Madrid - El deporte femenino otorga cada vez mayores motivos de alegría a España, pero la primera mujer por la que se izó la bandera estatal en una ceremonia olímpica fue Blanca Fernández Ochoa, medallista de bronce en el eslalon de esquí alpino de los Juegos de Albertville en 1992. Meses antes de la enorme eclosión que para el deporte español supusieron los Juegos de Barcelona’92, Blanca, nacida el 22 de abril de 1963 en Madrid, se convirtió en la primera medallista olímpica española. Y aún sigue siendo la única que ha ganado una medalla en unos Juegos de Invierno. Sin embargo, su imagen siempre estuvo ligada de forma indisoluble a la de su hermano mayor, Francisco -popularmente conocido como Paquito-, elevado a héroe estatal tras sorprender al mundo entero capturando el oro olímpico en el eslalon de Sapporo’72.
Esa medalla llegó casi por imperativo legal, cuatro años después de protagonizar, en 1988, uno de los momentos más impactantes de toda la historia de la nieve estatal. Al rozar la gloria olímpica, en Calgary, donde se cayó en la decisiva segunda manga después de haber sido la mejor en la primera. Eran sus terceros Juegos, después de los de Lake Placid’80 y Sarajevo’84. Y el cambio horario con Nakiska, en Alberta -unas ocho horas- provocó que esa segunda bajada coincidiese con el prime time, convirtiéndose en uno de los momentos televisivos más importantes de del esquí español: con su hermano Paco comentando la carrera para TVE.
Blanca tenía pensado retirarse después de esos Juegos, pero prolongó su carrera otros largos cuatro años más; y acabó logrando su objetivo en la estación de Meribel, en una carrera que ganó la austriaca Petra Kronberger, una de las más grandes de la historia. Una prueba en la que cinco centésimas la separaron de una cuarta plaza que jamás se habría valorado en su justa medida. Y que hubiese difuminado una brillante trayectoria. - Adrian R. Huber