Con cinco goles y dos asistencias desde que regresó hace nueve días frente al Villarreal, Iago Aspas evidenció la dependencia que el Celta de Vigo tiene de su juego, ejemplificada otra vez en la victoria ante la Real Sociedad, con dos goles en la segunda parte que encarrilaron un triunfo que saca a equipo de Fran Escribá de la zona de descenso.

Es probable que ni Messi sea tan determinante para el Barça como lo es Aspas para su Celta. Sin el internacional español, que cayó lesionado a finales de diciembre en el Camp Nou, el conjunto vigués sumó cuatro puntos en once partidos; desde su regreso firmó siete de nueve, en una semana de tres partidos. Dos goles en la victoria contra el Villarreal (3-2), un gol y dos asistencias frente al Huesca (3-3), y otros dos tantos en el triunfo (3-1) ante la Real son el bagaje de Aspas, que descansará el próximo fin de semana en el Wanda tras forzar su quinta tarjeta amarilla, pensando en las “finales” por la permanencia que se avecinan: Girona, Espanyol y Leganés, en otra semana de tres partidos.

“Yo odiaba a Iago Aspas. Antes de fichar por el Celta lo padecí como rival y ahora puedo disfrutar de su juego”, se sinceró anoche, tras la victoria de su equipo, Fran Escribá. “Con Iago todo es más fácil, hay más espacios, los defensas no están tan encima mío”, explicó el uruguayo Maxi Gómez, quien ha vuelto a ver puerta tras dos meses de sequía. Las dos últimas temporadas Aspas fue el futbolista español que más goles marcó en Liga (19 y 22, respectivamente). Sólo Messi, Luis Suárez y Cristiano marcaron más que él. En el presente campeonato, con los dos tantos del ayer, lleva 15 y se afianza en el primer puesto del Trofeo Zarra. Ha marcado con la zurda, la diestra, la cabeza, de libre directo y de penalti. “Es nuestro líder, necesitábamos que volviera”, admite el capitán Hugo Mallo, su amigo, su gran apoyo en los momentos difíciles.

Porque el internacional español lo pasó mal durante los tres meses que estuvo alejado de los terrenos. Por no poder ayudar a sus compañero, por ver cómo el Celta caía en picado y, sobre todo, por no poder hacer lo que más le gusta: jugar al fútbol. Cientos de wasaps y llamadas a diario. El celtismo lloraba su ausencia y le exigía un regreso que el cuerpo no admitía. “No fue una situación fácil, me sentí desbordado”, contó Aspas tras romper a llorar en el banquillo de Balaídos tras conducir a su equipo a una épica remontada ante el Villarreal.

Con 32 años y después de ser padre por segunda vez, el delantero de Moaña no se quiere ir del Celta. Su sueño es retirarse en el club en el que se crió, al que mantuvo en el fútbol profesional con dos goles al Deportivo Alavés en un dramático partido por evitar el descenso a Segunda B en mayo de 2009; al que empujó a Primera tres años después antes de vivir la dureza del fútbol en Liverpool y Sevilla; o al que guió a su primera semifinal europea, eliminado por el Manchester United de Mouriño en Old Trafford.

Pero su continuidad en Balaídos va a depender de una mejora salarial de su contrato, que expira en 2022. “Se lo merece”, dicen en el vestuario. Aspas es el mejor pagado de la plantilla, pero su salario está muy lejos de lo que cobran los goleadores de las grandes ligas. Ofertas no le van a faltar. En enero recibió una que triplicaba lo que cobra, pero la rechazó. La situación del Celta, al borde del descenso entonces, le impedía abandonar el equipo, al que resucitó en las últimas jornadas. Faltan siete partidos para que finalice el curso. Hace nueve días, el Celta veía la salvación a cuatro puntos; ahora tiene dos de ventaja sobre el descenso. Aspas ha sido determinante, una vez más. - Efe