una de las cosas más complicadas del fútbol es interpretar bien las alarmas en tiempos de bonanza. Siempre existe el riesgo de pensar que ha sido un accidente o filtrar la preocupación entre excusas o argumentos de mayor o menor fuerza. Porque es cierto que el Alavés vivió en Getafe una tormenta perfecta, pero no creo que el análisis se pueda quedar ahí. Fue una noche en la que todo lo que podía salir mal salió mal ante el rival que probablemente más penaliza las desconexiones y que mejor interpreta los síntomas de debilidad. La cosa venía malita de casa con la lesión de Jony que se ha unido a la salida de Ibai y ambas preceden a la llegada del sucesor. La ausencia del cacique Laguardia o el duro momento personal de Maripán tampoco ayudaron al equipo en su línea más sólida. En el desarrollo del encuentro en sí el golazo de Jorge Molina recién estrenada la segunda mitad abortó cualquier tipo de cambio de plan que seguro había preparado Abelardo.

Asumido como válido todo lo anterior creo que El Pitu fue contundente al interpretar la situación, reconociendo que se podía tratar del peor partido que ha dirigido en su etapa como entrenador del Alavés. Seguramente lo fue porque, dicho todo lo que mermó de salida al equipo, El Glorioso perdió absolutamente cada una de sus señas de identidad el viernes por la noche. Se dobló en todos los parámetros futbolísticos pero también en los emocionales. No tuvo capacidad de reacción ni desde la pizarra ni desde el corazón. Hasta que se demuestre lo contrario la actuación en el Coliseum es algo puntual y por ello no es preocupante. Sólo lo sería si dentro del equipo no hacen el análisis que requiere un sopapo tan sonoro. Antes de visitar el Santiago Bernabéu el partido en casa contra un Rayo Vallecano lleno de confianza es vital para volver a los fundamentos del equipo e intentar conseguir una victoria después de las salidas a Gerona y Getafe, dos campos complicadísimos resueltos de dispar manera.

Takashi Inui apunta a ser el sustituto de Ibai Gómez hasta final de temporada. El japonés es un jugador finísimo con una calidad individual notable que se ha quedado atrás en un Betis del que muchos nos preguntamos de dónde saca el dinero. La llegada del mexicano Lainez, una gran promesa juvenil, y las pocas oportunidades que ha tenido le convierten en un jugador apetecible que en teoría te puede dar un rendimiento inmediato cuando regrese de la Copa de Asia. Ya conoce LaLiga, ha jugado para un club en algunas cosas muy similar al Alavés como es el Eibar y a sus 30 años todavía le debería quedar algo en el depósito. En aquel conjunto armero en el que aterrizó en España, Iniu era una especie de personaje de Humor Amarillo dentro del vestuario y Oliver Atom fuera. El blanco de casi todas las bromas y putadas de los compañeros en la caseta y un futbolista que les hacía alucinar en cada entrenamiento con su repertorio de controles, regates y muestras de talento individual. Inui lleva traductor, le siguen periodistas de su país y no sé si ya sabrá algo de español. En Eibar no sabía absolutamente nada y a Mendilibar le decía que sí a todo y luego interpretaba a su manera el fútbol, poniendo junto a Pedro León las dosis de desequilibrio en un equipo industrial. Otra de las cosas que debería ayudar a la adaptación futbolística de Inui es precisamente el sistema de Abelardo, también con paralelismos al que el japonés interpretó en Eibar pero alejado del modelo Setién, mucho más secuenciado en el trabajo con balón.

El Alavés se ha fabricado una oportunidad de pelear por Europa y por el camino ha asegurado la renovación de futbolistas muy importantes para seguir dando consistencia a su proyecto en el futuro inmediato. Es justo valorar esto pero sin olvidar que sería un error llegar al uno de febrero con una plantilla debilitada y tras haber ingresado más de tres millones de euros. La gran ventaja es que no tiene la desesperación de hace un año y nada le obligará a firmar una cláusula de compra de cuatro millones de euros por el mayor pufo de la historia del Alavés.