- A pesar de que el nuevo proyecto del Alavés con Calleja al frente había devuelto la ilusión a la parroquia albiazul tras el gran final de temporada de la pasada campaña y los cambios realizados en la plantilla en lo que va de verano, el titubeante arranque liguero, con dos derrotas en casa ante el Real Madrid y el Mallorca, ha provocado que, si bien la situación aún no es alarmante, empiecen a surgir las primeras dudas acerca del equipo. De hecho, el inicio de la competición oficial recuerda ciertamente al de la temporada 2020-21, en la que Pablo Machín intentó sin éxito darle una vuelta de tuerca a la forma de entender el fútbol del club babazorro.

En aquella ocasión, el técnico soriano intentó romper con el tradicional esquema 4-4-2 que desde la primera etapa de Abelardo en Vitoria se había convertido en la seña de identidad del equipo gasteiztarra. Machín intentó implantar su característico 3-5-2, proponiendo un estilo de juego más ofensivo, presionando arriba y con muchos jugadores sumándose al frente de ataque, protegidos atrás por la línea de tres centrales. Sin embargo, no contó ni con la convicción ni con el perfil de futbolistas necesario para llevar a cabo su idea, ya que echó en falta dos carrileros y un mediapunta más regular que Jota Peleteiro.

Si las herramientas de trabajo no eran las ideales, tampoco ayudó empezar la temporada con dos derrotas. A fin de cuentas, por muy bien que se juegue, lo que manda en el fútbol son los resultados y es inevitable que si las victorias no llegan las ideas del entrenador empiecen a estar cuestionadas e incluso los propios miembros de la plantilla duden de su trabajo diario en los entrenamientos. Al final, Machín terminó renunciando a su idea y regresando al 4-4-2 que tan interiorizado tenían sus futbolistas, lo cual no evitó que fuera destituido a mitad de temporada.

De más a menos

En cuanto al Alavés de Calleja, en los dos primeros partidos de este curso ha dado algunos brotes verdes, especialmente en los arranques de los partidos. El cuadro babazorro saltó al césped tanto contra el Real Madrid como contra el Mallorca con la intención de apretar al rival y ser protagonista con el balón. Esa imagen es posiblemente lo más cercano al fútbol que pretende realizar Calleja, con el equipo recuperando el esférico lo más cerca posible de la portería contraria para ser verticales y con Manu García como encargado de filtrar pases a ras de césped a los atacantes. En caso de no encontrar espacios, la idea es defenderse con la posesión del esférico, hacerlo circular con paciencia y no rifarlo.

Así lo hicieron contra el Mallorca y tuvieron dos ocasiones claras de adelantarse en el marcador en los primeros 25 minutos, con un remate de cabeza de Pere Pons solo en el punto de penalti y un mano a mano de Edgar Méndez con Manolo Reina que tapó bien el guardameta. Con el paso de los minutos, sin embargo, el equipo fue diluyéndose y retrasando su posición en el campo. Errores en la circulación como una pérdida de Lejeune ante Kubo que pudo salirle caro al Alavés o pases imprecisos en el centro del campo provocaron que el equipo perdiera confianza y volviera a caer en vicios del pasado como buscar constantemente a Joselu en largo o no acompañar a los atacantes en la presión por miedo a que el Mallorca ganara la espalda a la zaga. La charla de Calleja en el descanso no cambió la tendencia al desorden y la expulsión de Duarte echó por tierra definitivamente el planteamiento albiazul.

Tiempo para adaptarse

A pesar del mal arranque de temporada, aún es pronto para juzgar las posibilidades de este Alavés, que ni ha cerrado su plantilla ni ha integrado completamente a todos los fichajes que ha realizado este verano. Piezas llamadas a ser importantes que llegaron la semana pasada como Matt Miazga y Mamadou Sylla todavía no han podido ponerse a las órdenes de Javi Calleja, mientras que otros como Pellistri, Loum o Iván Martín apenas han tenido oportunidades de mostrarse. Además, aún faltan por llegar futbolistas que apuntalen la plantilla del Glorioso como pueden ser el delantero Miguel de la Fuente, cuyo fichaje por cuatro temporadas podría ser oficial en los próximos días, o el centrocampista del Rennes Lea-Siliki, que aportaría pulmón y llegada al centro del campo, ampliando las alternativas de Calleja para la sala de máquinas.

Solo cuando la plantilla esté cerrada y el técnico haya podido trabajar con ella al completo se podrán valorar las posibilidades de este Deportivo Alavés, que hasta el momento ha mostrado más sombras que luces. Una victoria contra el Valencia el próximo viernes supondría una bombona de oxígeno y daría un empujón al proyecto y a la idea de Calleja. Una derrota, sin embargo, podría sumar nervios y ansiedad a los futbolistas, malos acompañantes cuando se está intentando sacar adelante una idea de juego a la que no se está acostumbrado. Una cosa está clara, si los futbolistas pierden en algún momento la convicción y dejan de creer en el técnico, el proyecto estará herido de muerte. De momento, el buen final de la pasada temporada avala a los gasteiztarras y les dará margen para trabajar y mejorar, pero no eternamente.

El arranque de temporada recuerda al del curso pasado, cuando Machín no fue capaz de implantar su característico 3-5-2