Duración: 81:45 minutos.

Saques: No hubo.

Faltas de saque: Una de Peña II.

Pelotazos: 719 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 10 de Agirre, 1 de Eskiroz, 7 de Peña II y 1 de Erasun.

Errores: 4 de Agirre, 8 de Eskiroz, 9 de Peña, 2 de Erasun.

Marcador: 4-0, 1-4, 4-5, 5-5, 7-5, 7-6, 10-6, 10-8, 11-8, 12-9, 12-10, 16-10, 16-11, 16-15, 17-15, 17-17, 19-17, 19-18, 21-18, 21-19, 21-20 y 22-20.

Incidencias: Final del Campeonato de Promoción disputada en el Labrit de Iruñea.

- Congelada la final del Campeonato de Promoción durante meses por la pandemia del coronavirus, el deshielo del Labrit, enmascarillado para cuidar la salud de todos, goteó un duelo irregular, defectuoso y mesetario, sin apenas perfil a pesar del octanaje del partido o tal vez por causa de ello. Las finales poseen una belleza picassiana, cubista, repleta de aristas. Lejos de lo canónico. El síndrome de Stendhal no suele pasearse por la cancha. Prevalece lo animal, el espíritu de supervivencia y la capacidad de adaptación al medio como hilo argumental único. Puro darwinismo. En ese ecosistema tan particular, donde los nervios son una plaga, el aire es de plomo y la presión anuda los músculos y nubla la visión, Agirre y Eskiroz se coronaron por 22-20 frente a Peña II y Erasun en un pleito sin purpurina. Nació el debate con fórceps, siempre trompicado, enmarañado por los fallos, que picotearon con saña todo el relato de la final, a la que le faltó ritmo, discurso y finura. Por contra, amontonó tensión, dureza, exigencia y la emoción por el desenlace, con las pelotas tan desgastadas como los pelotaris, exhaustos. No emulsionó la final.

Jon Ander Peña se torció de salida, siempre precipitado y eso le condenó después. El tolosarra buscó el remate, pero no conseguía cantar bingo. Eso le condenó. Agirre y Eskiroz descubrieron que les bastaba con acodarse en la barandilla y esperar. Peña II no se aproximó a lo que es hasta que Eskiroz asomó con escaso acierto. Acumuló tres errores y Peña II se frotó las manos con un gancho. Agirre se mantenía en un discreto segundo plano. La final pasaba por el ying-yang de Peña II. En una partido a dos tintas, en blanco y negro, el de Tolosa se vistió de luto. Con el duelo raso, decidió Agirre adentrarse en el juego. Remató con criterio y encabezó el despegue de los navarros, que entre el descontrol de Peña II y el escaso dominio de Erasun en la zaga, no conseguían mezclar bien.

Un par de jugadas resueltas por Agirre les alcanzó para una renta de cuatro tantos cuando la final se acercaba al meridiano: 10-6. Ese tanto que sumó el iruindarra fue una equivocación de los jueces, que dieron por bueno un remate bajo chapa. No lo detectaron y Peña II protestó con razón. Eskiroz aproximó con dos errores consecutivos la caza de Peña II y Erasun, siempre a contracorriente. Al delantero de Tolosa le pudo el ímpetu y cometió falta de saque. Se revolvió con un buen pelotazo. Después se estrelló con un gancho. La final se disputaba a bocados. Entre chispazos de unos y apagones de otros, Agirre, que buscaba su segunda txapela en el Campeonato de Promoción, pegó otro estirón. Los navarros tomaron una renta cómoda, más si cabe teniendo en cuenta lo irregular de la actuación de Peña II.

La final parecía empaquetada, con el champán o la sidra, que marida mejor con la pelota, puesto a enfriar. Agirre y Eskiroz pensaban en el festejo cuando al zaguero, preso de los nervios, se desvió del camino fijado. Algunos desajustes reactivaron a los guipuzcoanos, más firmes cuando a los cueros se les fue el brillo y los tantos se convirtieron en un asunto de minería. Pico y pala. Agirre se contagió y entró e la senda de los errores. La final adquirió otra dimensión con la igualada a 17. Cada tanto afiló los extremos. Se sucedieron los errores a medida que se agotaba el oxígeno y las piernas se apolillaban por el esfuerzo. Agirre deseaba coserse otra txapela y Peña II tenía la intención de deshilacharla. El delantero tolosarra entregó dos malos remates y Agirre y Eskiroz llegaron a la orilla. 21-18. Se resistieron Peña II y Erasun hasta que al zaguero se le cayó una pelota sin demasiado misterioso. Allí acabó su padecimiento y comenzó el festejo de Agirre y Eskiroz. La brillantina no es para la final.