Buenos Aires - Ayer se cumplieron 25 años del último partido que Diego Armando Maradona jugó con la selección argentina, en pleno Mundial de Estados Unidos de 1994, tras conocerse su positivo por dopaje. El Pelusa se encontraba celebrando con sus compañeros la victoria que acababan de conseguir frente a Nigeria, correspondiente a la segunda jornada del torneo, cuando una enfermera se acercó hasta su posición y lo escoltó fuera del campo. Poco después se conoció que el jugador había dado positivo por el consumo de efedrina, una sustancia que por aquel entonces estaba prohibida, en ese mismo partido. Tras conocerse la noticia, que conmocionó al mundo del fútbol, Maradona declaró que le habían “cortado las piernas”. “Me preparé muy bien para este Mundial, me preparé como nunca. Hablan de la efedrina, yo después del partido corrí 10 kilómetros y me duele mucho porque me cortan las piernas, me dan por la cabeza en un momento donde uno tiene la posibilidad de resurgir de un montón de cosas”, afirmó. A pesar de que el 10 siempre defendió su inocencia alegando que no necesitaba “drogarse para jugar”, el partido contra Nigeria celebrado en Boston fue el último en el que visitó la camiseta albiceleste cerrando un ciclo mágico que lo llevó a ganar el Mundial en 1986 y convertirse en uno de los mayores ídolos del país. En la cita de Estados Unidos la selección nunca pudo reponerse de la pérdida de su jugador más emblemático y cayó derrotada en octavos de final por 3-2 ante Rumanía.
Maradona había regresado un año antes al fútbol de Argentina para enrolarse en el Newell’s Old Boys de Santa Fe y tras lo sucedido ese 25 de junio de 1994 tuvo que afrontar una sanción que lo apartó de los terrenos de juego por 15 meses. Tras cumplir con el periodo de inactividad, el Pelusa retornó a Boca Juniors en 1995, donde ofreció una imagen desmejorada, lejos del futbolista que años atrás se había consagrado como una leyenda. - Efe