hora se disputan hasta los pasos de cebra", bromean en el pelotón para pintar de humor el bodegón del ciclismo moderno. En las gargantas retumba una idea tallada sobre piedra, un adagio para comprender la prosa de la realidad, donde no existe compasión ni sentimentalismo. "Cada vez es más difícil ganar. Se va rapidísimo. El nivel medio ha subido muchísimo. Hay una competencia brutal. Aquí nadie regala nada". La sentencia es el mosaico de varias voces que coinciden en la complejidad de alzar los brazos en la era de los valientes. Esa coreografía cada vez alcanza a menos ciclistas, la mayoría de ellos estrellas como Pogacar, Roglic, Van Aert, Alaphilippe, Van der Poel, Evenepoel o los afamados esprinters. La clase media cada vez sufre más porque las elites, hambrientas, no dejan rebañar ni las migas. "Hay quince o veinte corredores que se lo llevan prácticamente todo. Nadie perdona nada", describió a DNA Go-tzon Martin. La reflexión del ciclista del Euskaltel-Euskadi es un opinión compartida y que sirve para contextualizar un ecosistema cada vez más hostil, en el que solo los más brillantes logran destacar con periodicidad.
Thomas de Gendt, uno de los grandes rodadores del pelotón, advirtió en una entrevista que cada vez era más difícil acceder incluso a una escapada. "Rodé con varios de mis mejores valores de vatios en 10 minutos desde que los registré en 2013. Normalmente suelo hacer pedazos la carrera con esos valores y en esta ocasión estaba 100 metros por detrás de un grupo de 70 corredores. El nivel general es mucho más alto". En ese contexto las victorias cotizan al alza en el parqué bursátil del ciclismo, donde no hay lugar para las carreras menores. Todo es importante, más si cabe en el WorldTour y su extrarradio. Vencer ahora tiene un mayor grado de dificultad. No es ajeno a esa realidad el ciclismo vasco, que contabiliza ocho triunfos, pero solo dos de ellos pertenecientes a la máxima categoría.
Ion Izagirre, con dos conquistas, es el corredor con más laureles de la campaña entre los representantes vascos. El resto, Pello Bilbao, Omar Fraile, Alex Aranburu, Mikel Landa, Jon Aberasturi y Enrique Sanz contabilizan un único triunfo en el contador. Ion Izagirre, que la próxima campaña competirá en el Cofidis, se impuso en la cuarta etapa de la Itzulia, prueba perteneciente al calendario del WolrdTour, y en el estatal de contrarreloj. Fueron dos victorias al límite. El de Ormaiztegi derrotó a Pello Bilbao en Hondarribia en una llegada de foto-finish entre un grupo de fugados. Su segundo laurel lo obtuvo contra el reloj, cuando pudo con De la Cruz por menos de un segundo.
En la Itzulia también sonrió Alex Aranburu. El de Ezkio, que recalará las tres próximas campañas en el Movistar, venció en la segunda etapa con final en Sestao por delante de su compañero, Omar Fraile. Segundo en la crono de arranque de la Vuelta, que se llevó Roglic, Aranburu ha rendido a alto nivel y se ha perfilado como uno de los ciclistas de futuro para las clásicas. La gloria que le esquivó a Pello Bilbao y visitó a Izagirre en Hondarribia, la encontró el gernikarra en el Tour de los Alpes. Bilbao superó a Vlasov y Adam Yates en una jornada montañosa de la prueba italiana. Completó un magnífico descenso en el último puerto y resolvió en meta. Sexto en la Itzulia, en el Tour obtuvo una notable novena plaza.
En el Giro su misión era dar cobertura a Mikel Landa, pero el de Murgia padeció una durísima caída que le obligó a abandonar. Ese accidente reviró el curso del escalador alavés. Cerró el podio de la Tirreno-Adriático por detrás de Pogacar y Van Aert. Una vez superada la lesión, Landa obtuvo la general de la Vuelta a Burgos. El resto de triunfos se los han repartido: Omar Fraile, campeón de España en ruta, Jon Aberasturi, vencedor de una etapa en el Tour de Eslovenia, y Enrique Sanz, que se impuso en una etapa de la Vuelta al Alentejo. Aberasturi correrá en el Trek el próximo curso. Sanz colgará la bici. No seguirá la estela de un ciclismo desbocado, donde vencer es el más difícil todavía.
A la baja. Si bien el curso 2021 supone un ligero repunte respecto a las victorias cosechadas en 2020, que solo fueron cinco, conviene matizar que la pasada campaña estuvo absolutamente mediatizada por el tremendo impacto de la pandemia, que dejó la temporada en apenas cuatro meses de comprimidísima competición. El de 2019 fue un curso comparable al actual en su fisonomía. Sin embargo, los ciclistas vascos sumaron 23 triunfos, triplicando prácticamente la cifra de la presente campaña. En 2018, el contador de victorias apuntaló 15 triunfos. Un año antes, en 2017, los corredores vascos lograron celebrar 21 victorias. Elevado varios palmos el listón en cada competición, parece claro que la tendencia es menguante.