- Hubo un tiempo en el que se creía que nada era más resistente, duro y sólido que un muro construido en piedra. Así se levantaron las pirámides, las fortalezas, los castillos y las murallas. Contra ese material se estrellaron millones de voluntades y decenas de imperios. Ocurre que a las rocas las perfora el agua, tan dócil y tan salvaje, tan calma y tan desafiante. El agua es capaz de horadarlo todo. Nada se le resiste. Es la mejor de las tuneladoras. Solo necesita tiempo, perseverancia y voluntad. De agua está hecho el obstinado Marc Hirschi, capaz de derribar el muro de Huy, que no es un muro cualquiera. El último en hacer pie en esa colina de barrio fue Alaphilippe, campeón del Mundo. Huy representa una conquista absoluta y la confirmación de un ciclista arrebatador que embelesa con su clase. El suizo que deslumbró en el Tour plegó a Woods y Cosnefroy en un rampa que le puso en órbita, inaccesible para Woods, Porte o Pogacar.

Hirschi fue una de las mejores noticias del pasado Tour. El animador de una carrera inerme. Después de un par de sinsabores, de dos cabalgadas que se desvanecieron en el ocaso, Hirschi pudo disfrutar de una victoria. El suizo, en estado de gracia en el hexágono, se enfatizó en el Mundial. Fue bronce en Imola.

En la Flecha Valona, en uno de los altares del ciclismo, en ese muro con aspecto de calvario, decoró con el oro del triunfo su ciclismo elegante, de esmoquin. El suizo se matriculó con honores en un muro que exige el uso de crampones y piolets para ser vencido. En una rampa escarpada, sin eco, acallado el público por las medidas que impone el combate contra el coronavirus, Hirschi gritó una actuación soberbia. Funcionó como un reloj suizo. Concreto. Exacto. Eficaz. Hirschi se activó a la hora justa. Woods se adelantó. Eso le provocó un retraso en meta. Hirschi observó el movimiento del norteamericano, que revoloteó a cien metros de la corona. Demasiado pronto. Hirschi se colgó a su esfuerzo y se aceleró a 75 metros. Cuando despegó el suizo, Cosnefroy quiso rastrearle, pero Hirschi, alado, se presentó en la cima besando el puño y golpeando el aire.

Fue su rúbrica a una victoria rotunda en la Flecha Valona en la que ni Alaphilippe ni Valverde, los últimos dominadores del Muro, pusieron pie. Además de Hirschi, que se quedó con la gloria, en el metraje sobresalió Mauri Vansevenant. El joven belga, de 21 años, se ganó cada plano con una enorme escapada. Primero en compañía y después en solitario. Vansevenant resistió hasta las afueras del Muro de Huy, donde Mauri, que debe su nombre a su padre, admirador del exciclista Melchor Mauri, claudicó finalmente. En el diálogo contra la pared, en el agónico Huy, Hirschi derribó el muro. En la prueba femenina el triunfo recayó en Anna van der Breggen. Por otra parte, la Amsteld Gold Race, que debía disputarse el 10 de octubre, no se disputará por culpa del coronavirus.

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