llegado febrero parecía que todo estaba acabado. Pero hete aquí que aún falta un capítulo, puede que el último, de la serie Cambio, compro, vendo, cuando se daba por hecho que el final estaba cerrado y era satisfactorio para la mayoría. A saber cuándo se terminará, más aún con las grandes dudas del que tiene que poner el punto final a esta historia, pues sigue dando tumbos sin encontrar el más conveniente ya que quieren un delantero bueno y barato (algo a todas luces inexistente). Y es que como Dembelé ha sido operado de una grave lesión, y según el cirujano tiene para seis meses de recuperación, el Barcelona puede fichar a un nuevo jugador que actúe en LaLiga o esté sin contrato. Y ahí andan, tocando las narices a diestro y siniestro. De hecho, han iniciado un casting interminable en el que está, no sé ya en qué puesto ni el precio actual, el delantero albiazul Lucas Pérez y la afición alavesista está de los nervios. No sé cuáles son las aspiraciones del jugador albiazul pero si tiene en mente ganar la carrera a los demás candidatos el sábado perdió muchas opciones. Así que, como cada día que pasa se añade un nuevo nombre a la lista y desaparece otro para luego reaparecer, algunos esperan con verdadera preocupación el final del inacabado último episodio; si bien a la mayoría le parece una situación que más que a suspense mueve a tomárselo a risa.

El Alavés también ha protagonizado una pequeña secuela en su historia sobre la configuración de una plantilla muy modificada a la espera del desenlace inminente del casting. Le han abierto la puerta de salida a Burgui, que se ha marchado a Zaragoza en busca del tiempo perdido y de sí mismo. De esperar con expectación su recuperación como el primer refuerzo invernal a no contar nada para Garitano: 21 minutos jugados en dos partidos, sin contar el de Copa en el que actuó 26, y convocado en otros seis. Pasó de ser la gran esperanza, el deseado, a ser el último en su puesto en la rotación. También el Mallorca ha tenido problemas en el mercado de invierno en el que no ha satisfecho las necesidades de Vicente Moreno y solo ha dado de alta a dos cedidos. Lo normal en una situación deportiva complicada como la del club mallorquín hubiera sido la destitución del entrenador, pero el club ha apostado por el despido de Maheta Molango, la mano derecha del presidente, hartos de que se entrometiera en parcelas que no le correspondían y que no reforzara convenientemente al equipo.

Así que, a pesar de que la ocasión la pintaban calva, los albiazules no supieron aprovechar la oportunidad que se les presentaba de liquidar deportivamente a uno de sus adversarios más directos. En vez de eso, les han dado un soplo de vida y les han hecho creer aún más en sus posibilidades. Y eso que el encuentro empezaba de la mejor manera posible, con presión en campo contrario y llegando al área más que el Mallorca. Sin embargo, no dejó de ser una ilusión que duró tan solo diez minutos en los que ni tan siquiera se puso en aprietos al portero rival. A partir de ahí, poco bueno que contar. El comienzo del segundo período, parecido al del primero, pero menos duradero aún en el tiempo. Después, poco a poco, el equipo se fue deshaciendo, perdiendo fuelle y ante la falta de ideas se fue apagando. Salvo Pacheco, que es el único que mantiene al equipo en los malos (y buenos) momentos (paró un penalti, pero no sirvió para transmitir la confianza necesaria a unos compañeros que no sabían por dónde les daba el aire), no se salva ni el Tato. Tampoco la anulación de un gol al conjunto bermellón por mano en el origen de la jugada dio sosiego y aplomo a un Alavés impotente, en ocasiones apático y falto de tensión. Ni el propio entrenador, que volvió locos a unos aturdidos jugadores con sus cambios, tuvo su mejor día. Si un mediocentro defensivo y un lateral son los jugadores idóneos para remontar un marcador adverso, vamos dados.

El sábado volvió a prescindir Garitano de Manu García en el once titular. No soy supersticioso, pero en el mundo del fútbol los hay en abundancia y por todas partes. Por si no nos hemos dado cuenta, se han perdido los cuatro encuentros que no ha sido titular pero ha ingresado en el terreno de juego desde el banquillo (siempre con el marcador ya en contra): Sevilla, Real Sociedad, Real Madrid y Mallorca. Es un dato curioso aunque carente de todo rigor científico. Es evidente que no se puede asegurar que haya una relación directa entre la causa y consecuencia en la derrota por su suplencia, pero ahí lo dejo.

Tenía la esperanza de ver a un Alavés dominante y de manera más continuada, demostrando a su rival el porqué de la clasificación, pero lo que hizo fue desandar en el partido más de lo que pudiera haber avanzado con anterioridad.