icen de París que fue primera ciudad de Europa en iluminar sus calles con luz eléctrica, aunque existe una antigua tradición que relata que el Rey Luis XVI ordenó iluminar toda la ciudad con linternas, algo que no era habitual en esa época, y ese fue el motivo por el cual se le conoce como la Ciudad de la Luz.

Luz es, precisamente, lo que le ha sabido dar Ronald Koeman a este Barcelona, en una temporada en la que la entidad catalana ha tenido que sobreponerse, más que nunca, a innumerables e indeseados problemas extradeportivos. El holandés ha sabido enderezar el rumbo de un barco que ha navegado a la deriva y que parece estar encontrando luz al final del túnel. Una luz que se le ha apagado en defensa.

Las bajas de Piqué y Araujo a las que se suma la ya conocida de Sergi Roberto hacen que Koeman, habituado al sistema de tres centrales, redibuje en Pamplona una alineación estilo Barça al disponer únicamente de tres piezas del eje de la defensa. Las ausencias, y el calendario, pueden ser el motivo. El uruguayo cayó en combate en su reaparición, y el catalán se lesionó en la vuelta de las semifinales ante el Sevilla este pasado miércoles después de recuperarse de una lesión que le ha tenido apartado del terreno de juego 87 días.

La sombra de las lesiones ha mermado a Koeman esta temporada y ha provocado también que el joven defensa del equipo culé filial Mingueza -que debutó en liga precisamente ante Osasuna- una sorprendente solución ante la incertidumbre generada acerca de su rendimiento, que está siendo bastante aceptable sobre todo viendo las circunstancias en las que el chaval se ha tenido que bregar.

Luz ha visto Osasuna después de encadenar trece jornadas sin ganar. Una losa de la que se está desquitando poco a poco, y en la que han brillado jugadores con nombre propio. El último, sin ir más lejos, Kike Barja. Un chico de la casa, con los pies en el suelo y la cabeza amueblada, algo impropio de un jugador de fútbol con apenas 23 años.

Todo lo contrario que ocurre en Barcelona. Tiene que ser el propio Koeman el que, en rueda de prensa, hable del partido ante Osasuna. El holandés se erigió de capitán de barco y tuvo que redirigir el timón de las preguntas que respondió para llegar al primer puerto en unas semana en la que las aguas andan revueltas en Barcelona.

Osasuna, sin hacer ruido, quiere dar la sorpresa y pillar desprevenido a un Barcelona que llega en su mejor momento anímico de la temporada, después de lograr la primera de las dos remontadas que tiene que lograr en menos de una semana. ¿Y Osasuna? Agazapado en la sombra, buscando el momento oportuno para salir a la luz.