n estos campeonatos no hay favoritismos que valgan. Es muy difícil llegar a una final y más todavía ganarla”, esgrime José Javier Zabaleta. El de Etxarren sabe de qué va la película. Cada vez que salta al ruedo, se le coloca la vitola de favorito. Es su sino. La final del Campeonato de Parejas de hoy en el frontón Bizkaia de Bilbao, que empieza a partir de las 16.45 horas, no cambia eso. Si bien su duelo con Jon Ander Albisu, la otra estrella del torneo y faro de Jon Ander Peña, en una cita de tamaña importancia se esperaba como agua de mayo, ya que la única vivida fue en 2013 y terminó de forma abrupta a los nueve minutos por la rotura del tendón de Aquiles de Pablo Berasaluze, compañero del ataundarra, el desempeño durante toda la competición deriva en esas dosis de presión mayor sobre Danel Elezkano y el pegador de Sakana. El Parejas, capitalizado por la presencia de los dos dominadores, finaliza con la txapela en el horizonte. Y dos opciones: cara o cruz. Puerta grande o enfermería. No hay términos medios.

Zabaleta es el Leviatán en mitad de un océano conocido. Calificado como “especial” por sus compañeros zagueros, la fortaleza de su juego no se deriva únicamente de su pegada. Brilla como una estrella, sí; pero no solo por lo que atrasa la pelota, sino también por su caminar estilístico y sofisticado, la velocidad de sus piernas, la sangre fría y la regularidad, una joya para un guardaespaldas de músculo. Rampante en su trayectoria, el navarro se asoma al mundo del espectáculo pelotazale por un lugar privilegiado. Desde que hizo su aparición en la élite de la mano de Aspe en 2011, los rectores de la promotora se dieron cuenta de que tenían un diamante entre manos, nacido en un pueblecico de Sakana de 150 habitantes y pulido en su etapa de formación por Fermín Eskudero en Irurtzun. En unos meses le alinearon en Primera y, a pesar de algunos paréntesis, no se ha bajado del pedestal.

Muchas miradas están puestas en lo que se espera como un formidable cruce de pelotazos en los cuadros largos. Jon Ander Albisu es el otro gran personaje del Parejas. Calificado desde su entrada en el profesionalismo como un manista irregular, pero primer espada sin paliativos, acumula tres campañas de tranquilidad. Con su asentamiento se acabaron los regalos y ha comenzado la tortura para los delanteros. En la presente campaña, el ataundarra, además de demostrar dotes de líder y una tremenda elegancia dentro y fuera de la cancha, siendo uno de los más damnificados en la huelga de Baiko con el objetivo de mejorar las condiciones laborales de todo el colectivo manista, está rayando a un nivel estratosférico. Por eso, Albisu no teme un choque largo y apela a la “paciencia”. “Será importante aguantar a Zabaleta al principio”, explica el guipuzcoano.

Y en ese bombardeo, Danel Elezkano busca su segundo título del Parejas. Su presencia se entiende como la de un pelotari ordenado en medio de un universo privado de ideas rematadoras. No comenzó el Parejas bajo su propio signo el zaratamoztarra, quien se ha recuperado para la causa mirándose al espejo. La solución: ser uno mismo.

El enredo forma parte del ADN del vizcaino, pero el espíritu que le pide funambulismo puede chocar de pleno con la tortícolis provocada por los pelotazos largos de los dos jayanes de la zaga. En ese escenario, los dos puntilleros se encontrarían con la tortura de actual a contrapelo. Juego entre trincheras. Infantería. Los de Aspe seleccionaron para la tarea cueros “algo más bajos” y pesados (106,4, 105,6, y 106,1 gramos) que los de sus adversarios (106,1, 105,9 y 105,2).

El protagonismo absoluto de los zagueros quizás sirva para quitar los focos de encima de Jon Ander Peña. El delantero de Baiko, de apenas 23 años, disputa su primera final en la élite y la tensión puede pedir su factura. Hasta el momento, arrojado e inteligente, el tolosarra ha sabido adaptarse a las necesidades de cada compromiso. Camaleón. Aunque su perfil es expeditivo y no se arruga, alarga bien el pelotazo y está asumiendo con seriedad su papel. Además, entre sus mayores armas se encuentra un saque que es venenoso como el aguijonazo de un escorpión.