente no iría a los Juegos. Pero la decisión no se basa solo en eso. Mi madre es brasileña, habló perfectamente portugués y desde que compito con Brasil he experimentado el apoyo logístico y a nivel de becas que ofrecen a su deportistas jóvenes, cosa que aquí no ocurre”, argumentó el propio deportista.

Así, con el maillot de Brasil, Salsamendi pasa a ser Silva -puesto que en el país carioca prevalece el apellido materno- y a acumular victorias y récords. De hecho, con 17 primaveras, logró el mejor resultado para un sudamericano en la prueba de sprint de esquí de fondo al quedar entre los 40 mejores en los Juegos de la Juventud. Pero ahora está compitiendo con los absolutos, con los doctores en su deporte: “En la Villa hay deportistas de todo el mundo, con gente de todas las modalidades. Es muy impactante porque también he competido en Mundiales, pero esto no tiene comparación”, comentó el navarro. De esta forma, Salsamendi debutó en Pekín con la exigente prueba de skiathlon, una competición que no pudo terminar al ser doblado por los líderes. Sin embargo, el fondista se desquitó en la modalidad de sprint, donde acabó en la posición 71, pero con récord brasileño. Asimismo, también dejó bien alto el pabellón carioca en su tercera prueba, la de los 15 kilómetros en estilo clásico, puesto que no solo fue el más joven en competir en ella, sino que además firmó la mejor actuación del país sudamericano.

Pero Salsamendi no se conforma. Aunque esté rompiendo el techo de cristal de Brasil en los Juegos de Invierno, el esquiador siempre quiere más. “Estoy aquí porque represento a Brasil y este no es un país fuerte en este deporte, eso está claro. Aun así nadie quita el trabajo que hay que hacer todos los días para poder llegar aquí. Sé que para muchos brasileños el estar aquí y participar ya es un logro increíble y están muy contentos con mi participación, pero para mí no es suficiente. Sé que ahora mismo no estoy ni cerca de los mejores, por eso el objetivo de estos Juegos es solo vivir la experiencia, pero es inevitable compararse y frustrarse” concluyó. Con todo, Salsamendi tendrá hoy otra oportunidad de resarcirse. La última. Se despedirá de estos Juegos Olímpicos de invierno con un nuevo reto: los 50 kilómetros con salida en masa. Se trata de una distancia en la que no ha competido nunca, por lo que el navarro acude al centro nacional de esquí de Zhangjiakou sin muchas expectativas deportivas, pero con todo el ánimo que supone estar en la prueba reina del esquí de fondo.

De aita vasco y madre brasileña, Salsamendi nació en el país sudamericano aunque creció en Isaba