Bilbao - La pelota a mano profesional se está transformando en un trabajo con la mecha cada vez más corta. La semana pasada la promotora de Eibar anunció las bajas de Aitor Irusta (26 años y cuatro en profesionales) e Iñigo Martínez (21 años y dos en profesionales). El zaguero de Munitibar relata que el 31 de diciembre se acaba una “etapa” que ha vivido con una “ilusión terrible”. El camino del vizcaíno, que agradece también la oportunidad en la escuadra guipuzcoana, irá por otro lado aunque ligada al deporte. Irusta estudia para ser masajista y tiene intención de montar una consulta en la que aliviará tanto “dolores de manos” como de “cualquier otro tipo”.
“Mis primeros tres años y medio, hasta lesionarme en la mano, fueron muy buenos”, valora el manista munitibarra, quien considera que “deportivamente, ni la empresa ni yo pensábamos que iba a dar ese nivel. Mi última campaña no fue buena por las presiones. He sufrido. Me quedo con todo lo anterior”. La cuestión es que Irusta acabó sintiendo el peso sobre sus hombros, pero hace hincapié en lo positivo. “Poco a poco te vas quemando, porque sientes que la empresa no te ayuda del modo que quieres y que a otros les ayuda más. Eso sí, no me quedo con nada malo. He tenido la suerte de vivir de la pelota y disfrutar de lo que de pequeño quería ser”, desgrana el guardaespaldas, quien, a la hora de hacer balance, se queda con “la gente”. “Me llevo a muchos y algunos están ya en mi vida. Por ejemplo, Jokin Etxaniz ha sido para mí como mi segundo padre. Como profesional ve lo mejor de cada pelotari, pero yo me refiero a lo que me ha aportado a mí personalmente”. Así las cosas, Irusta es consciente de que “antes se jugaba más tiempo” y que había “más confianza” en el deportista. “Esto es una empresa y quieren sacar del manista lo mejor en poco tiempo. Algunos destacan y son figuras. A la empresa eso le viene bien y quizás yo no lo he conseguido dar. Sinceramente, creo que he pasado un mal momento, pero que le he dado la vuelta”, relata. Si bien mantuvo un nivel ascendente desde su estreno, el 25 de enero de 2015 en Eibar, la fractura del cuarto y el quinto metacarpiano de la mano derecha en octubre del curso pasado le empezó a lastrar. “Después de la lesión me costó coger juego. Más tarde, en el Parejas de Segunda, vi que, sin estar al nivel óptimo ni Darío ni yo, estábamos metiendo en problemas a otras combinaciones. No avanzar fue un chasco. Además, en verano no jugué todo lo que quería y yo he sido un pelotari que cuanto más he estado en el frontón, más he jugado. Aun así, no quiero achacar nada a la empresa, porque les agradezco la oportunidad de debutar y cumplir mi sueño”, admite el munitibarra.
Irusta, que acaba contrato con Aspe el 31 de diciembre, quiere disponer de un “tiempo de reflexión” antes de recalificarse. “Quizás siga en el frontón. No lo sé”, dice. “La pelota profesional da y quita mucho. Por ejemplo, ha habido deportes que no he podido practicar. Aprovecharé para disfrutar de la moto y del snowboard, que me encanta”, analiza. El sabor de la nieve llegó al paladar de Irusta con quince años. La moto, mucho antes. “Con cuatro tuve la primera y siempre ha estado en mi vida. Al principio, no quería apuntarme a pelota”, recita.
El futuro y el pasado “Realicé unos estudios de masajista y técnico superior en animación de actividades físicas y deportivas. Mi idea es abrir una pequeña consulta y dar masajes para todo tipo de público”, cuenta el zaguero, quien apostilla que “también quiero ejercer con las manos de los pelotaris. He pasado horas con especialistas como Pedro García y siempre me ha interesado el tema, quiero enseñar lo que sé. Algunos amigos tienen confianza en mí y les va bien”.
La llama de Irusta en Aspe se apagará, en principio, el 28 de diciembre en Tolosa, pero recuerda que su peor rival fue Cecilio y que su mejor compañero, Julen Retegi. La espina reside en no haber tenido en contra a José Javier Zabaleta.