málaga - El centro Pompidou de Málaga y el cubo colorista acristalado del artista Daniel Buren tostándose al sol, inició el puzle de la Vuelta, la carrera que se descuelga tras el Tour a modo de rehabilitador del palmarés y que reúne a más pretendientes que jerarquía. En un día en el que se recordaba la figura de Javier Otxoa, honrada su memoria tras su fallecimiento que tanto impactó por su trágica historia el viernes, se estiró la Vuelta a España con una crono espídica, apenas 8 kilómetros por el corazón de la ciudad andaluza, donde aún supuraban las heridas que dejan las noticias tristes. Pesaba el cielo azul, enlazado con el negro del luto y el calor plomizo revoloteando cada exhalación, con un deje de bochorno incluso a la hora de la merienda, cuando arrancó la lucha contra el reloj en un recorrido con un repecho y muchas rectas, ideal para los especialistas. En semejante ecosistema, que el triunfo se lo quedara Rohan Dennis (BMC) respondió a la lógica, al engranaje del tiempo. El australiano es el primer líder de la carrera tras un vuelo rasante y un registro estratosférico: 9:39. Dennis, que también fue el primer líder el pasado año, puso en hora el reloj rojo de la Vuelta. Le dio cuerda. La suya. Dennis fue el más rápido y subrayó su candidatura. Favorito antes de asomarse a la rampa de salida, Dennis completó punto por punto con las expectativas. Derrotó a Michal Kwiatkowski y Victor Campenaerts, que pelearon cada centímetro, pero no les alcanzó ante el poderío del aussie, un chupinazo. El polaco se dejó seis segundos y el campeón de Europa de la especialidad, siete. Jonathan Castroviejo, plata en los Europeos por menos de un segundo respecto al belga, fue séptimo a 21 segundos de Dennis. Ion Izagirre obtuvo la novena plaza.

En el debate entre la aristocracia, la alegría de Dennis fue la pena de Porte, su líder. Gloria y miseria comparten colchón. Tan cerca ambos y tan lejos, en realidad. La solana no sentó bien al australiano, cuya última imagen era la de un hombre derrotado, descabalgado en el Tour antes del pavor del pavés. Una ambulancia se lo llevó de la carrera francesa para entregarlo a la Vuelta, donde también sonaron las sirenas de la desolación. En Málaga, el australiano continuó por los suelos anímicos después de una crono decepcionante a pesar de que el líder del BMC llegó a la carrera con purpurina y luces de neón. El barniz dorado se le descascarilló entre el museo moderno y la calle Larios, donde se pasea la ciudad. “Me he sentido realmente mal, y creo que seguirá así. Ha sido decepcionante y espero poder por lo menos ir cogiendo la forma durante la carrera pensando en los Mundiales”, dijo lacónico Porte, con la pesadumbre hundiéndole los hombros.

Otros estaban más felices en la toma de temperatura de la carrera. Alejandro Valverde aguantó el tipo a 24 segundos del vencedor. Quintana y Zakarin a 30, al igual que Pello Bilbao, Nibali y Pinot a 40 y David de la Cruz a 45. Todos se balancearon en un puñado de segundos, un manojo que les deja en un empate técnico a la espera de otros parajes más adecuados. Valverde y Kelderman fueron los mejores en ese club. No perdieron el paso en el primer baile de la Vuelta, un agarrado entre los favoritos, salvo para Porte, destemplado, con el ritmo perdido entre problemas de salud. Extraviado el australiano en el laberinto del tiempo, Porte piensa en el futuro, lejos del presente, a 52 segundos de su compañero de equipo y a medio minuto del resto de candidatos. “Imagino que mañana (por hoy) será un buen test para ver cómo me encuentro. Por lo menos estoy contento de que empiece la carrera”, apuntó.

estreno de murias Eufóricos, tintinearon de felicidad en el Euskadi-Murias, subidos los corredores a la turbina de la ilusión el día del estreno en una grande. Cinco años después de la última aparición de la marca Euskadi en la Vuelta, se cincelaba otra etapa. Málaga marcó la primera manecilla. Día de feria en paralelo a la playa de la Malagueta, más atento el personal al paseo marítimo y a la tumbona que a la carrera, que despertó el trueno de Dylan van Baarle hasta que Nelson Oliveira le arrancó de la espera. Al portugués le reemplazó Kwiatkowski, puro desenfreno por un circuito amable. El trono del polaco, que aguantó la embestida de Campenaerts, lo tomó al asalto Rohan Dennis, que viaja en cohete.