ejos de la incertidumbre del que aún cuelga el futuro de algunos ciclistas que no encuentran acomodo para la próxima campaña, a varias lunas de esos lugares malditos donde el futuro es una niebla que rodea lo desconocido, en el firmamento ciclista brillan los diamantes de la alta joyería. En el escaparate más rutilante se exponen los sueldos de la aristocracia del ciclismo. L’Equipe desveló el monopoly de la nobleza. El listado de los mejor pagados del mundo rotula a Tadej Pogacar, el chico de oro y las piernas de platino. El astro esloveno se embolsa 6 millones de euros por curso. Una gran suma. Sin embargo, conviene poner la cifra en perspectiva. Stephen Curry, el mejor pagado en la NBA, percibe 45,7 millones de dólares en los Golden State. Patrick Mahomes, quarterback de los Kansas City Chiefs de la NFL, se embolsa 45. Lionel Messi, el futbolista con el salario más alto del planeta, percibe 33,5 millones de euros en el PSG.
Campeón del Tour en 2020 y 2021, Pogacar cotiza más que nadie en el parqué bursátil del asfalto. El Ineos, acostumbrado a la gloria del julio francés con Wiggins, Froome, Thomas y Bernal, trató de fichar al prodigio esloveno para recuperar el cetro mundial. Desde el UAE, una estructura estado, respondieron con una ficha mareante y un contrato hasta 2027. Nadie en el ciclismo tiene una contrato tan largo y jugoso. Pogacar es inaccesible para el resto y no solo en la carretera. El esloveno, el mejor ciclista, desplazó a Peter Sagan de la peana millonaria.
El eslovaco, un corredor que es un marca en sí mismo, percibe la friolera de 5,5 millones. Hasta la estruendosa irrupción de los últimos fenómenos: Pogacar, Van Aert, Van der Poel o Evenepoel, Sagan era el hombre espectáculo por excelencia. El mejor embajador posible: ganador y carismático. Esa condición le situó en lo más alto de la atalaya durante años. Poseedor de tres maillots arcoíris, Sagan es una supernova. A pesar de que su potencial deportivo ha disminuido, el eslovaco continúa siendo una inversión muy rentable. Al menos así lo creen en el Total Energies, que lo ha reclutado para su proyecto. Sagan otorga notoriedad y titulares. En un deporte donde los equipos responden a marcas comerciales salvo las estructuras estado, el tres veces campeón del Mundo es una bendición. Un reclamo. Gran parte del salario de Sagan lo alimenta la marca de bicicletas Specialized. Ambos son indisolubles.
El personaje a modo de bandera se instaló en los mandatarios del Israel Start Up Nation cuando tomaron la decisión de fichar a Chris Froome tras su tremendo accidente en el Dauphiné de 2019. Desde aquel episodio, el británico, el mejor vueltómano de la pasada década, (vencedor del Tour en 2013, 2015, 2016 y 2017, del Giro de 2018 y de la Vuelta de 2017 y 2011) no ha logrado aproximarse ni remotamente al que fue. Froome tiene un sueldo de otro tiempo, de cuando era el dominador de la escena. Cobra entre 5 y 5,5 millones. Poco menos que Pogacar. El campeón del pasado percibe un salario no muy inferior al del campeón del presente y del futuro. En la carretera, la distancia entre ambos es sideral. El sueldo del británico es una anomalía pintada con la pintura de la añoranza y la esperanza de la resurrección. En realidad, son muy pocos los que consideran que lograra asemejarse a su estatus anterior. Froome es una cuestión de fe.
Vencedor del Tour en 2018 y excompañero de Froome, Geraint Thomas también percibe un salario excelente. El galés del Ineos se embolsa 3,5 millones y desde que venciera la Grande Boucle en la que Froome fue tercero, no ha sido capaz de ofrecer su mejor perfil. En el Ineos se acomodan los mejores salarios del pelotón. A Thomas le sigue Egan Bernal. El colombiano percibe 2,8 millones por campaña. Bernal, que conquistó el Tour de 2019 con apenas 23 años, también se llevó el Giro de Italia del pasado curso después de sobreponerse a los problemas físicos que le martirizaban. Aunque sombreado por la volcánica explosión de Pogacar, Bernal es el líder natural del Ineos, toda vez que Thomas parece amortizado y Froome dejó la formación. En el Ineos, que dispone en la plantilla a cinco de los diez ciclistas mejor pagados, también presta sus servicios Michal Kwiatkowski. El polaco, que fuera campeón del Mundo en 2014, es uno de los gregarios estrellas de la escuadra británica en el Tour. Su salario es más alto que el de la mayoría de líderes de otros equipos. Julian Alaphilippe, bicampeón del Mundo, y uno de los corredores más atractivos por su espectacularidad, cobra 2,3 millones. Richard Carapaz, campeón olímpico, vencedor del Giro de 2019, tercero en el Tour de 2021 y segundo en la Vuelta de 2020, percibe 2,2 millones en el Ineos. Ese mismo sueldo recibe Wout Van Aert, una de las grandes estrellas del ciclismo, en el Jumbo. El belga, un corredor multiherramienta como quedó reflejado en el último Tour: venció en una jornada de montaña tras doblegar el Mont Ventoux, conquistó la crono de cierre y alzó los brazos en el esprint de los Campos Elíseos de París, es uno de los grandes señuelos del ciclismo.
Todos ellos ganan más que Primoz Roglic, el único ciclista que se aproxima a Pogacar en cuanto a rendimiento. A Roglic le supera un envejecido Vincenzo Nibali, 2,1 millones en su regreso al Astana. Alejandro Valverde cobrará 2,2 millones en su curso del adiós en el Movistar. El líder del Jumbo, ganador de las tres últimas Vueltas, segundo en el Tour de 2020 y que posee un palmarés envidiable, cobra dos millones de euros. En esa escala salarial se encuentra Mathieu van der Poel, otra estruendosa luminaria y un imán para los aficionados. Jakob Fuglsang, Romain Bardet, Adam Yates, otro Ineos de la lista, y Thibaut Pinot también perciben 2 millones. Ninguno de los citados está, ni de lejos, al nivel de Roglic. El resto del ranking lo componen Elia Viviani, que se embolsa 1,9 millones en el Cofidis, Nairo Quintana, que como líder del Arkéa francés está en el mismo rango salarial, y Fernando Gaviria, velocista, 1, 8 millones en el UAE. Desde lo más alto mira Pogacar, el rey del monopoly.
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