- A veces burlón, otras feroz, siempre caprichoso, el viento sopló con virulencia y mala leche hacia Brindisi, punto de fuga del día del Giro de Italia en su séptimo día de competición. Sobre un relieve llano y mesetario, un plato de sopa, cualquier soplido genera un enorme oleaje. Instintivamente, ese silbido que anuncia el viento es el preludio del desasosiego entre los corredores; el miedo atávico que esposa al pelotón en la incertidumbre. El viento encoge a los ciclistas hasta arrinconarlos en una esquina, allí donde habita el miedo.

Avisaba Pello Bilbao, segundo en la general de la corsa rosa, en la víspera sobre las posibilidades de que se arremolinara el viento de costado y de que los problemas llegaran con esas ráfagas de ametralladora. El viento despliega de imediato el instinto de supervivencia. No queda otra que salvar el pellejo. Acertó de pleno en su presagio el gernikarra, que padeció en el amanecer del día el arrebato de las ráfagas. El viento nunca hace distinciones. A todos los iguala y los rebaja. Como la maquinilla que rapa a los reclutas y les esquila la personalidad.

En un día encrespado por el viento, enmarañado en el primer tramo, Arnaud Démare enseñó la cresta otra vez. Démare es un gallo. Símbolo nacional de Francia. El rey de la velocidad del Giro habla francés. En la etapa más rápida en la historia del Giro con una media de 51,230 km/h. En un día así solo podía vencer Démare. TGV.

Antes de que Démare ondeara su bandera, la ciclamino, el color que premia la regularidad en la carrera italiana, el viento lo desnudo todo, no solo los árboles, que pierden frondosidad en octubre. Durante la primera hora, la carrera fue un bufido. Esprintó, huyendo de sí misma, corriendo despavorida ante el vaivén del viento, siempre dispuesto a las emboscadas. El pelotón disparó el velocímetro hasta situarlo en los 56 kilómetros por hora en esa arrancada de genio e inquietud. Un paseo en moto. Una locura en bicicleta.

Con el viento lanzando navajazos desde el costado, brotaron los abanicos de inmediato. Deceuninck y el Jumbo se afilaron. Toque de corneta. Formaron un pelotón de fusilamiento. El viento enrabietó a unos y a otros. En ese ambiente histriónico y de histeria colectiva, se cortaron Pello Bilbao, Fuglsang, Yates, Pozzovivo€ víctimas del ajedrez de belgas y holandeses, maestros en bailar con el viento.

Nibali, Kruijswijk y el líder, Almeida, se sentían cómodos en el viento, refugiados tras el escudo de sus guardaespaldas. Soplaba Eolo a su favor en una etapa escueta que no permitía distracciones. El Giro rodaba a todo trapo, con el velamen desplegado. Los abanicos apuraron a Pello Bilbao, Fuglsang, Majka, Pozzovivo y Yates, estresados al comienzo. Tuvieron que encender las sirenas para dar luz a su persecución y reducir el retraso, que llegó al medio minuto. El pulso entre los dos grupos se mantuvo durante una treintena de kilómetros, los más agitados. Astana, Education First y Bahrain remaron con fuerza y lograron suturar la herida a tiempo. Solo les quedó una cicatriz en la memoria.

La carrera continuó disparada, pero relajada entre los aristócratas, una vez el viento roló y solo se dedicó a empujar y darle velocidad al encuentro con Brindisi, a orillas del mar. Se convocó a los velocistas en una llegada italiana, con aspecto de circuito. Una curva a un lado, otra al contrario. Un zigzag para dar con el final. Groupama, que posee a la locomatoa más veloz del Giro, montó el tren para Démare. El francés se buscó la vida. Forcejeó y tuvo que meter el hombro contra Molano, dispuesto a boicotear a Démare. El colombiano quiso interponerse en le ballet de los franceses. Démare no se achicó y venció nuevamente con rotundidad. Ni Sagan, que esta vez le tomó la matrícula y se agarró a su rueda, pudo remontar al velocista galo, un disparo que dio en el centro de la diana. Démare esprintó de lejos, repleto de confianza, potencia y resistencia para embolsarse su tercera victoria en el Giro. Démare brinda en Brindisi.

Séptima etapa

Pello Bilbao

Jonathan Castroviejo

Víctor de la Parte

Óscar Rodríguez

Clasificación general

Pello Bilbao

Jonathan Castroviejo

Óscar Rodríguez

Víctor de la Parte