ún es pronto para saber dónde está el techo de Carlo Ancelotti (Reggiolo, Italia, 1959) en su segunda etapa en el Real Madrid, si bien su trayectoria hasta la fecha arroja una pista: lidera con cierta holgura la tabla y los resultados hablan de una mejoría paulatina en todos los aspectos del juego. Dicen que su fútbol no enamora, pero rentabiliza sus armas como ningún otro equipo. Los recientes triunfos sobre el Sevilla y el Athletic confirmarían ambas observaciones. Tras muchos minutos bregando bajo la iniciativa de los hombres de Lopetegui y Marcelino, terminó llevándose los tres puntos.
Sucede con frecuencia desde el verano, lo cual a Ancelotti le vale para igualar los registros de puntuación que logró entre 2013 y 2015 al mando de los blancos. Registros sin parangón en los múltiples destinos que ha acumulado como primer entrenador desde que en 1995 dejase de ser el ayudante de Arrigo Sacchi. Clubes de alto copete en la inmensa mayoría de los casos (Juventus, Milan, Chelsea, PSG, Bayern o Napoli) con los que se ha labrado un palmarés donde lucen una veintena de títulos, la mitad continentales, y sobre todo un prestigio que le permite eso, picotear aquí y allá o recibir una nueva oferta de Florentino Pérez, en esta ocasión para tres temporadas.
De este voraz consumidor de goma de mascar siempre se han resaltado sus cualidades para gobernar casetas repletas de estrellas. Donde otros tropiezan, él se maneja con una soltura envidiable y no será por falta de genio. Ese semblante a menudo imperturbable es idéntico al que gastaba en los tiempos en que ejercía de ancla en el centro del campo del que está considerado el Milan más brillante de la historia. Para Ancelotti parece que no hay situaciones insalvables, acepta retos que se supone comportan un alto desgaste personal con absoluta naturalidad, actúa como un bálsamo para los dirigentes, sabedores de que el gallinero se encuentra en buenas manos.
Bale, Hazard, Isco o Marcelo han visto cómo sus roles decrecían al estimar Ancelotti que hay otros, con perfiles más discretos, que merecen jugar. No le sobresaltó la salida de la pareja titular de centrales, Sergio Ramos y Varane, o la ausencia de fichajes deslumbrantes, prácticamente están los mismos que el curso anterior con el añadido de David Alaba, pescado del Bayern Munich. Mimbres acaso insuficientes para reeditar la conquista de la Champions que dirigió en 2014 para finiquitar un vacío de doce años, detalle este que su presidente no olvida.
De momento, Ancelotti va asentando las bases del éxito en el principal torneo doméstico. Tras derrotar al Athletic, ha puesto una distancia respetable respecto a sus perseguidores. Posibilidad, la de escaparse, con trazas de materializarse porque el Madrid ha puesto la directa. Ha enlazado ocho victorias en las últimas nueve jornadas y un empate sin goles con Osasuna, marcador extraño para un conjunto que sale a casi dos goles y medio por encuentro. La puntería se ha visto relanzada por el súbito despegue de Vinicius, ahora el socio ideal de un Benzema que monopolizaba la responsabilidad en el área. El extremo brasileño era el rey del regate y el príncipe de la mira desviada hasta la llegada del italiano. Hoy aterroriza defensas y decanta resultados.
Otra de las claves del crecimiento del Madrid se localiza en su sala de máquinas. Vuelven a coincidir Modric, Kroos y Casemiro, fórmula de garantías que las lesiones habían frustrado hasta mediados de octubre. Un trío formidable que presenta una única pega: su cada vez más cercana fecha de caducidad. Los 36 años del croata especialmente y los 31 del alemán plantean un problema a medio plazo, pero también en el corto dada la densidad y exigencia del calendario que afronta el Madrid. En este sentido, cabe que alguno de ellos descanse en próximas fechas y Ancelotti recurra al todoterreno Valverde o a Camavinga, proyecto de director de altos vuelos en fase de adaptación y con un protagonismo relativo.
Por seguir con las líneas, en la zaga se consolida el dúo Militao-Alaba, con el competente Nacho para lo que haga falta tanto en el centro o en las alas, y se han recuperado Carvajal y Mendy, portentos físicos que han contribuido a una drástica reducción de los goles concedidos. A la mitad en los últimos ochos compromisos.
El poderío del once de gala de Ancelotti no admite discusión, es en la recámara donde surgen las dudas. De ahí que el Madrid haya alternado diversos sistemas tácticos y modificado el posicionamiento en la faceta defensiva, ahora más prudente a fin de eludir el desgaste que implica correr hacia atrás.
El Madrid apunta a escaparse en la tabla, ha puesto la directa al enlazar ocho victorias en las últimas nueve jornadas
Vuelven a coincidir Modric, Kroos y Casemiro, fórmula de garantías que las lesiones habían frustrado hasta octubre