“c rack, me he roto. No volveré a ser el mismo. Esto no me puede pasar a mí, no en estos momentos. Con lo que me ha costado llegar hasta aquí. Yo no me merezco esto. ¡Vaya racha de lesiones! Esto es culpa mía. ¿Y si pierdo mi esencia de jugador y pierdo eso que me caracteriza por el miedo a volver a lesionarme? ¿Quién va a querer que juegue en su equipo con esta lesión tan grave? ¿Cómo olvidar esa maldita jugada?”. La recuerdas y repasas constantemente. En los días posteriores no dejas de analizarla. Si no me hubiera girado de esa forma. Por qué he tenido que ir a por ese balón. Ya notaba yo algo raro, por qué no te has retirado antes. Todos estos mensajes tan culpables, tan dañinos y limitantes aparecen una y otra vez en los días siguientes a romperte. Madre mía, no sé si quiero volver a entrenar o a hacer deporte. Lesionarse y lesionarse de gravedad saca muchos miedos y miserias de nuestro interior, y concretamente de nuestra mente pensadora y calculadora.

Así se han sentido Anne Fernández de Corres y Jon Ander Pérez. Ella, vitoriana de la selección española de rugby. Él, un gasteiztarra demostrando sus dotes balompédicas en el Racing de Santander. Los dos con lesiones graves del ligamento cruzado anterior. Anne ya recuperada y en plena actividad deportiva después de largos meses. Ahora recuperándose de otra lesión menor pero con las sensaciones de haber vuelto a jugar. Jon Ander recién operado hace veinte días y encarando ilusionado su recuperación.

Anne, ¿qué le dirías a Jon Ander?

Jon Ander, ¿qué le contarías a Anne?

Asumir que me he lesionado. Establecer un plan. Tener la mentalidad adecuada. Centrarse en la recuperación. Regresar a los entrenamientos de manera gradual y escalonada.

Leía todos estos pasos en una guía sobre qué hacer en caso de lesionarse de gravedad. Magníficos, alentadores, retadores y sobretodo impulsadores para una buena recuperación. Palabras, solamente son palabras.

Lo importante y lo que te hace avanzar es la acción. Empezar y ponerte a ello. Te empiezas a sentir de nuevo jugador en cuanto ya puedes hacer algo. Cualquier cosa por mínima que sea. Trabajo isométrico, meterte en la piscina o pequeñas curas. Diminutos pasos pero ya estás en marcha. Si todo va por buen camino, sin contratiempos, llegaremos seis meses después a hacer lo que más nos gusta, jugar de nuevo a lo que nos apasiona.

Yo también me rompí el ligamento ese tan guerrero. Me gustaría aconsejarles y decirles que el trabajo, que la paciencia, que la ilusión son combustibles brutales para avanzar pero son ellos con sus peculiaridades, con sus experiencias anteriores y con sus miedos internos los que tendrán que vivirlo. Que ser positivo y rodearse de personas que les apoyen es vital. Que no mirar más adelante de la siguiente sesión de entreno o recuperación les ayudará a sobrellevarlo. Que vivir y encontrar incluso cosas positivas en lo que te ha pasado, les ayudara a crecer.

Nos juntaremos dentro de unos meses y les invitaré a un café. Me encantará que me cuenten cuál ha sido su vivencia. Qué les bloqueo en algún momento. Qué les ayudo a levantarse en un día de esos en que el cielo es gris oscuro. Seguro que coincidimos en muchas cosas pero en otras su vivencia será distinta y enriquecedora.

Ayuda escuchar a personas, deportistas o no, que han vivido historias parecidas a las nuestras, nos conecta con ellas. Con su sufrimiento, con su fuerza y su energía y nos conecta implacablemente con sus miedos.

La vivencia es única y personal. Cada uno somos un mundo y vivimos lo que nos pasa a nuestra manera. Yo soy yo. Con mi pasado y mi presente. Seas deportista o no, en la siguiente situación difícil que suceda en tu vida lo primero será aceptarla. Eso ya no se podrá cambiar. A partir de ahí te toca el camino más difícil, empezar a caminar. ¿Cómo? No sé, empieza por el primer pasito.

¿Te atreves a jugar?