Cuando entramos en terreno gallego se sabe que la carrera se complica y no fue una excepción en la etapa entre Mombuey y Luintra. El perfil siempre engaña en Galicia. Se suponía que el desnivel acumulado era de 2.000 metros pero resulta que sumamos 3.200. Era un terreno con continuos sube y baja, carreteras estrechas y reviradas; ideal para la escapada y complicada para el pelotón. Además fueron 207 kilómetros, la etapa más larga de la Vuelta. Se dieron las circunstancias perfectas para que se diera una fuga. Incluso algunos ciclistas de la general quisieron entrar en la escapada y el inicio se complicó muchísimo. En nuestro caso tuvimos un percance extra. A Miguel Ángel López le entró una piedra entre la cadena y el desviador del cambio y, en un momento en la carrera que iba lanzadísima, perdió casi un minuto y medio. Tuvimos que hacer un esfuerzo tremendo todo el equipo para que entrara de nuevo al grupo. Estuvimos persiguiendo 40 kilómetros. Al de poco se hizo la escapada. Atrás nadie quería coger las responsabilidad porque el Mitchelton metió a Haig y Groupama a Pinot. El Movistar se tuvo que poner las pilas y ponerse a tirar cuando la renta de la fuga superó los cuatro minutos. La carrera fue loca, con mucho desgaste. Al final remató De Marchi en un día en el que como equipo demostramos estar fuertes. Hicimos un gran trabajo.