Hasta ahora, el Tour de Francia apenas elevaba un palmo del suelo. La carrera no tenía relieve. Bastaba con mirar al horizonte y tener cuidado para evitar caídas. Ese molde servía para el comienzo siempre apresurado y frenético de la carrera francesa, a constante galope. La contrarreloj por equipos dejó tocados a algunos, principalmente, a Bardet y a Porte. Más allá de eso, certificó la potencia del Ineos con Geraint Thomas y Egan Bernal. El resto danzó en la igualdad. Pinot, Fuglsang, Nibali, Adam Yates y Urán comparten empuñadura. Mikel Landa y Quintana están más retrasados, pero se manejan en rentas aún razonables. 50 segundos respecto a Bernal.
El galimatías de la general del Tour comenzará a resolverse en la inauguración de la montaña en una jornada en la que se insertan tres puertos de primera, dos de segunda y dos de tercera. El día, de 160,5 kilómetros, acumulará un desnivel de 4.000 metros. El remate espera en La Planche des Belles Filles, una montaña de 7 kilómetros de ascensión, con una pendiente media del 8,7 % y un kilómetro suplementario añadido al recorrido respecto a años anteriores. Para los escaladores, el Tour se dispara hoy.
“Si tengo buenas sensaciones está claro que voy a atacar”, dijo Bardet, que cree que habrá diferencias, pero que no serán decisivas. Eso sí, “el primer test para ver dónde está cada uno”. En su cima se sabrá quién es quién en el Tour. Para Thomas, “este tipo de escalada favorece a los escaladores puros, por ejemplo Egan Bernal”. A su vez, su compañero, estima que “es la primera etapa real de montaña, no sabes cómo estás, tras cinco días muy duros. Espero llegar con los de delante”, apuntó un cauto Bernal. Su compatriota, Quintana se congratuló por la llegada de la montaña. “Llega nuestra terreno. Es muy temprano, hay que ver cómo están los rivales. Hay que ir con cabeza porque si solo tengo yo la presión de atacar otros pueden aprovecharse”.