ué listo, Calixto. Menudo es. Y válido, capaz, trabajador, motivador y majete. Hala, se acabó, ya vale de lisonjas. Aquí podríamos dejarlo, pero algo más habrá que decir de lo que el título de la página obliga. Y de los paracaidistas. De Calixto, de pádel, de jugadores veteranos y de los paracas, esos que aparecen de cuando en cuando, cuando no les llamas, como los buitres en cuanto huelen recompensa. Ojo, que no fui yo quien se inventó el símil para los mejores de entre los buenos. Algún puñetero con gracia y buena baba sería.

Los de intervención inmediata como Calixto se metieron en vereda e hicieron suya la empresa que lleva los asuntos de los veteranos del pádel. Jon García-Ariño tiró de la manta y nos desmontó a todos con sus “quedadas de puro gusto”. Encuentros en la cuarta fase, que es en la que la mayoría de los mayores encuentran su estado del bienestar. De esto hará cuatro años, pero la historia viene de un poco más lejos, de cuando la vasca movilizó a la basca y les puso guapos para jugarse el tipo un rato en la cancha y un rato más largo luego en alguna bodega, torre palaciega y paseíto de carrozas para bajar los estómagos.

Cuatro años atrás nació la liguilla +50, “para nosotros, la gente veterana, que no mayor”, cuenta Calixto Sáez Salgado, que en mayo cumplirá 60. El gran premio de cada jornada eran las cañas, la comida y el mus de revancha en el escenario que tocara. En paralelo al Circuito Alavés de pádel, surge el apartado de veteranos, el segmento en el que toman parte los mayores de 50. Siempre están los mismos pero, si se dan determinadas circunstancias, aparecen los inesperados, quienes aún no se han decidido por esta categoría y prefieren competir en el torneo abierto a todas las edades. Son los paracaidistas. Dicen que acuden por el olor a título provincial, a premios y a jamón. Más olfato que nunca en este caso. Calixto y Javier Sáez del Castillo han dominado el ranking alguna vez e Iñaki Iriondo es campeón de Álava e ilustre representante del grupo de mayores. Se trata de un jugador que aún compite a campo abierto. Y con nivel. Javier Aguado y José Luis Poza encabezan la clasificación veterana a día de hoy.

La penúltima novedad nació con la actual temporada. Actividad dinamizadora entre torneos para mantenerles activos. Una liga de 24 parejas divididas en 6 grupos que compiten entre sí, con ascensos y descensos. Mezclan bien los habituales y quienes no suelen aparecer en este segmento. Los del parapente y los de infantería. Parejas de lustre como Cuerda y Fonseca, Madinabeitia y Guzman, Peña y Otxoa, Tavárez y López, Álvarez de Eulate y Pérez, Raposo y Gernica, Sáenz de Argandoña y Zubizarreta… Parejas de lujo: Pascual y Gorbeña, Aniel-Quiroga y Terrazas, Crespo y Montero, Cabo y Subirón, Iriondo y Sáez del Castillo… José Manuel Fuentes, “referencia, como jugador y como persona, mi compañero”, según Calixto. Federico Verastegui, veterano entre veteranos, ex tenista y exquisito, en la cancha y en la vida, Joseba Díaz, representante de futbolistas, Iván Uriarte “el fuertote”… Hay de todo, algunos habituales y otros que rascan.

Calixto entró a formar parte de la familia del pádel hace 10 años. Músculos y huesos le invitaron a dejar el baloncesto por algo más sencillo de llevar. Se reconoce como un jugador “de los que llaman pesados, de los que no dan una bola por perdida y lo devuelven todo”. Asegura que el pádel es un deporte fácil “porque te exige lo que estás dispuesto a entregarte”. En cuanto cambia el mono de trabajo por el traje padelero se evade, se libera y se relaja. “A nivel emocional lo necesito. Cuando mi padre cayó enfermo de cáncer el pádel me salvó. Esa hora y media entre hospital y trabajo me regaló relax y calma”, concluye.