n la carrera de Mikel Urrutikoetxea (Zaratamo, 1989) la figura de Aimar Olaizola (Goizueta, 1979) tiene una importancia especial. Es un referente. Antes del debut del vizcaíno ya compartieron pelotazos en la cancha y lo que comenzó como una relación de enseñanza y aprendizaje fue creciendo campeonato a campeonato. Los compañeros de entrenamientos se convirtieron en rivales en la cancha y pelearon por las txapelas más preciadas el uno contra el otro. Pero fue en 2016 cuando esta simbiosis dio un paso más. La empresa cambió a Urrutikoetxea de demarcación y lo junto con Olaizola en el Parejas. Fue una apuesta arriesgada que terminó con estos dos pelotaris abrazando la gloria de la txapela. Cuatro años después, esa combinación volvió a darse. Situaciones y experiencias completamente diferentes, vividas en un campeonato marcado por la incertidumbre. Pero lo que no cambia es la ilusión de Olaizola y Urrutikoetxea, que en la final de mañana buscarán regresar a lo más alto del podio, de nuevo juntos.
Olaizola es testigo de primera mano de los progresos de Urrutikoetxea. Coincidieron por primera vez en la cancha cuando el vizcaíno todavía ni había debutado en profesionales y a partir de ahí los entrenamientos conjuntos se hicieron habituales. “Antes de debutar ya venía a entrenar muchas veces conmigo y le conozco desde que tenía 16 años o así. Entrenando igual será el pelotari con el que más veces he entrenado y de los que mejor me llevo. Para mí es algo especial jugar con él”, reconoce el goizuetarra. En estos años, al igual que su juego, la relación entre ambos también ha evolucionado. “Se ve que tenemos mucha confianza y siempre el uno al otro nos corregimos cosas. Además tengo costumbre de ser pesado en eso y a mí también me gusta que él me diga cuando hago algo mal”, declara Olaizola, que no duda en afirmar entre risas: “Y ya me suele corregir”. “Ya hay confianza, siempre hay momentos para decir algo”, añade el todoterreno vizcaíno.
Urrutikoetxea reconoce que estos entrenamientos le sirven para crecer como pelotari. Duras horas de trabajo que se ven recompensadas a la hora de vestirse de blanco. “Solo hay que ver la categoría que tiene y su palmarés, se aprende un montón. Además, cuando te ayuda y da explicaciones, siempre te quedas con eso e intentas aprender”, apunta Urrutikoetxea. Esta buena relación no solo ayuda en la cancha, a la hora de jugar es un añadido que les permite sacar un mejor rendimiento y reconocen que la palabra clave de su juego es “confianza”.
Tanto en la primera txapela conseguida, como en el actual campeonato, no todo fue un camino de rosas para Olaizola y Urrutikoetxea. El delantero de Zaratamo tuvo que adaptarse a jugar en los cuadros largos. Cambió sus costumbres y tuvo que luchar ante los guardaespaldas más en forma del momento durante varios meses, con todo el desgaste que ello supone. “Lo de Mikel tiene mucho mérito. Jugar en una posición que no es la suya contra zagueros de este nivel, en un campeonato así, es muy complicado y está en manos de muy pocos. Hacerlo dos años y llegar en los dos a la final, creo es algo que no se va a volver a ver”, afirma Olaizola. Esta situación y el trabajo de adaptación que tuvo que hacer, son ingredientes adicionales para que la ilusión de Urrutikoetxea crezca ante la posibilidad de la txapela: “Es el segundo campeonato que jugamos juntos. Al principio me costó, pero estamos otra vez en la final. En 2016 ya me hizo mucha ilusión jugar con Aimar y este año tenemos otra vez la oportunidad de ganar la txapela”.
A diferencia del primer campeonato, en este el viento no sopló tanto a favor. En 2016, Urrutikoetxea llegó con el depósito de confianza a rebosar después de haber ganado la txapela del Cuatro y Medio. Este año, el zaratamoztarra arrancó nada más superar una lesión y tuvo que coger la forma y el juego en plena vorágine del campeonato. “Este año me costó muchísimo. El nivel de juego no era bueno, la primera vuelta no di lo mío y, por suerte, en la segunda vuelta me fui encontrando mejor y conseguimos entrar en la semifinal”, reconoce Urrutikoetxea. Una de las claves de esta mejoría fue “jugar bien y ganar en los momentos clave”, apunta Olaizola. Dicho y hecho. Superaron justos los cuartos, pero en las semifinales elevaron su nivel para lograr el pase a la final.
Ahora, en un campeonato marcado por los parones, el desenlace llegará por fin mañana. “Para nosotros ha sido algo raro. No sabíamos ni cuando se iba a parar, cuando íbamos a empezar, si se iba a jugar o no... hemos tenido que parar dos veces el campeonato. Para nosotros también ha sido raro”, cuenta Olaizola. Fue una fase de incertidumbre que los dos pelotaris combatieron “hablado mucho” y con la ilusión que supone repetir la historia.
“En 2016 ya me hizo ilusión jugar con Aimar y este año volvemos a tener la oportunidad de ganar”
Delantero de Baiko
“Lo de Mikel tiene mucho mérito. Jugar en esta situación es complicado y está en manos de muy pocos ”
Delantero de Baiko