vitoria - Ayer no era un domingo cualquiera en Vitoria. A la hora del clásico vermut y del aperitivo en los bares ubicados en pleno corazón de la capital alavesa, más de 2.000 hombres y mujeres de hierro cabalgaban sin desmayo y desafiaban las elevadas temperaturas de un día soleado. Sudorosos, con el rostro desencajado y algunos con las fuerzas al límite tras casi 4 kilómetros a nado y 180 en bicicleta, todos ellos se sostenían en pie a duras penas. El consuelo es que no les faltó el calor y el aliento de los cientos de gasteiztarras que siguieron en directo la maratón del Ironman de Vitoria, un clásico del mes de julio que año tras año levanta pasiones y moviliza a las masas.
Es el segmento más duro y sobrehumano que les lleva a estos valientes a meterse entre pecho y espalda más de 42 kilómetros. Al menos, no estuvieron solos. Conscientes de la dureza y, al mismo tiempo, espectacularidad de la prueba, la ciudad se volcó a la hora de jalear, arropar y brindar su energía a unos triatletas que únicamente por su pundonor y constancia merecen el mayor de los elogios.
Para una ciudad como Vitoria que es desde tiempos inmemoriales un referente internacional en la organización de cualquier evento, la llegada del Ironman se convirtió ayer en un nuevo examen para comprobar su fidelidad a un deporte como el triatlón con menos adeptos que otros pero espectacular por todos sus poros. Y lo cierto es que el público gasteiztarra disfrutó y vibró como nunca con una prueba cada vez más consolidada en el territorio que concitó el interés de centenares de curiosos durante el recorrido, sobre todo en su segmento del maratón.
La capital alavesa, que venía hace meses de convertirse en la capital europea del baloncesto tras organizar la Final a Cuatro de la Euroliga, estuvo a la altura de las circunstancias en una jornada desarrollada bajo un sol radiante y con menos viento que otras ediciones, una incomodidad añadida para los participantes que en esta ocasión concedió una tregua.
Desde la salida en Landa a las 8.20 horas de la mañana, los triatletas sintieron el calor de un público completamente volcado. Si algo hace más especial si cabe una modalidad como el triatlón donde, por encima de otras consideraciones, se necesita una capacidad agonística fuera de lo normal es el apoyo incansable del público. Dos speakers y la música de fondo amenizaron la jornada en la Plaza de España, centro neurálgico de la prueba donde estaba colocada la meta y que rugía especialmente con fuerza cada vez que completaban una vuelta Eneko Llanos o su mujer Ruth Brito.
La altanería paseada por el campeón vitoriano durante prácticamente toda la prueba no hizo sino subir un poco más la temperatura y el calor entre los presentes. Como no podía ser de otra forma, Eneko vivió un día inolvidable en casa. Uno de esos días que difícilmente olvidará el ídolo local, llevado en volandas por los suyos y que dejó varias instantáneas emotivas al cruzar vencedor la línea de meta. El abrazo sentido de su hijo Jon puso la piel de gallina a los presentes. También acudieron raudos a felicitarle sus padres y sus dos hermanos Hugo y Hektor.
Vitoria volvió a acaparar ayer numerosas miradas por otro evento deportivo del máximo nivel. La repercusión mediática del Ironman estuvo fuera de toda con unos datos concluyentes. Y es que la friolera de 3,4 millones de espectadores siguieron en algún momento el magnífico recorrido a través de www.triatlonweb.es. Sus participantes también colgaron más de un millar de publicaciones en Instagram donde se fotografiaron junto a lugares emblemáticos de la ciudad. Es decir, la mejor campaña de publicidad posible para las instituciones locales, que desde hace más de una década apuestan por el Ironman.
El carácter jovial de la prueba también hizo que, por ejemplo, el alcalde Gorka Urtaran también se enfundase el maillot para acompañar en bicicleta a Heather Jackson, la ganadora en categoría femenina. Alfonso Fernández de Trocóniz y Manu García fueron algunos ilustres que presenciaron el espectáculo.