- Siete meses después, el tenis celebra la disputa de un Grand Slam, aunque los difíciles tiempos actuales lo van a recluir en la burbuja impenetrable de Nueva York. El US Open va a desarrollarse desde mañana sin público en sus inmensas pistas, en medio de un ambiente frío y lleno de precauciones. Además, faltan algunos de los mejores del mundo, que han preferido evitar riesgos y aplazar su regreso a las pistas tras la pandemia. Por eso, estas dos semanas van a ser un desafío más mental que físico, un reto de paciencia, sobre todo para quienes lleven otro par de semanas más aislados por haber disputado el torneo de Cincinnati que concluyó ayer con las victorias de Novak Djokovic y Viktoria Azarenka. El serbio venció a Milos Raonic (1-6, 6-3 y 6-4) y logró su trigésimoquinto Masters 1000 para empatar con Nadal. La bielorrusa se llevó su primer título desde marzo de 2016 y el primero como madre por incomparecencia de Naomi Osaka, que aludió a una lesión.

El serbio es, precisamente, el hombre a batir. Aunque lo disimule, sabe que tiene una gran ocasión de ganar su decimo octavo Grand Slam y recortar con distancias con Rafa Nadal, el campeón que no defenderá título, y Roger Federer, los dos grandes ausentes. Djokovic no ha perdido en todo el año, acumula 22 victorias, pese a que esté dejando dudas sobre su estado físico, principalmente por unas molestias en el cuello. Como todo parece más abierto, más imprevisible por las circunstancias, es el momento también de Dominik Thiem, que defraudó en Cincinnati, y Daniil Medvedev, coprotagonista de una final memorable en 2019 ante Nadal.

Por su parte, Garbiñe Muguruza juega su primer torneo desde febrero y, por tanto, todos son incógnitas sobre su estado físico, más aún tras sus recientes problemas en el tobillo. En el torneo faltan seis de las diez primeras del mundo, incluidas Ashleigh Barty, Simona Halep y Bianca Andreescu, campeona el año pasado. Eso ha permitido a la de Caracas ganar posiciones entre las cabezas de serie y tener un cuadro más amable al menos hasta los octavos de final, que es su techo en Nueva York.