Los Golden State Warriors defienden desde hoy su anillo de campeones de la NBA, pero no lo hacen con la vitola de favoritos, como ocurrió en los tres años anteriores. Ni siquiera es fácil atreverse a asegurar que los de Oakland jugarán la final ante los Cleveland Cavaliers por cuarta temporada consecutiva. Se presentan unos play-offs muy abiertos e igualados ya que la ventaja de campo hasta las finales de conferencia será de los Houston Rockets, dueños del mejor balance de la competición, en el Oeste, y de los Toronto Raptors, en el Este. Así que a los Warriors les tocará manejar una situación a la que no están acostumbrados y qué decir de los Cavaliers, que solo tendrán el factor cancha a favor en la primera ronda.

Los síntomas de debilidad que han ofrecido los dos finalistas en distintos tramos del curso han abierto las expectativas de los demás, aunque la experiencia suele ser muy valiosa en la postemporada porque se juega un baloncesto distinto y no todos son capaces de interpretarlo correctamente. Los Warriors siguen en cabeza en las apuestas, pero últimamente se han apreciado fisuras en un modelo que parecía granítico. Stephen Curry, lesionado, no empezará los play-offs y el equipo de Oakland llega con algunas derrotas muy abultadas que han enfadado al entrenador Steve Kerr. Los Cavaliers, por su parte, están en manos de que LeBron James siga haciendo heroicidades con 33 años y tras la mejor temporada individual de su carrera. Su figura intimida en el Este y no es descartable una octava final seguida para el astro de Akron, aunque en mitad de la temporada tuvieran que cambiar medio equipo.

Es la hora, por tanto, de La Barba, que está ante su gran oportunidad. James Harden, claro candidato al MVP, no ha jugado una final de la NBA desde la que perdió con Oklahoma ante Cleveland en 2012 y ahora llega como líder indiscutible de un equipo que ha hecho historia al acabar la temporada regular con el mejor record y con más lanzamientos de tres puntos que de dos, pero que debe demostrar que esa propuesta también vale para ganar el anillo y emular 24 años después a aquellos Rockets de Hakeem Olajuwon. De cómo maneje Mike D’Antoni la rotación y de que eleven el tono defensivo dependerán las posibilidades de éxito de los texanos, que inician el recorrido al anillo ante los Minnesota Timberwolves, un equipo con talento, pero que ha evitado el fracaso de quedar fuera de los play-offs en el partido 82 de la liga regular.

En las apuestas siguen estando los Warriors en primer lugar ya que el resto de equipos parecen muy tiernos, como los Pelicans, muy mayores, como los Spurs, rivales en primera ronda de los campeones, o muy irregulares, como los Oklahoma City Thunder.

En el Este, los Raptors sueñan con ser el primer equipo canadiense en jugar la final de la NBA, pero pese a su buena temporada y a que son un conjunto muy profundo, con gran aportación de su banquillo, pocos acaban de creer en ellos. Los Boston Celtics pintaban muy bien hace unos meses, pero las lesiones los han destrozado y la última de Kyrie Irving, que ya no jugará más este año, les priva de su única pieza diferencial a estas alturas y de muchas opciones. Por eso, hay que buscar un tapado y todos miran a los Philadephia Sixers, a ese proceso que ya ha dado frutos y que llega a los play-offs con 16 victorias consecutivas con la intención de honrar a una franquicia mítica.

Warriors y Spurs abren las eliminatorias hoy a partir de las 21.30 horas. La primera jornada se completa con el Raptors-Wizards, el Sixers-Heat y el Blazers-Pelicans.

62 jugadores internacionales tomarán parte en los ‘play-offs’ de la NBA, récord en la historia de la liga.

Curry y Embiid serán baja en el arranque de las eliminatorias. Irving ni siquiera podrá jugar.