- Los hermanos Pou, junto al argentino Kiko Cerdá, se encuentran estos días en los Picos de Europa avanzando sobre la zona más complicada de la escalada a la cara sur de la Peña Santa y sus impresionantes 600 metros de vacío. Si hasta ahora se habían encontrado secciones muy difíciles en el séptimo grado, ahora mismo las dificultades han ascendido hasta el octavo, con lo que la marcha hacia la cumbre se ha ralentizado más de lo esperado. Esta subida de dificultad ha venido dada porque los tres alpinistas han entrado en una zona desplomada al mismo tiempo que los agarres cada vez se han hecho más pequeños. Otro hándicap importante ha sido que, viendo la enorme dimensión de la montaña, no les ha quedado otro remedio que subir a vivaquear a la repisa que tienen a mitad de pared, teniendo que acarrear en sus petates más de cien kilos de peso entre sacos, esterillas, comida, hornillo, agua y material de escalada, que los escaladores han ido izando durante 300 metros a través de un complejo sistema de poleas. A favor están teniendo la calidad de la roca, una caliza gris excepcional, que solo puede ser comparable a nivel mundial, con la de su vecino, el Naranjo de Bulnes (Picu Urriellu), donde los Pou han hecho historia durante las últimas dos décadas. Con jornadas maratonianas de hasta dieciocho horas consecutivas sobre la pared, el desgaste es tan grande que los montañeros han ido perdiendo peso y energía con el paso de los días. Pese a ello, si logran superar esta zona clave de la pared, la ventana hacia la cumbre quedaría abierta, ya que aparentemente -por lo que han visto con los prismáticos desde fuera- las dificultades decrecen paulatinamente hasta la misma cima. Pero de momento este extremo es pura especulación, y no será hasta que superen la zona en la que se encuentran, cuando puedan comprobar si realmente estaban en lo cierto.