Domingo 21 de julio, me levanto como si nada a eso de las 7 de la mañana y noto unos nervios que hacia bastante que no sentía. No sé si será porque tengo muy reciente la g2h (Goierriko Bi Haundiak, 88km con 6000+), disputada el fin de semana del 13 de julio, y por ello, tengo un respeto extra a esta Amurrio Trail de 31 kilómetros y 1800 metros de desnivel positivo, con subidas al Burubio, al Babio y como no al imponente Ungino. Me darán las piernas después del esfuerzo que llevo acumulado, esa es la pregunta que me hace tener esos nervios y que no para de rondarme por la cabeza mientras voy al encuentro de Roberto, que iba a ser mi compañero, y más que nunca apoyo para esta prueba.
Lo cierto es que llegamos a la localidad ayalesa de Amurrio y ya desde el primer momento se nota en el ambiente una bonita jornada de monte. Voluntarios ultimando la zona de salida y llegada, situada en el parque Guk, un montón de corredores en los coches, preparando el dorsal y demás para ir a calentar, en fin, todo listo para disputar esta octava edición de la carrera del monte de Amurrio. Nos dirigimos, Roberto y yo hacia la zona de recogida de dorsales y en menos de un minuto salimos de allí, además de con los mejores deseos de toda la gente que se encontraba repartiéndolos, con el dorsal, por supuesto y con una bolsa del corredor que más que bolsa era bolsón, ya que dentro había de todo, queso, morcilla, txistorra, una botella de Vermut, patatas, huevos, ? y todo producto de la zona, menudo regalazo. Señalar que también nos obsequiaron con unos calcetines técnicos de monte, pero yo creo que más que nada por disimular y que encima se perdían entre tanto producto gastronómico.
El caso es que una vez depositado el preciado manjar en el coche y con el dorsal, mochila y demás enseres preparados, nos presentamos en la línea de salida, lugar donde todos los corredores escuchamos las últimas recomendaciones antes de que, con puntualidad inglesa, a las nueve y cuarto, nos den la salida a las 3 carreras a la vez, la nuestra de 31 kilómetros, la mediana de 20,5 kilómetros y la más corta de 12. En ese momento justo me encuentro con Susana una chica de Portugalete con la que he tenido la suerte de coincidir en muchas carreras. Me comenta que anda justa de volumen, pero aun así va a salir a intentar disfrutar lo máximo posible, a ver como se encuentra según vayan pasando los kilómetros. Pues no le salió nada mal ya que consiguió el tercer puesto en meta con un muy buen tiempo de 4:10 horas. Zorionak Susana, ahora ya sabes a no dejar el volumen y con la mente puesta en ese reto enorme que tienes que no es otro que terminar en 2020 la Hiru Haundiak (100 kilómetros con 5000+). Ya entrenaremos juntos algún tramo, mucho ánimo.
subida al burubio Salimos suaves ya que conocemos el recorrido, estuvimos hace unas 3 semanas visualizando parte del mismo, y después de calentar durante dos kilómetros de asfalto en un cómodo ascenso llegamos a la primera dificultad de verdad en lo que a subir se refiere. Se trata de la subida al monte Burubio, un kilómetro de ascensión con un desnivel medio del 22%, lo que coloquialmente se conoce como una pared. Cierto es que la idea de salir todas las carreras a la vez, y que las tres compartieran este ascenso, provoco una larga fila por la cual se subía muy despacio, incluso con algún parón que otro. Si bien es cierto que en mi caso poco más rápido hubiera ido, quizás con una salida escalonada de las 3 pruebas, se hubiera evitado en gran medida este pequeño problema, para mí como he resaltado lo agradecí por subir más tranquilo y no pegarme ya de salida un buen calentón.
Una vez superado este tramo llegábamos a una zona de unos 8 kilómetros que, si bien presentaba alguna que otra subida incomoda, permitía trotar de manera ligera con lo que los kilómetros iban pasando más rápido. Es en esta zona donde intuí que viendo el ritmo que llevaba es posible no solo que terminara la carrera, sino que lo hiciera decentemente, a pesar que todavía quedaban dos subidas, una de ellas como se dice en argot ciclista de categoría especial. En todo momento, además, tenía a Roberto dándome ánimos y no dejándome relajarme, con lo que andábamos poco, solo en las subidas con cierta pendiente, el resto lo hicimos corriendo. Poco a poco nos acercábamos a la imponente Sierra Salvada, quizás más enigmática que otros días ya que la niebla no nos permitía ver ni el Tologorri, ni la cima de Ungino que donde nos llevaban nuestras zancadas.
Superado el avituallamiento del kilómetro 10 y medio tocaba aproximarse ahora, sí que si, a las faldas del Ungino. Por delante casi 4 kilómetros con un desnivel de más 600 metros positivos, es decir la segunda pared del día. Marcamos abajo del todo un ritmo cómodo pero constante y nos decimos el uno al otro, que así hasta arriba. Nos marcamos el reto de ir al mismo ritmo toda la subida, ni acelerando en los sitios más suaves, ni bajando el mismo en los sitios más exigentes. De esa forma somos capaces de adelantar varias posiciones adelantando a gente que nos llevaba una distancia considerable al inicio de la ascensión. Muchas veces el llevar un ritmo controlado es mejor que ir a tirones, ya que creo, que eso te conduce a mayor fatiga. Una de las personas que adelantamos fue Fernando, que acompañado de Elena y Natxo se encontraba también disputando esta distancia de 31 kilómetros. Me comento en el momento de pasarle que a él le gustan este tipo de pruebas un montón y que la subida era espectacular, pero quizás su talón de Aquiles eran este tipo de subidas tan verticales.
enfilar la bajada Finalmente llegamos a la cima, una pena la niebla ya que aquí se divisan unas vistas espectaculares, además de encontrarse el Ojo de Ungino, una estructura natural en la piedra a través de la cual se puede divisar todo el valle. En esta ocasión no pudimos ver nada. Justo arriba en el control se encontraba controlando el paso de los corredores Abel. Abel además de pertenecer a club de montaña de Amurrio, también es integrante de Montes Solidarios. Recientemente esta organización se ha involucrado en hacer posible a tres personas ciegas, el recorrer parte de Senda Camille. Os dejo en enlace de esta extraordinaria iniciativa a continuación.
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Coronado ya el punto más alto de la carrera enfilamos por una preciosa y vertical bajada de nuevo hacia el valle. El sendero de descenso al mismo es espectacular, el problema viene porque a pesar de correr fluido empiezo a notar molestias en las rodillas, debido a la pendiente, muy vertical en algunos tramos y sobre todo a que ya noto el cansancio acumulado de la ultra del fin de semana pasado. Aun así, hago un tramo bastante digno donde no perdemos ninguna posición llegando por fin al avituallamiento del kilómetro 20 con fuerza para afrontar ya la última subida al monte Babio.
Una vez rellenados de líquidos y habiendo comido un poco, bueno mejor decir que bastante, de sandía, como entraba con el calor y humedad que hacía, nos encaminamos hacia la ladera del monte Babio. Tengo un recuerdo un poco amargo de este monte ya que hace exactamente 4 años, en 2015, tuve el mayor percance que he sufrido en todas las carreras de montaña que he realizado, y ya van unas cuantas. Bajando este monte, en una mala pisada, me doble completamente el tobillo derecho provocándome un esguince de grado 3 del mismo y una fisura del peroné, vamos lo que se dice una avería en toda regla. Así que con eso en la cabeza rondándome todo el rato iniciamos la subida hasta la cima. Decir que al igual que Ungino, nos marcamos un ritmo de subida, solo interrumpido por un avituallamiento situado a medias, donde además de volver a comer más sandia, echamos unas risas con los voluntarios allí situados. Por fin 5 minutos después llegamos arriba y podemos observar una preciosa estampa de todo el valle a nuestros pies además de divisar ya Amurrio, hacia donde encaminamos nuestros pasos.
Bajamos rápido por la conocida senda de los contrabandistas la cual una vez terminada, por un par de sendas nos dirigiría definitivamente a la línea de meta. Resaltar que esos dos, tres últimos kilómetros sorprendentemente fueron los más duros de toda la carrera, ya iba con la reserva y las piernas ya notaban, ahora sí que sí, el esfuerzo de la prueba y de todo lo que llevo acumulado en el año, que no es poco precisamente.
Echando el resto conseguimos Roberto y yo bajar de las 5 horas en meta, con un tiempo final de 4:47 horas, hay que decir que Roberto podía haber llegado muchísimo antes a meta, ya que, a pesar de algún momento malo, iba muy fuerte toda la carrera. Muy agradecido por su compañía toda la mañana. En otra carrera ya te dejare que vayas más fuerte y haga mejor posición, Zorionak Roberto.
Una vez en meta llegaba lo mejor, que no fue otra cosa que la parrillada que tenían montada allí, desde tortilla de patata, sándwiches, morcilla y txistorra recién hecha y cerveza para regar todo esto. Así sí que da gusto terminar una carrera, no se me ocurre mejor manera de reponer fuerzas y dar una alegría al cuerpo después de una carrera no tan dura en cuanto al recorrido, quitando alguna zona, como si en lo que a la humedad que hizo. No me quiero imaginar que hubiera pasado si no hubiera estado el cielo tan tapado y encima hubiera lucido el sol con fuerza.
Por ultimo además de agradecer a todo el Amurrio Trail el trato recibido, en especial a Iñaki, Asier y Abel, por facilitarme tanto las cosas, dar la enhorabuena a todos los participantes, ya que según me confirmaron desde la organización no se produjo ni una sola retirada. Se nota que es una carrera preparada con mucho mimo y dedicación, muchas carreras con mucho mas nombre, no quiero decir que esta no lo tenga, tendrían que aprender a hacer las cosas como las hacen aquí, con mucha humildad y cuidando de lo más importante, que no son otra cosa que los corredores populares.
Ahora toca un descanso, creo yo que merecido, después de unos meses de mucho entreno y de muchas carreras. Esta sección de “hoy corremos” vuelve en septiembre donde no tendremos una sino dos pruebas para realizar, así que más me vale descansar. Nos vemos por el monte.
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