Escribir esta semana de baloncesto es sencillo y difícil a la vez. Placentero en lo que corresponde a reconocer la labor de un equipo femenino como es el RPK Araski y su papel protagonista en la Copa celebrada en Salamanca. Complejo y profundamente desolador si tienes un familiar en la residencia San Martín Sanitas Mayores, incomunicado y sin contacto con el exterior desde el domingo. Desorientados. Solos, afectivamente hablando. La vida te da y te quita a partes iguales. Sólo cabe ver el vaso medio lleno. Siempre se puede recurrir a la esperanza. Algo hay en la incertidumbre.

El RPK Araski (generalmente huyo de los patrocinadores, pero es de justicia en casos como éste reconocer su implicación) ha vuelto a poner sobre la mesa las virtudes del trabajo bien hecho. Su eclosión como club, punta de lanza de una temporada virtuosa, ha vuelto a ponerse de manifiesto. Estar entre los mejores conjuntos de baloncesto español no es cualquier cosa. Que se lo pregunten al Baskonia. Cuesta mucho sudor. No ocurre de la noche al día.

Declaración Vuelvo a declararme un apasionado del baloncesto femenino. Escapo de las modas. Tampoco es por ganar nada a cambio. Muchos disfrutamos siguiendo al Araski como si volviésemos a tener la mirada de un niño. Hay quienes están retomando la ilusión por un deporte que es parte de nuestro ser y del de otros tantos. Sin él la vida tendría menos sentido. Simplemente sería diferente. Así de importante puede llegar a convertirse el baloncesto o aquello que te mueve, que te cautiva. Un estilo de vida. Una manera de hacer, de compartir.

Pero el tema se complica por momentos. A quien se pensaba intocable, un virus le está haciendo remover ‘Roma con Santiago’. Otros, simplemente, contemplan un escenario caótico en el que el sistema y sus agentes impulsores se sumergen. El ataque a una residencia de mayores de Vitoria-Gasteiz está siendo demoledor. Quedan serias dudas sobre si se han tomado las medidas adecuadas. La existencia tiene igual valor a cualquier edad. “Estamos preocupados por los niveles alarmantes de propagación y por los niveles alarmantes de inacción”, argumentó ayer de la OMS, Tedros Ghebreyesus, al declarar el brote de coronavirus “pandemia global”.

Ante tanto desorden, el baloncesto se antoja refugio. Un lugar para la esperanza. La actuación de las vitorianas dirigidas por Made Urieta rayó la perfección en tierras castellanoleonesas. Eliminaron de inicio a un, sobre el papel, superior Gernika de manera épica. Cuando las lesiones y las eliminaciones por faltas parecían condenarlas, la pasión, la garra y el trabajo de equipo pusieron a un rival favorito contra las cuerdas. En el caso de la semifinal, aguantar 33 minutos frente al que luego sería claro campeón -Perfumerías Avenida- fue sobresaliente. Saber sufrir siete minutos más hubiera sido épico.

Las partes y el equipo Una escuadra nace y se desarrolla si las partes que la integran se unen para superar las adversidades que salen a su paso. Quizá el coronavirus es una oportunidad para que nos comportemos como un equipo. Para que veamos el mundo redondo, Como una pelota naranja o de cualquier color. Integrado, como partes de un parquet a la pista en su conjunto.

Es hora de recordar una vez más a personas que se dedicaron en cuerpo y alma al deporte de la canasta en su versión femenina. El triunfo del Araski es el triunfo de muchos, piezas de un puzle que se completa hoy. En el recuerdo, nombres como los de José Luis Espizua Fofó en el Gasteiz de los 90. Juan Gatón en el Divino Maestro y el Araba, Carlos Antía en la cantera de Luis Dorao y después en el Gasteiz, Julio Hevia en La Blanca, Benjamín y Toño en el Llodio, Alfredo García Lázaro en el Eroski, Javi Buesa en la Ikastola Olabide o José Manuel Izquierdo en el Abaroa. Proyectos como el que se diseñó en torno al Aurrera. Dirigentes como Edurne, Santa Coloma o David en La Blanca, Livia López en el Abaroa y el Araski, Blanca Torrecilla en el Divino, Sautu en el UPV... y un largo etcétera. “No hay victoria ni derrota. Sólo lucha. Hay que pelear siempre”. Es la filosofía de Santi Segura, técnico milagro en el Utxorigorria y el Salvatierra de los 90. La sigue empleando en primera persona.

Epílogo El baloncesto femenino ha tenido que reinventarse constantemente. Ha sabido ocupar su sitio. Transmite sensaciones. Es sentido. Transfiere lucha por encima del masculino. Los gestos técnicos y tácticos bien aplicados se saborean más porque da tiempo a verlos. Tiene fuerza, pero también mecánica, disciplina, conexión entre las partes. Puede que, incluso, más generosidad que el masculino en muchos aspectos. Traslada esfuerzo. Se aproxima más a la superación. Ahora cobra más ejemplo si cabe.

Pd: A todas las personas afectadas por el coronavirus. A los residentes fallecidos por esta maldita pandemia que he conocido en la residencia Sanitas San Martín y a sus Familias. Todos somos uno. Lucharemos hasta el final. Dedicado también a los trabajadores de este centro por todo lo que están haciendo para mantener a flote una situación difícil, una nave a la deriva de consecuencias imprevisibles. Con todo el reconocimiento.

El Rpk Araski ha vuelto a poner sobre la mesa las virtudes del trabajo bien hecho, algo que cuesta mucho sudor

Aguantar 33 minutos en la semifinal frente al que luego sería campeón, el Perfumerías Avenida, fue sobresaliente