SALZBURGO: Stankovic; Kristensen, Ramalho, Wober, Ulmer; Junuzovic; Mwepu (Min. 89, Sucic), Berisha, Szoboszlai; Daka (Min. 73, Okafor) y Koita (Min. 79, Adeyemi).
ATLÉTICO DE MADRID: Oblak; Savic, Felipe, Hermoso; Trippier, Marcos Llorente (Min. 91, Lodi), Saúl (Min. 65, Herrera), Koke, Carrasco (Min. 89, Lemar); Joao Félix (Min. 89, Torreira) y Luis Suárez (Min. 65, Correa).
Goles: 0-1: Min. 39; Hermoso. 0-2: Min. 86; Carrasco.
Árbitro: Anthony Taylor (Inglaterra). Amonestó al entrenador del Atlético de Madrid, Diego Simeone, y a los visitantes Mario Hermoso y Stefan Savic.
Incidencias: Partido disputado en el Red Bull Arena de Salzburgo, sin público.
- No le falta razón a Diego Simeone cuando incide en la contundencia ofensiva, el factor más determinante en el fútbol y la diferencia ayer entre la clasificación para octavos de final de la Liga de Campeones del Atlético de Madrid y la eliminación del Salzburgo, por un gol ocasional de Mario Hermoso y un ejercicio de supervivencia completado por Yannick Carrasco. El 0-1 fue crucial. En el minuto 39 y con un remate con el hombro. El extremo internacional belga golpeó la falta, tan ensayada el pasado lunes en el entrenamiento y tan valiosa anoche. Más allá del 0-1 o unas cuantas acciones de Marcos Llorente, hasta entonces el Atlético no había existido para nada en el ataque.
El lanzamiento del belga ya era medio gol. Con tocarlo un poco lo fue al completo. Fue casi lo único que hizo bien en todo el primer tramo de encuentro el extremo y su equipo, desbordado, casi en todos los lugares, con y sin el balón, hasta entonces ante la irresoluble presión que propulsó al Salzburgo sobre el césped desde el primer instante. El bloque local necesitaba ganar. Y jugó con toda la voracidad. El 0-2, de Carrasco en el 86, fue más que excesivo. Porque el sufrimiento del Atlético fue tremendo por momentos. Quizá, ni en el peor escenario intuyó todo lo que se le vino encima en la puesta en escena. Nadie dudaba de la potencia con la que iba a surgir el Salzburgo. Pero nadie, tampoco, presuponía la respuesta nula del equipo rojiblanco, zarandeado por una avalancha opresiva. La soportó sin daño. Y ahí empezó a ganar el partido y la sufrida clasificación para los octavos de final de la Champions.