El invierno de Mallorca, lluvioso y frío pese a su idílica ubicación en el Mediterráneo, fue testigo en 2015 de las primeras pedaladas de Murias en el pelotón internacional. Cosidos de verde, el color de la esperanza, la disputa de aquella Challenge de Mallorca fue la primera victoria del conjunto que entonces dirigía Jon Odriozola, ahora en labores de mánager. Tres largos años después, con miles de kilómetros a la espalda, una estructura consolidada y tras dar el salto a la segunda categoría del ciclismo, la escuadra vasca ocupó ayer en la línea de salida de la Itzulia en Zarautz el vacío dejado por Euskaltel-Euskadi. “Ya hemos llegado”, se felicitaban junto al autobús del equipo minutos antes de que arrancara la prueba, la segunda del WorldTour que disputa el Euskadi-Murias, que debutó hace dos semanas en las exigentes etapas que dieron forma a la Volta a Catalunya. “Cuando nació el equipo uno de los objetivos era estar en la mejor carrera de casa y aquí estamos. Pero esto es solo un paso más”, expone Eneko Garai, uno de los mecánicos que vivió de primera mano el nacimiento del equipo y que hoy, en la primavera vasca, sigue disfrutando de la experiencia en la escuadra verde.

En Zarautz, donde los más afortunados aún siguen de vacaciones y los menos apuran sus últimas horas libres antes de regresar al trabajo, la ilusión revolotea junto a la comitiva del Euskadi-Murias. No son pocos los curiosos que se acercan al autobús del equipo en busca de fotos y autógrafos. Este luce impoluto, de blanco, junto al del Trek en una de las calles paralelas al malecón. Casualidad (o no) del destino, siempre caprichoso, el conjunto estadounidense compartió hotel en aquella primera vez del Murias en el pelotón profesional en el frío y lluvioso invierno de Mallorca en 2015. Ayer, coincidieron en la parrilla de salida.

Allí, entre bicicletas, vehículos rotulados hasta rebosar y un montón de corredores que apuran los últimos minutos antes de que comience el zafarrancho, se escucha la dulce e inocente voz de un niño ataviado con el maillot verde del equipo vasco. Un joven que por edad a duras penas será capaz de recordar las gestas del Euskaltel, que no será más que una especie de cuento chino para sus oídos. Este apremia a su padre para sacarse una foto con Bidoitxo, la mascota que acompaña al conjunto vasco. “Aita, este es mi equipo favorito”, presume antes de sonreír para la foto.

Cerca de donde se toma esa instantánea, Jon Redondo, director de Deportes del Gobierno vasco, aguarda paciente el comienzo de la etapa. Fue protagonista del corte de cinta y acto seguido se subió al coche del Euskadi-Murias para seguir in situ la jornada. “Es un día especial”, apuntó en alusión al inicio de la Itzulia. “Además, este año contamos con el añadido de que tenemos un equipo de casa. Desde fuera las cosas se ven muy fáciles y muchas veces no nos damos cuenta del nivel que tiene esta carrera. El de Murias es un paso. No diría que el final, pero sí supone su consolidación. El objetivo tiene que ser mantenerse ahí y, en la medida de lo posible, ir hacia arriba”.

El de ayer fue uno de esos días marcados en rojo en el calendario para el ciclismo vasco, en el que el proyecto de Odriozola, consumido por los nervios en la noche previa, casi enfermo, cobró aún más sentido. El oñatiarra caminaba con un té en la mano de un lado al otro, saludando a las muchas personas que le felicitaron por haber alcanzado una de las metas con las que dio forma a su sueño hace tres largos años. Más calmado, Rubén Pérez, el director en carrera, asumía con normalidad todo lo que rodeaba al estreno. “Los chavales igual sí, yo ya me he visto en más de estas”. La presión por correr en casa, traducida en una especie de exigencia añadida, los nervios? Un kit completo para un primer día. También hubo algún pequeño despiste en forma de maillot olvidado en la habitación del hotel que requirió tirar de ingenio e invitó a la improvisación. Nada grave.

PROTAGONISTAS La de ayer no fue la primera vez del director vizcaíno, ni mucho menos. Sin ir más lejos, durante su etapa como ciclista profesional disputó siete Tours y cuatro Vueltas a España, entre otras muchas carreras. La cita de ayer, sin embargo, sí supuso el debut de Aritz Bagües, Fernando Barceló y Aitor González en una prueba de la máxima categoría. Una cita que quedará grabada a fuego en la mente de todos ellos, especialmente en la del último, que fue uno de los protagonistas del día al meterse en la fuga. “Hemos cumplido con el objetivo. Éramos tres los corredores que teníamos el objetivo de estar en la escapada y he podido hacerlo yo. Primero lo ha intentado Bagües, pero el pelotón les ha cogido y nuestro ataque ha sido el bueno. He intentado disputar la montaña, pero han sido más fuertes que yo”, apuntó, satisfecho, González. Su premio fue estar fugado durante 132 kilómetros.

Sin duda, el ermuarra fue el gran protagonista del día para el Euskadi-Murias, que tuvo en Eduard Prades y Gari Bravo a sus mejores corredores. Ambos cruzaron la meta 51 segundos después que Julian Alaphilippe, en un grupo en el que también se encontraban Ion Izagirre y Vincenzo Nibali. Un arranque de carrera ilusionante. “Hemos respondido a la presión del primer día”, se congratulaba Rubén Pérez tras la etapa. Una Itzulia que comenzó meses atrás para el Euskadi-Murias, cuando el equipo confirmó su salto a la categoría Continental-Profesional tras tres años en el tercer escalón del ciclismo mundial. Un avance necesario en aras de alcanzar cotas mayores, siempre con el anhelo de que un equipo vasco regrese al Tour. De momento, ya han alcanzado la Itzulia. “Ya estamos aquí”.