bilbao - 48 horas después de la confirmación oficial de la desaparición del equipo, en Jon Odriozola, ideólogo y padre del Euskadi-Murias, cohabitan sin disimulo los sentimientos encontrados, esos que conviven armoniosos en una conflictiva contradicción. La incomprensión, el abatimiento, la rabia y la impotencia se adueñaron de Jon Odriozola cuando supo que la formación vasca que ideó, meció, alimentó y vio crecer desaparecía por inanición, por falta de dinero. Así se escribió el capítulo final del Euskadi-Murias, que completó una magnífica andadura en sus cinco años de vida antes de su inesperado desenlace. Las conquistas deportivas no fueron suficientes para seguir respirando. No le alcanzaron para incorporar una mayor trama financiera al proyecto. No todo tiene lógica. Bienvenido al club de los imposibles, que canta Enrique Bunbury.

Ese sentimiento de incomprensión quema los adentros del mánager, que reconoce que el cierre del equipo, después de que el Euskadi-Murias obtuviera “la excelencia” deportiva y cumpliera “con creces todos los objetivos” en la carretera, le han afectado en lo personal. Odriozola ha mantenido un vínculo íntimo con el Euskadi-Murias porque el equipo fue su creación. Respondía a su visión del ciclismo. Por eso, cuando sonaron las campanas del funeral, a Odriozola se le encogió el corazón. “Han sido momentos muy duros, de impotencia”, asume Jon Odriozola en una entrevista distribuida por el equipo. El mánager, que prefiere mantenerse lejos de los focos durante unos días, reconoce estar apenado por lo ocurrido, si bien la solidaridad y los numerosos mensajes de apoyo recibidos desde distintos ámbitos tras la fatal noticia, adelantada en exclusiva por DNA, han aliviado el espíritu al técnico de Oñati. “Tras haber recibido cientos y cientos de mensajes de apoyo me he dado cuenta de lo que realmente hemos conseguido y quiero dar las gracias por todas las muestras de cariño que he recibido en los últimos días”, diserta el alma mater del Euskadi-Murias.

El mánager de la formación se siente muy orgulloso de la exitosa singladura del Euskadi-Murias en sus cinco campañas, las tres primeras como Continental y la dos últimas con Continental Profesional. “En estos cinco años hemos llegado a la excelencia, con una mejora continua del calendario y dos años seguidos en La Vuelta, convirtiéndonos en un equipo referente en esta carrera. A pesar de haber ganado tantas carreras, el gran éxito ha sido llegar a la gente y crear un equipo en el que muchos se han visto reflejados”, analiza Odriozola que destaca que “nuestra apuesta clara por la cantera ha dado sus frutos, pues hemos dado la primera oportunidad profesional a ciclistas que en el futuro nos darán grandes alegrías”. El preparador guipuzcoano sostiene que la labor del Euskadi-Murias en este tiempo ha servido para “mantener la llama del ciclismo vasco”.

Con esa idea motriz la de ampliar el eco ciclista de Euskal Herria, Odriozola considera que el nacimiento de la escuadra debía recuperar el pulso del ciclismo vasco a modo del latido que propulsó en su día al Euskaltel-Euskadi, la referencia de la afición vasca durante veinte años. “Tenía muy claro lo que había que hacer: un proyecto basado en la cantera que llevase a Euskadi a las cotas más altas del ciclismo mundial”. El Euskadi-Murias no se quedó muy lejos de esa idea partiendo desde la “humildad”. El bagaje de la escuadra vasca no tiene discusión. Los logros en la Vuelta, con dos victoria de etapa (Óscar Rodríguez en La Camperona en 2018 y Mikel Iturria en Urdax este mismo curso), la conquista del Tour de Touquía, una vuelta de categoría WorldTour, prestigiaron al Euskadi-Murias, que nunca dispuso los recursos de otros para competir.

El futuro, por escribir A pesar de no disponer de un presupuesto holgado, el equipo se empleó con bravura, diligencia y valentía. Una de las señas de identidad de la formación vasca. “En lo deportivo, la clave del éxito ha sido que hemos sido capaces de convencer a chavales muy jóvenes de que tenían que atreverse a ganar a las grandes estrellas del ciclismo y en varias ocasiones lo hemos logrado”, se felicita Odriozola, convencido de que anidaron cerca del cielo en lo deportivo ondeando el nombre de Euskadi, un concepto cosido al corazón de la formación desde el belén. “Desde que surgió el proyecto teníamos muy claro que llevar el nombre de Euskadi era una gran responsabilidad y teníamos unos niveles de exigencia que había que cumplir. Teníamos que ser capaces de lograr éxitos deportivos importantes. Creo que lo hemos logrado con creces, con etapas en grandes vueltas y un calendario inmejorable”.

Sobre esa línea argumental, calcula Odriozola que el retorno económico por publicidad para Euskadi de la proyección promovida por le impacto mediático del equipo. “Tenemos constancia de que el retorno publicitario ha supuesto para Euskadi unos 80-90 millones de euros, gracias a un estudio realizado por una empresa reconocida”, expone Odriozola, convencido de que en el futuro, el ciclismo tendrá que hacer una reflexión para que convivan las enormes estructuras del WorldTour con equipos de menor calado. “El objetivo debería ser tomar medidas para conseguir la sostenibilidad de estos últimos”. En lo personal, Odriozola cree “firmemente que hay un hueco para seguir haciendo un trabajo de equipo de cantera en Europa y voy a dedicar mis próximos meses a trabajar en su desarrollo”. Después de los cinco años en el timón del Euskadi-Murias, Odriozola piensa en el porvenir. “Creo que todo lo que hemos hecho ha sido una siembra y el futuro está por escribir. Esto es un punto y seguido”.