río de janeiro - Si hay un jugador que ha monopolizado la atención en la Copa América ese es Leo Messi, un ganador sin título, agasajado por la afición brasileña y los rivales y reforzado en clave interna. En ausencia de Neymar, Messi ha sido la única estrella de una Copa América deslucida, de la que salieron antes de tiempo Luis Suárez, Edinson Cavani o James Rodríguez. Un astro al que se le acabó el torneo cuando parecía que comenzaba a encontrarse agusto, pero que se erigió en referente fuera de la cancha.
Llegó a Brasil en una situación límite, obligado a ganar la Copa América con una selección llena de dudas y un técnico inexperto. Un mes después, lo abandona sin título y, sin embargo, con sensación de triunfo, porque todo, en la Copa América 2019, ha girado entorno a Messi.
En Brasil, el 10 ha recibido múltiples elogios. Desde el seleccionador brasileño, Tite (“Messi es un extraterrestre”), al venezolano Rafael Dudamel (“gane o no un título con Argentina es el mejor de la historia”) o al defensa de la Canarinha Thiago Silva (“es el mejor de la historia”) todos se rindieron a su trayectoria.
En la calle, el agasajo fue mayor aún. Pese a ser el emblema del gran rival, Messi es un ídolo en Brasil y, por eso, fue aclamado en cada llegada a un hotel o al entrenamiento, en los estadios, cuando se le nombraba por la megafonía, y fue sonoramente repudiada su expulsión contra Chile.
El cariño al capitán argentino llegó al extremo de lograr que algunos brasileños acudieran al estadio Mineirao con la camiseta albiceleste del 10, el día en el que Brasil se jugaba su continuidad en el torneo contra el conjunto de Lionel Scaloni.
Pero donde se ha agrandado su figura ha sido en la propia selección argentina. En este mes, a Messi se le ha ensanchado la banda de capitán.
Rodeado de un grupo de jóvenes que le admira y algunos componentes de su guardia pretoriana (Sergio Agüero), Messi ha sido el portavoz y el referente moral de los argentinos.
Por primera vez en su carrera, acudió a los micrófonos después de cada partido. En el Barça sus comparecencias en ruedas de prensa son mínimas. De hecho, entre la última, en la previa de la final de Copa de este año, y la anterior, pasaron cuatro años.
la metamorfosis Siempre ha huido de las polémicas pero a sus 32 años ha empezado a decir basta y en esta Copa América ha sorprendido con críticas a la Conmebol, el desempeño de los árbitros y el supuesto desmedido peso que tiene Brasil en la entidad.
Su metamorfosis comenzó a notarse tras la derrota ante Colombia por 0-2 en Salvador. Messi estuvo cerca de 40 minutos con la prensa dando explicaciones del nuevo fiasco.
Ante Paraguay salvó a los suyos del desastre con un gol de penalti que les permitió seguir vivos en la competición. “Estamos en una situación complicada. Pero hay que levantar la cabeza rápido”, dijo. A partir de ahí, el juego del conjunto de Lionel Scaloni mejoró sustancialmente y con él, Messi empezó a criticar a la organización de la Copa América. Se quedó del estado de las canchas. “Todas las canchas donde jugamos son muy malas. Es muy difícil jugar así”, manifestó tras ganar por 2-0 a Catar en el Arena do Gremio de Porto Alegre y sellar el pase a los cuartos de final.
Tras la victoria por 2-0 ante Venezuela dejó un mensaje de optimismo a sus compañeros y tras la derrota por 2-0 ante Brasil en el estadio Mineirao, Messi explotó contra los árbitros y la Conmebol.
Con la expulsión a los 37 minutos del partido por el tercer puesto contra Chile tras un encontronazo con el central chileno Gary Medel, Messi decidió no recoger la medalla. No fui por todo un poco. Creo que nosotros no tenemos que hacer parte de esa corrupción. De falta de respeto que se nos hizo durante esta copa”, explicó.
“La Copa América está armada para Brasil”, amplió después en la zona mixta del Arena Corinthians.