Los alemanes dieron anoche toda una lección a un Olympique de Lyon que salió respondón, pero que cometió el error de perdonar al gigante y sufrió después su cólera, que pudo acabar incluso en una sangría mayor. Gnabry, un descarte del Arsenal que ha caído de pie en Munich, abrió la lata en el 18 y remachó su partidazo antes del descanso dando cuenta del calibre del cañón que gasta. A partir de ahí, el Lyon siguió fallando -Ekambi tendrá pesadillas- y Lewandowski remató imperial la faena sellando en el 88 el pase a la final.