Vitoria - Después de trece temporadas alejado de la categoría, el Deportivo Alavés B regresa esta campaña a Segunda División B, la categoría en la que militan los filiales de la gran mayoría de los clubes que componen la máxima categoría del fútbol estatal. El fútbol de bronce supone un compendio de jóvenes promesas que se foguean en las mejores canteras y de veteranos curtidos en mil batallas y engloba grandes estadios de capitales provinciales y recintos modestos de localidades minúsculas, amén de un sinfín de ciudades deportivas. Un banco de pruebas de una exigencia tremenda que servirá para evaluar la evolución de las promesas alavesistas, que tras haber conseguido abandonar el cuarto escalón del fútbol estatal aspiran ahora a la permanencia en la división de bronce, una cuestión complicada da la exigencia que históricamente presenta la Segunda B.

Dentro del Grupo II, que engloba al resto de equipos vascos, a los navarros, a los castellano-leoneses y a los riojanos, el Miniglorias arrancará su nueva andadura en Segunda B el domingo (12.00 horas) ante el Unión Deportivo Logroñés, un club que a principios de la década fue rival habitual del primer equipo albiazul en sus cuatro años en el pozo. Un partido que, como todos los que el equipo vitoriano afrontará como local, se disputará en una ciudad deportiva de Ibaia que ha sido mínimamente mejorada para la ocasión con una grada supletoria que ofrecerá algo de comodidad a los asistentes en forma de asientos.

Proyecto continuista Al frente del conjunto gasteiztarra continuará Iñaki Alonso, el técnico que cogió los mandos del equipo en el segundo tramo de la pasada campaña y que condujo al filial de regreso a Segunda B. Precisamente, el preparador de Durango es todo un especialista de la categoría de bronce, en la que atesora unos resultados sobresalientes -entre ellos, dos ascensos, el primer con el Real Unión y el segundo con el Murcia- a lo largo de diez temporadas. Esa experiencia en el banquillo se presenta como un factor clave, ya que se trata de una virtud de la que carecerá casi la totalidad de una plantilla que, mayoritariamente, es la misma que consiguió el ascenso a finales del pasado mes de junio, reforzada con pequeños retoques, como los regresos de los cedidos -Erik Ruiz (Barakaldo) y Víctor López (UD Logroñés) son los más destacados- o las incorporaciones de Gaizka Martínez (Deportivo Fabril) y Genís Montolio (Levante Atlético), amén de la incorporación definitiva al equipo de los juveniles más destacados, como Javi López y Borja Sainz, han sido los movimientos más importantes a lo largo de la planificación de verano.

El Alavés se presenta en la parrilla de salida de Segunda B con una plantilla muy joven y de escasa experiencia a este nivel competitivo, por lo que seguramente requerirá cierto período de adaptación a una categoría en la que el nivel físico y futbolístico se incrementa de manera significativa con respecto a la Tercera División. Eso sí, los jóvenes futbolistas del filial albiazul cuentan con importantes dosis de talento y una capacidad creativa con el balón que puede brillar bastante más en la nueva categoría.

Tras trece años repartidos entre Tercera (once temporadas) y Preferente (dos campañas), el objetivo del club no es otro que asentar a su segunda equipo en la categoría de bronce para así contar con una plataforma de formación más poderosa y menos escalones de distancia con respecto al primer equipo para que, llegado el momento, algún joven talento pueda dar el salto a Primera División.