VITORIa - El piloto alavés del Tesla-Tamega Rally Team, Óscar Romero, completó recientemente una nueva edición del Dakar sobre su moto KTM, en esta ocasión Perú. Finalizó en el puesto trigésimo tercero (46 horas, 53 minutos y 19 segundos) y se quedó a solo tres puestos de completar su objetivo de quedar entre los treinta primeros. Pese a ello, asegura que ha sido el Dakar en el que más ha disfrutado y estar muy contento con el trabajo realizado del equipo.

¿Qué sensaciones le ha dejado la 33ª posición en su tercer Dakar?

-Muy satisfactorias. He conseguido un puesto más que aceptable y que hubiese firmado antes de ir. Más aún si tenemos en cuenta el cartel de pilotos que ha habido. En lo personal me salió casi todo bien, solo tuve problemas dos días y con el equipo hemos tenido buena compenetración. En definitiva, he sufrido pero he disfrutado mucho.

Tal y como dice está muy contento con la posición lograda, pero podía haber sido mejor si no le llegan a penalizar con dos horas, ¿cómo fueron cada una de ellas?

-La primera fue el primer día. Me salté un waypoint y me castigaron con 20 minutos. Por ello, al ser una etapa corta caí a los puestos de atrás. Fue un error mío y creo que se debió a mi falta de experiencia con el road book -libros de carrera donde se explica la etapa- y las ansias por querer estar delante. Tras lo sucedido recapacité y la penalización me tranquilizó para ir poco a poco en todo el Dakar. Otra fue porque me salté un waypoint porque se me calentaba la moto y el último fue por querer adelantar. Me encontré bien y como quería terminar entre los treinta primeros pues arriesgué. Fue una etapa donde íbamos de diez en diez y había un waypoint cerrado -en estos hasta llegar al campamento no se sabe si se ha pasado bien pero en los abiertos lo sabes al momento-, pasé por la derecha, mal, y recibí la correspondiente penalización.

Ha mencionado a los mecánicos y equipo de los que ha resaltado la buena compenetración, ¿son siempre los mismos o ha cambiado en este reciente Dakar en Lima?

-En mis tres Dakar he estado con el mismo y antes de en motos, cuando competía en quad, ya venía conmigo. En definitiva, es un amigo que viene a estas aventuras a ayudarme. Él no se dedica a esto, tiene un bar, pero tiene los conocimientos básicos para arreglar la moto. Tengo mucha confianza en él y eso es muy importante.

¿Y es el único o ha habido más?

-Al Dakar he ido con Fausto Mota, con el que he compartido los gastos. Inscribimos a un mecánico y un ayudante para los dos, siendo este el amigo que te he mencionado antes. De esta manera, la inscripción nos salió más barata. La de un mecánico vale 9.000 euros a lo que habría que añadir gastos correspondientes pudiendo llegar la suma total a 12.000 euros por persona sin que cobre nada por su labor. En los pilotos, en cambio, es de 17.000 euros que más los gastos puede llegar fácil a los 20.000 euros más o menos.

En cuanto a la preparación para este Dakar, ¿ha hecho algo especial?

-Lo que hago siempre. En mi caso me preocupo mucho por fortalecer mi físico. De lunes a viernes procuro hacer deporte siempre que puedo y los fines de semana intento hacer actividades deportivas de todo tipo. En cuanto a la moto reconozco que este año, como los anteriores, la he tocado poco y me he dado cuenta de que es algo que tengo que cambiar para futuros Dakar.

Entonces, ¿está pensando en preparar el del año que viene?

-(Ríe). Ahora estoy disfrutando el que acabo de terminar y solo quiero agradecer a toda la gente que me ha ayudado a estar, a los patrocinadores o a los que mediante mensajes me han ido animando antes, durante y después del Dakar. En Nanclares de la Oca, mi pueblo, la verdad que ha sido un escándalo y también a los medios de comunicación por toda la cobertura que me habéis dado y me estáis dando.

Volviendo a la preparación, ¿qué importancia tiene la mente?

-El Dakar psicológicamente es muy duro y tienes que estar muy concentrado en todo momento. Siempre digo que en carrera me convierto en un autómata y cumplo todo lo que tengo que hacer en el día poco a poco. No puedes pensar más que en eso y en descansar mucho cuando toca. Para hacer un buen circuito hay que estar fresco, evitar en la medida de lo posible las caídas y descansar.

Ha mencionado también los patrocinadores y viendo los costes de las inscripciones, ¿diría que son vitales para afrontar el Dakar?

-Por supuesto. En mi caso no hubiera podido acudir ni a este en Perú ni a ninguno de los anteriores. Cuesta mucho intentar lograr patrocinios que además luego generan compromisos publicitarios. Entre los míos está Pavimentos Tesla que desde el primer día confió en mí y me paga la inscripción y también tengo otros pequeños como gasolinas Armentia o repuestos Eusko de Vitoria, entre otros. Además, este año como novedad el Ayuntamiento de Vitoria, el de Nanclares de la Oca y la Diputación de Álava me han ayudado un poco cada uno. Por último, decir que el Gobierno Vasco también me ha echado una mano. Quería romper una barrera respecto a mi deporte y lo he logrado. Aunque he de reconocer que yo voy con la marca de Euskadi por el Dakar y por ello me gustaría que aportasen un poco más, pero estoy contento con lo conseguido. He abierto una puerta y ahora intentaré que tengan una mayor involucración para que pasen de patrocinadores secundarios a principales.

Volviendo al Dakar, ¿podría contarme cómo han transcurrido los días en Perú?

-Todos los días son iguales. La salida la tenemos a las cinco de la mañana y en mi caso me despierto una hora antes para desayunar, siempre fuerte, y prepararme para la carrera. El inicio siempre suele tener un enlace por carretera que llega hasta las seis y media o siete de la mañana, justo cuando amanece. Entonces nos metemos en la especial y en esta etapa solemos tener puestos en los que poder rellenar la moto de gasolina (dan quince minutos donde no corre el tiempo y se aprovecha para repasar carrera o alimentarse). Tras esto se continúa y al terminar solía haber un enlace por carretera hasta el campamento. En ese momento tocaba abrigarse, ordenar un poco todo y hablar con el mecánico para contarle las sensaciones en la carrera y para que solucione lo que está mal o revise la moto si es necesario. Esto suele ser alrededor de las 17.00 o 18.00 horas. Aprovechamos para ducharnos, comer y al terminar revisamos el road book del día siguiente -dura dos horas-, y nos ordenamos con colores lo que creemos importante. Luego, está el briefing, donde nos dan las indicaciones de carrera y el código de la etapa, que suele ser a las 20.00. Por último, cenamos y, si el piloto ha terminado todo, a dormir. Luego están los mecánicos que viven de campamento en campamento transportando, por carretera, todos los materiales y preparando todo hasta nuestra llegada.

¿Me podría contar alguna anécdota positiva del presente Dakar o anteriores?

-En este tuve un día bastante complicado en las Dunas de Ica. Había muchas dunas seguidas, hacía mucho calor y la moto se empezó a calentar mucho. El motor necesitaba agua y tuve que echar la que llevaba para beber. Tras esto llegué a un punto en el que mi moto era incapaz de subir y tuve que bordear las dunas. La penalización que recibí por lo que hice me recompensó porque pude seguir compitiendo, de no haberlo hecho la moto se hubiera roto y me hubiera tenido que retirar. Conseguí que no se calentara pero entre tanto montar y desmontar puse mal un tubo que empezó a dar con el de escape y empecé a perder gasolina. Cuando me di cuenta lo reparé y antes de acabar la especial me quedé tirado. Tuve que ir andando, encontré dos botellas de agua e intenté parar a otros participantes pero como iban justos de gasolina no me querían dar. De repente, pasó un piloto argentino que iba bien y me ayudó pero acordé con él que si él necesitaba en algún punto gasolina y no me podía dejar que tiraría para delante. Finalmente, ambos llegamos al campamento.

¿Recuerda alguna otra?

-Sí, fue una mala en el primero que disputé entre Paraguay, Argentina y Bolivia. Tuve un mal inicio y se me paró la moto. No pude continuar en carrera y en el momento que me empezaron a remolcar con el quad me pillaron con la cinta, caí y me rompí el tobillo. No me di cuenta porque solo pensaba en que llegasen las asistencias para reparar la moto y poder continuar. Además de eso, hubo unas inundaciones y mi asistencia se inundó lo que me impidió poder llegar. Finalmente, cuando me pude reenganchar pasaron dos días y en ese momento me echaron de la carrera.

Y en esos momentos malos ¿de quién se acuerda o de dónde coge fuerzas para seguir?

-En mi familia y en mi padre que falleció hace tres años, justo cuando hice mi primer Dakar. Creó que él fue un revulsivo para ir. En su momento le dije que lo haría y aunque no me pudo ver siempre lo tengo muy presente. El apoyo de mi familia siempre ha sido increíble y en la moto llevo una foto de mis hijas, de mi mujer y mi padre. En esos momentos bajo la cabeza y no pienso más que en seguir. Todos ellos son muy importantes para mí y siempre me han apoyado. Al final es algo que te ayuda mucho, no cabe duda.

¿Le gustaría mandar algún tipo de mensaje respecto a sus logros?

-Que los sueños se cumplen. El mío era estar en el Dakar y sabía que para ello tenía que creer en mí, primero, y además ser cabezón sin dejar nunca de trabajar. Hay que ser constante y poner la suficiente ambición para lograr los objetivos.

Empezó compitiendo en quad y ha terminado haciéndolo en motos y en un Dakar ¿cómo fue el salto?

-Siempre he querido participar en el Dakar, es algo que viene de muy atrás y lo tenía abandonado. Habría que remontarse al año 2005, cuando competía en quad. En aquel entonces, salió la oportunidad de participar en el Dakar con ese vehículo y me inscribí. El problema fue que se apuntó más gente de la que pensaban y prescindieron de algunos pilotos, yo entre ellos. En ese momento se me quitaron las ganas de participar y tuvieron que pasar años para que me volviera a interesar. Concretamente fue hace tres cuando corría en bici con mi amigo Fausto Mota. Él estaba en un equipo y se les lesionó un compañero. Por eso, me dijeron para participar y me apunté. Por lo que puedo decir que fue él quien me metió, de nuevo, en esta rueda del Dakar.

¿Cómo recuerda su primera experiencia con Fausto Mota y cómo ha vivido las siguientes?

-Pues al no ser profesional, ni entonces ni ahora, no estaba realmente preparado para el Dakar y se me paró la moto. Me intentaron remolcar en quad y me caí con tal mala suerte que me rompí el tobillo. Visto con perspectiva, puedo decir que fue bastante caótico. Para el segundo, me preparé mejor e hice mejoras en la moto. Aunque siendo sinceros no fue del todo bien tampoco. Contratamos a un elemento de Castellón para que nos hiciera las motos y nos engañó con todo. Pese a todo logré acabar en el puesto 49. Este Dakar (Perú, Bolivia y Argentina) siempre lo resumo como muy negativo en lo personal. Para el tercero, el de Perú, nos pusimos el objetivo de disfrutarlo y rodearnos de gente de confianza para todo. Lo primero fue conseguir unas buenas motos, logramos unas KTM oficiales, y entre los amigos le pusimos lo necesario. De esta manera, hemos hecho un Dakar en todos los aspectos muy bueno y satisfactorio.

Por último, ¿qué destacaría de los tres Dakar disputados?

-Este ha sido el mejor de ellos. Han sido 3.500 kilómetros donde solo han habido 200 de pista, lo demás han sido dunas, arena, ríos... Muy interesante y duro porque solo la mitad de los participantes han terminado. A nivel de escenarios, han sido diferentes, pero en el último, íntegro en Perú, es donde más he disfrutado.