iclón hubo uno. Ogueta marcó a fuego una época gloriosa de la pelota y como él no ha habido más. Nadie. Ninguno. No le conocí mucho, pero pude entrevistarle alguna que otra vez, en radio y televisión y durante años, cuando era pequeño, no paraba de cruzarme con él cada día yendo y viniendo del instituto por el camino de la senda, por El Mineral y por Fray Francisco.

Luego tuve la suerte de conocer a sus hijos, a Jon y Fernando, quien durante un par de legislaturas llevara las riendas de la Federación Alavesa de Pelota Vasca y, en nombre del padre, era el encargado de premiar al mejor pelotari de la Feria de la Blanca, la primera de entre todas, cuyo escenario lleva además, y con orgullo, el nombre del genio, José María Palacios "Ogueta", el pelotari más taquillero de todos los tiempos, un artista, adelantado a su tiempo, el hombre que lo revolucionó todo, un grande entre los más grandes.

En el corto del complejo Beti Jai de Mendizorroza, frontón Ogueta desde 1979, la fotografía de aquel ciclón presidió el pasado fin de semana las últimas finales del Campeonato Provincial, Gran Premio "El Corte Inglés", y la utilizamos de fondo para subrayar y potenciar la figura de otro "ciclón", Sergio Martínez, pelotari que se ha hecho con el galardón, Trofeo Ogueta, con medio siglo de retraso quizá, que vuelve a protagonizar una de estas historias donde deportistas y personajes de todos los tiempos van recibiendo homenaje y reconocimientos.

El ciclón de Haro, me apuntan, lo ha ganado todo y ha estado donde los mejores desde que echara a andar su carrera a los 16 años, jugando por placer en los frontones de Gamarra, donde le descubriera el patriarca de los Asurmendi, asombrado de la facilidad con la que "aquel zurdo movía la pelota, con cuánta magia". Desde entonces han transcurrido años y lustros donde ha coleccionado títulos, todos casi, aunque quienes le conocen un poco destacan sus cualidades humanas sobre todas las demás.

"El más grande", reconocía Jai Alai Labastida en FB, bajo una fotografía como la que ilustra esta página. Porque ha ganado innumerables campeonatos provinciales, ha sido campeón de Euskadi, del Torneo de los torneos, el GRABNI, de España y del mundo. A ello se refería sin duda Joseba Petralanda pero, sobre todo, seguro, al factor humano, a las condiciones y cualidades que acompañan de manera intrínseca al deportista, que son más y muy destacables.

El paso del tiempo, el medio siglo y un pico, no le han alejado un centímetro del frontón. Por él y por otros como él, Tomás Lacalle es otro elemento fundamental, la herramienta en Álava sigue manteniendo una progresión que Adurtza cuida con especial esmero. En sus manos descansa esa evolución y cambio generacional, en el juego, en el compromiso y en los comportamientos.

Por todo ello, y por un nuevo título, el penúltimo, en el individual de pala corta ante Gonzalo Martínez, de manera inesperada quizá, y exprimiendo todas las virtudes que aún le acompañan: grandes dosis de calidad, técnica y pundonor y una carrocería mítica y asombrosa que cuida como un preciado tesoro. Ese título, la trayectoria y su "arrolladora personalidad" le hacen merecedor al título de pelotari del año.

"Sergio es el mejor zaguero de herramienta que hemos tenido en Álava, un lujo del club Adurtza, una persona generosa y un activo para el club", nos dice Orlando Gaviña, el presidente. Petralanda insiste: "es el más grande pelotari que he conocido, y todavía mejor persona". Vicente del Val repite letra por letra: "excepcional pelotari y gran persona". Su compañero y amigo Tomás Lacalle, pareja de hecho en la cancha en tantas ocasiones, destaca "su carácter competitivo. Es un compañero y un amigo. Un gentleman".

Los veteranos le tienen en gran estima y siempre al lado, pero los jóvenes todavía más. Aketza Herrero, un palista que ama este deporte, siempre implicado y "con muchas ganas de aprender", le mira con orgullo y admiración, como en un espejo; "los que jugamos a esto y nos encanta la pala solo queremos seguir jugando hasta entrar en la residencia, como él". Para Aketza y todos los jóvenes del club, Sergio "es un referente en el frontón y un ejemplo a imitar fuera".

Otro joven, de los que andan cogiendo el testigo en modalidades como el cuero y la pala corta, Javier Sáez de Viteri, quiere seguir regalando bendiciones y adjetivos a la figura del señor Martínez. Dice que, en referencia a su juego, "tiene una zurda capaz de ganar cualquier cosa", y con chanza agrega "una derecha muy apropiada para aguantar un vaso en la cuchi". Pero sobre todo, opina que su compañero y maestro es "la elegancia personificada. Entrenar con él es un placer y aprendes mucho, en la cancha y también fuera".

El Premio Ogueta, merecidísimo, se queda en buenas manos. Es de justicia que una persona como Sergio engrandezca la cadena de premiados con el trofeo. Hubiera sido un atropello que un pelotari como él se hubiera quedado fuera de la lista.

Sergio Martínez es un señor con retranca, gracioso, simpático, muy trabajador, que vale para todo, un animador. Está en su mejor momento. Vive al día y es el responsable de llenar el depósito de nuestras energías. Nos dijo en su día que "la vida ha pasado en un soplo" pero que 30 años no son nada porque quedan otros más por delante. Le conocí cuando ejercía el periodismo con mucha responsabilidad y exigencia.

Con la misma ilusión y fuerza con las que tomó las riendas de la presidencia de la Federación Alavesa de pelota durante un año; "lo que tocó y a pleno pulmón mientras se pudo". Es buen conversador, muy organizado, un hombre que "te invita a la acción, a no estar parado". Es un motivador y un ejemplo.

Un clásico, como esos viejos vehículos donde, o con quienes, uno hace prevalecer "el divertimento puro, la pasión", pero sin abandonar la competición, el fin casi último de todo individuo. Un clásico inglés con volante a la izquierda, titulamos una vez, un deportivo de lujo, una máquina perfecta. Una persona enorme. Y punto.