- Después de seis finales en alto y varias jornadas al abrigo del viento, la organización de la Vuelta a España tiene la situación que anheló al diseñar el recorrido: la carrera afronta la tercera semana con el liderato sometido a debate, sin una jerarquía descarada -los cuatro primeros están separados por 35 segundos, con Richard Carapaz de líder por 10 segundos sobre Primoz Roglic-, trasladando las dilucidaciones principalmente a dos días que se antojan cruciales para definir el orden de la clasificación general, la contrarreloj de hoy con final en Ézaro y la etapa del sábado, con la ascensión a La Covatilla.
La orografía asturiana, caprichosa, resaltó las virtudes del británico Hugh Carty, la revelación de la presente edición de la prueba. La duodécima etapa dejó una exhibición que le acercó al maillot rojo, a 32 segundos. En el escenario rural Carapaz recuperó el pastoreo del color rojo que tratará de guiar hasta la capital. Si bien, Roglic quedó satisfecho a pesar de quedar desteñido. Un mal menor, pensó. Dan Martin sobrevivió, a 35 de la cabeza de la general, con un gesto de agonía que siempre muestra pronunciado, pero que el domingo invadió al pelotón. Enric Mas, a 1:50, es la alternativa. "La contrarreloj aclarará todo", avanzaba Carty durante la primera semana. Es el Día D.
La lucha contra el crono ofrece hoy 33,7 kilómetros tras la jornada de descanso, con sus pertinentes pruebas PCR -la amenaza paralela a la carretera-, pero con el agarrotamiento del dramático Angliru, el coloso del que Roglic expresó: "Nunca subí algo tan empinado". Desde luego, lo pagó. El esloveno, por sus aptitudes, es el supuesto gran favorecido de entre los aspirantes. El perfil de la crono es plano hasta los últimos 1,8 kilómetros, donde se intuye que los corredores sustituirán las bicicletas para afrontar la ascensión del 14,8% al mirador de Ézaro, la bomba donde puede estallar la Vuelta. Carapaz, el guardián del rojo, admite que "es muy difícil", pero, considera, "voy a hacerlo bien".
En caso de que la crono no dinamite el equilibrio, la detonación previsiblemente se trasladará al sábado, con la penúltima jornada, la traca que unirá Sequeros y La Covatilla, con seis puertos y más de 4.000 metros de ascensión con un desenlace de 11,4 kilómetros al 7,1%.
No obstante, quizás la impaciencia generada por una mala actuación en la crono de hoy invite a lanzarse al ataque antes del sábado. Mañana, pasado y el viernes se medirá la ansiedad por redibujar la clasificación. Mañana, la conexión Lugo-Ourense, de 204,7 kilómetros, plantea un tramo final con una ligera rampa apta para cazadores de segundos. El jueves llegarán aromas de etapa clásica, con 230,8 kilómetros entre Mos y Puebla de Sanabria con un desnivel acumulado de 4.100 metros. Por último, quien esté obligado a la remontada en La Covatilla, podrá apretar las piernas el viernes, con la salida en Salamanca y la meta en Ciudad Rodrigo, con un perfil de media montaña aderezado por los altos del Portillo, de segunda categoría, y El Robledo, de primera. Madrid aguardará al rojo.