GASTEIZ - La Fundación Euskadi, el proyecto que se ha convertido en puntal del ciclismo vasco después de la extinción del Euskadi-Murias, anunció ayer la plantilla que afrontará el estreno la próxima temporada en la categoría ProTeam, la denominación adoptada para la segunda división del ciclismo internacional, que otrora fue denominada Continental Profesional. La estructura que preside Mikel Landa y que cuenta con la dirección de Jorge Azanza contará con veinte corredores, respondiendo así a las exigencias de la Unión Ciclista Internacional (UCI).
Para la elección del elenco que podrá acceder a carreras como la Itzulia, la Clásica San Sebastián o la Vuelta a España, como hiciera el Euskadi-Murias desde una categoría semejante a la que ocupará la Fundación, se ha pretendido ser fiel a la filosofía según la cual se concibió la estructura ciclista, “manteniendo una línea de coherencia entre los hechos y los valores que promueve el equipo” desde que naciera en 1993 y tras ser reanimado en 2017 con la llegada a la presidencia de Mikel Landa. De este modo, “la dirección deportiva mantiene el bloque con los que compitió en 2019, reforzando así la idea de dar la oportunidad de competir en el campo profesional al mayor número posible de corredores formados en la cantera vasca”, apuntan desde la Fundación Euskadi.
De este modo, permanecen en las filas naranjas Antonio Jesús Soto (24 años), Diego López (21), Dzmytri Zhygunov (23), Gotzon Martín (23), Ibai Azurmendi (23), Jokin Aranburu (22), Mikel Alonso (23), Peio Goikoetxea (27), Txomin Juaristi (24) y Unai Cuadrado (22). Una decena de corredores a los que se suman otros diez para completar la veintena exigida por la UCI. Las diez caras nuevas son Gari Bravo (30 años), Julen Irizar (24), Mikel Aristi (26), Mikel Bizkarra (30) y Mikel Iturria (27), todos ellos procedentes del desaparecido Euskadi-Murias; Joan Bou (22) y Juanjo Lobato (30), que llegan desde el Nippo-Vini Fantini; Antonio Angulo (27), del Efapel, y Rubén Fernández (28), del Movistar. Por último, otra novedad será la de Iker Ballarín (22 años), que da el salto desde el equipo sub’23, el Laboral Kutxa, y que se ha ganado en hueco en la primera plantilla gracias a sus resultados; el gasteiztarra es el vigente campeón del Torneo Lehendakari.
Así, la Fundación Euskadi mantendrá su columna vertebral y apuesta por otros corredores como Irizar, que en 2018 fue ganador de una etapa del Gran Premio Nacional 2 de Portugal, Aristi, vencedor en 2019 de una etapa de la Vuelta a Portugal y otra del Tour de Limousin, Bizkarra, con una etapa de la Vuelta a Aragón, Iturria, campeón de una etapa de la pasada edición de la Vuelta a España, Lobato, que salvo en 2019 ha logrado victorias cada temporada desde 2011, Angulo, con diez triunfos en el campo amateur, o Fernández, con cuatro años de experiencia en las filas del Movistar.
Precisamente Lobato será uno de los hombres de referencia en la búsqueda del éxito. El andaluz, que ha militado las dos últimas temporadas en el Nippo-Vino Fantini, corrió para el Euskaltel-Euskadi en 2013, la última campaña de la formación antes de su disolución. “Estoy muy ilusionado por volver al sitio donde empezó todo. Ponerme de nuevo el maillot naranja la próxima temporada será un bonito reto para mí. Tengo un recuerdo muy especial del tiempo que pasé allí y de la gran oportunidad que me brindaron de entrar al WorldTour. Ahora la situación es otra, pero llego con incluso más ilusión. Voy a darlo todo por esos colores y por representar a la mejor afición del mundo en las carreteras”, declaró ayer.
Con este elenco, la Fundación Euskadi aspira a defender el presente con resultados, pero también diseña un plantel marcado por su capacidad a largo plazo, puesto que una de las características reseñables del equipo es la juventud, no en vano la media de edad de la plantilla es de 24,9 años. La esperanza del ciclismo vasco pasa por todos ellos, miembros de una estructura que se aloja en el escaparate internacional mirando la digna huella que dejaron sobre las carreteras los antecesores vascos.