2 Jon Viedma Carrera

PARÍS ? “Tengo algo que contaros. Este año voy a regresar al circuito profesional. Va a ser un reto muy duro. Todavía me esperan muchos entrenamientos. Pero espero estar lista para marzo, para el Masters de Miami...”. Así comenzó la rueda de prensa en la que Marion Bartoli (Le Puy-en-Velay, Francia, 2 de octubre de 1984), tenista francesa, anunció su vuelta a las pistas en diciembre de 2017, cinco años después de su último partido. Desde entonces, Bartoli ha superado una fase de idas y venidas, un lustro en el que se ha sobrepuesto al maltrato psicológico por parte de su exnovio y un virus que le llevó a adelgazar de forma drástica, casi hasta la mitad del peso con el que ganó Wimbledon en el año 2013.

Por aquel entonces, la tenista francesa vivía el momento álgido de su carrera. Se alzaba con el título del torneo de tenis más antiguo y prestigioso del mundo, aquel que se disputa sobre la hierba de Londres. Era su octavo título en la WTA y, a sus 28 años y siendo séptima en el ranking, parecía que iba a ser una de las figuras de la segunda década del siglo XXI.

Sin embargo, un mes después de conquistar Wimbledon, anunciaba su retirada en el torneo de Cincinnati, aquejada por las lesiones. “Es el momento de retirarme, de partir. Simplemente, mi cuerpo no puede más”, reveló. “Desde el inicio de la temporada he tenido muchísimas lesiones. Hace mucho que estoy en el circuito y lo di todo para ganar Wimbledon, donde me dejé la energía que aún tenía. He cumplido mi sueño, eso quedará para siempre, pero mi cuerpo no resiste más”, confesó afligida. La decisión, complicada de tomar al ser una retirada prematura, la tomó debido al dolor que sintió en el duelo ante la rumana Halep, en el que salió derrotada por 3-6, 6-4 y 6-1. “Hoy me dolía todo tras 45 minutos de partido. Durante el encuentro sentí que ya no podía hacer esto. Ha sido una decisión difícil, pero me empujé hasta mi límite para ganar Wimbledon y ya no puedo más”, constató.

el maltrato psicológico A partir de entonces, Bartoli vivió una vida alejada de las pistas, olvidando su pasada condición de deportista profesional. Una vida como la de todo el mundo. Una vida “feliz”, según ella. A pesar del aumento de peso habitual al cambiar de una rutina intensa de entrenamientos a una vida sedentaria ?pasó de 73 kilos a 80 en menos de un año?, Marion gozaba de una salud plena. Pero en su vida se cruzó un hombre que, lejos de traerle más felicidad, redujo sus ganas de vivir al mínimo debido a un constante maltrato psicológico al que le sometía.

“Cuando me retiré, era la chica más feliz del mundo. Entonces conocí a mi exnovio en mayo de 2014 y cada día me decía que estaba gorda. Cada día”, relató Bartoli en una entrevista al periódico deportivo francés L’Équipe el pasado 8 de enero. “Él veía una chica delgada en la calle y me decía: ‘Mira que delgada es’. Fue un gilipollas absoluto”, denuncia. Marion perdió alrededor de 20 kilos. Ella siempre negó que sufriera anorexia, algo complicado de creer viendo el comportamiento de su expareja. “No me ayudó. Me decepcionó. Todos los días, de forma maliciosa, me ponía la moral por los suelos. Estaba por los suelos anímicamente. Él apagaba la alegría de vivir en el día a día. Me dejé destruir por alguien y no pensé que fuera posible”, sostiene.

Bartoli siempre achacó su extrema delgadez a un virus que contrajo en la India. En menos de tres años, había reducido su peso a la mitad. En julio del 2016 pesaba 42 kilos, lo que debería marcar en la báscula de una adolescente de 14 años. Pero ella tenía 32. Se sentía débil y asustada. “Esto no es vida. Solo estoy sobreviviendo. Temo por mi vida. Tengo miedo de que un día mi corazón se pare”, aseguraba. Sin embargo, no era consciente de su crítica situación. Hasta que llegó el verano. Debido a su apariencia, el equipo médico de Wimbledon no dejó participar a la francesa en un partido de exhibición, en el que se invitan a leyendas del campeonato londinense a realizar un encuentro amistoso. Ante esto, fue necesario su ingreso en un hospital. Transfusiones, sondas... Su comida no entraba por la boca. Iba directamente al estómago partiendo desde la nariz. Por ello, creía que ése iba a ser su final. “Cuando me acostaba, no sabía si el día siguiente estaría con vida”, recuerda en la entrevista.

el detonante del cambio Pero Bartoli renació, se recuperó y, con un gran espíritu de superación, se preparó hasta lograr terminar la maratón de Nueva York en noviembre de ese mismo año, lo que quiso que fuese el símbolo de un nuevo comienzo en su vida. “Antes era débil. Ahora he pasado todos los exámenes médicos para regresar. Todo encaja”, afirma, aunque a su vez se muestra cauta con su vuelta a las canchas. “Si veo que mi regreso al tenis hace que mi salud corra peligro, pararé”, advierte. La tenista ilustra su reaparición como un paso de página, una página a la que no quiere volver y que está luchando por romper. “Hay un doble proceso en este regreso, y es por eso que le estoy poniendo mucha fuerza y ??energía. Es escapar de esta enfermedad, probarme a mí misma que incluso habiendo estado a centímetros de la muerte, una vez más puedo estar en una cancha de tenis y luchar durante tres horas para ganar un partido de tres sets. Y la segunda razón, es por cómo caí animicamente, caí muy bajo, y quiero volver a estar bien”, justifica.

Para ello, Bartoli está sufriendo una dura vuelta a la rutina de entrenamientos. Acude a menudo al Centro Nacional de Tenis francés, donde está alrededor de doce horas. “Llego a las 9 de la mañana y salgo a las 9 de la noche. Juego al tenis entre tres horas y media y cuatro horas cada día”, concreta. Una jornada larga y cansada, pero que para la francesa es una muestra de fortaleza por todo lo que simboliza. “Estoy feliz de despertarme cada mañana, estar sana y tener energía para hacer las cosas que quiero durante todo el día”, señala. Sin embargo la francesa no quiere correr ningún riesgo, y es consciente de que necesita “perder entre 5 y 7 kilos”, por lo que no volverá si no tiene “el peso ideal para competir”. Pero, aunque le cueste trabajo, lo hará. “Quiero demostrarme que estoy viva. Si regreso es para intentar jugar buenos partidos en grandes pistas y sentir esas emociones de nuevo”, aclara.

Al enterarse de su vuelta, Serena Williams y Monica Seles intercambiaron mensajes con Bartoli, a la que quisieron apoyar. “Fueron mensajes muy positivos”, afirma. “Serena me dijo que soy realmente una prueba de valentía”, desbroza, a la vez que se emociona cuando habla del mensaje de Seles: “Era mi ídolo absoluto cuando era pequeña. Monica me aconsejó que me tome mi tiempo. Ella piensa que regresó demasiado pronto, con un poco de exceso de peso. Me dijo que tuviera mucho cuidado y volviera a mi peso normal. Consejo que voy a seguir”, garantiza.

La francesa ultima sus entrenamientos de cara a su regreso a las pistas, lo que considera como “un gran desafío”, pero que sin duda es una prueba tanto para deportistas como demás personas de que, a pesar de los problemas, siempre se puede volver a disfrutar de la vida. “Tras Wimbledon me dejé destruir. Ahora necesito demostrarme que estoy viva”, concluye rotunda. Bartoli ha resurgido.