- Con la que está cayendo en can Barça la directiva del club que preside Josep Maria Bartomeu, elegido en su día por aplastante mayoría y hoy el sujeto más denostado por el socio culé, optó por no alterar su planes y seguir con la agenda prevista. El marrón se lo tuvo que comer Ramon Planes, el nuevo secretario técnico en sustitución de Eric Abidal, en el acto de presentación de Francisco Trincao, un extremo portugués de 20 años procedente del Sporting de Braga, que costó 31 millones y al que ya comparan con Luis Figo. "No contemplamos una salida de Leo. Nuestra idea es seguir trabajando para construir un equipo ganador alrededor del mejor jugador del mundo, del mejor de la historia", manifestó Planes. Sin embargo el futuro del astro va tomando cada vez más forma y nombre. El Manchester City de Pep Guardiola.
Es tal el shock que ha provocado el frío burofax de Messi y sus consecuencias, a pesar de los indicios que ya barruntaban el divorcio, que en el Barça se niegan a reconocer un futuro sin el futbolista más importante de su historia. Al margen de las manifestaciones de Planes, el club se ha limitado a emitir un escueto comunicado invitándole a que lidere, "con fuerzas e ilusiones renovadas", el nuevo proyecto deportivo "como siempre ha hecho" y que finalice su carrera en el Camp Nou. Y de paso recuerdan al todavía capitán azulgrana que la cláusula que le permitía solicitar la carta de libertad expiró el pasado 10 junio y que, por tanto, al tener un año más de contrato en vigor, su cláusula de rescisión es ahora de 700 millones.
A partir de esta situación, la pretension mayoritaria es lograr que su marcha sea lo menos traumática posible.
El presidente Josep Maria Bartomeu reapareció ayer para hacerse la foto oficial con Trincao. Nada más se sabe de él, salvo constantes alegaciones de los medios del club asegurando que hará todo lo posible para convencer a Messi de que se quede. Sucede que Bartomeu y sus proyectos fracasados son precisamente la razón principal que ha empujado al delantero argentino a dejar el club donde ha forjado su vida, rebosante de éxitos, desde que llegó a La Masía con apenas 13 años.
Miembros de la oposición como Joan Laporta, Emili Rousaud o Víctor Font piden precisamente la renuncia de Bartomeu, incapaz de retener al futbolista más prodigioso, y que tal vez así, con su dimisión, se podría convencer a Leo Messi para que reconsidere su decisión. Tampoco faltan voces acusando a Messi de desafecto, despidiéndose a través de un burofax.
A la espera de acontecimientos, la decisión de Leo Messi parece que no tiene vuelta atrás, que está meditada, tomada incluso antes de la humillante derrota frente al Bayern. El jugador entiende que la famosa cláusula liberatoria se debe ejecutar terminada la temporada 2019-20, que concluyó en pleno agosto, y no el 10 de junio, según recoge el contrato. Y si no lo anunció antes fue para no perturbar al Barça durante el desenlace de la Champions.
Si no se alcanza un acuerdo amistoso el conflicto acabaría en un juzgado de Barcelona, donde se establecería una indemnización del jugador al club, desde luego muy lejana a los 700 millones de la cláusula vigente. Y no bloquearía la concesión del tránsfer de la FIFA para jugar en su nuevo club. A las bravas, Messi tiene todas las de ganar, al amparo de la jurisprudencia de los tribunales deportivos. Una eventualidad que los asesores del jugador habrían estudiado antes de dar el paso y desafiar al Barça.
De momento, Messi tiene previsto presentarse el domingo en la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí para hacerse las pertinentes pruebas PCR para saber si está contagiado de la covid-19 y, en caso de un resultado negativo, asistir al primer entrenamiento del próximo lunes.
Mientras tanto, cada vez toma más cuerpo el Manchester City como destino del crack argentino. Según informó RAC1, Messi habría solicitado al club inglés la garantía de que Pep Guardiola seguirá como entrenador más allá de 2021 para aceptar la propuesta de este club, propiedad de Emiratos Árabes Unidos. La cadena estadounidense ESPN habla de un contrato al jugador de tres años en la Premier y luego otros dos en su equipo-sucursal de Nueva York, donde ya jugó David Villa.