AGURAIN - Fue el 6 de julio de 1992 cuando Javier Murguialday escribió una brillante página para el ciclismo alavés. Ni más ni menos que en el Tour de Francia. Conquistó una larga etapa de 230 kilómetros, en compañía de un gran escalador como era entonces Richard Virenque y de Rezze. Defendía el maillot del Seguros Amaya y era su quinta temporada a las órdenes de Javier Mínguez. La caravana partió de San Sebastián y la lucha fraticida por el maillot amarillo no iba con él. Indurain, Lemond, Bugno, Chiapucci, Fignon o Breukink pedaleaban en otra escala, así que se decidió a probar fortuna y buscar su oportunidad. Sabía que su papel era el de gregario, pero que en algunas etapas tenía libertad para moverse. Alcanzaron más de 22 minutos de renta y pese a que el coloso Marie Blanque estaba en medio del itinerario de esa jornada los tres pudieron jugarse el triunfo parcial. Era su séptima temporada como profesional y esa veteranía le valió para sellar su nombre en la ronda francesa. Su imagen serpenteando las calles de Pau y celebrando con los dos brazos en alto su victoria en los metros finales quedarán grabadas para siempre. A quienes no lo vieron ni vivieron aquel día, como su hijo Jokin, se lo han tenido que contar. Pero no le importa hacerlo una y mil veces. Episodios como aquel que firmó bien merece la pena repasarlos de vez en cuando. De la historia se aprende muchas veces. Al menos sirve de ejemplo para las futuras generaciones. - M.U.